AUTOR: Hugo Valencia
FUENTE: AGENCIA INFORMATIVA CONACYT
Ciudad de México. 10 de marzo de 2016 (Agencia Informativa Conacyt).- El maíz es el principal alimento consumido en México, casi siempre en forma de tortilla, sin embargo, es deficiente en algunos aminoácidos esenciales como la lisina y el triptófano, por lo que investigadores de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Cuautitlán de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP) trabajan en la producción de maíces con estos nutrientes para combatir la desnutrición en México.
Según afirma la doctora Margarita Tadeo Robledo, en la década de los sesenta se detectaron algunos maíces con estos aminoácidos por lo que se empezó a trabajar para el mejoramiento genético y poder tener variedades de maíz con alto valor proteínico. “En esa época los primeros cereales que se obtuvieron eran muy suaves, por lo tanto se dañaban mucho en el almacén pues eran atacados por plagas, de tal suerte que no lograron funcionar para el consumo”, expresó la catedrática de la UNAM.
Después de este primer intento fallido, en el siglo XXI las nuevas investigaciones alrededor del maíz lograron incorporar estos nutrientes a maíces más duros, lo que incluso llevó a la doctora Evangelina Villegas a ganar un Premio Mundial de Alimentación junto a su colega Surinder Vasal con un programa con base en el desarrollo de la proteína de maíz de alta calidad.
En ese sentido, el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (Cimmyt) incorporó ese carácter proteínico a maíces de origen tropical y subtropical, posteriormente se empezó a trabajar también en plantas en los valles altos, que es el caso del Valle de México.
“Nosotros iniciamos este proyecto para incorporar el valor proteínico a los maíces que tenemos en la universidad, lo primero que hacemos a través de las diferentes técnicas de mejoramiento es agregar a las líneas élite el carácter de alta calidad de proteína; agregando estos nutrientes se impacta directamente en la buena nutrición en humanos”, explicó Tadeo Robledo en entrevista con la Agencia Informativa Conacyt.
Asimismo, comentó que el objetivo fundamental de la investigación que ella dirige es tratar de obtener variedades de maíz que puedan entrar al sistema de producción de tortilla y así generar un impacto en la nutrición de los mexicanos, sobre todo en aquellos sectores de la población que no tienen el acceso a las proteínas tradicionales.
“A pesar de que ya se tienen variedades de maíz que se producen en el clima tropical y subtropical con estos nutrientes, en el caso de nuestro programa estamos en esa etapa, pues ya le incorporamos el valor proteínico a los maíces de los valles altos, gracias al INIFAP se comprobó esto, ahora queremos conservar ese carácter dentro de la variedad de maíz para registrarla y poder ponerla en manos de los productores”, dijo la investigadora.
Sin embargo, la académica de la UNAM aseveró que todavía es complicado que estas variedades lleguen a ser utilizadas por los agricultores, aunque los especialistas están trabajando para que sea lo más pronto posible.
La forma en que los investigadores de la UNAM y del INIFAP lograron obtener la alta calidad de proteína en el maíz, fue gracias al germoplasma incorporado a través de cruzas con las variedades que ya están ensayadas, que son las que está comprobado rinden bien en el campo.
“Para poder saber si la variedad conserva ese carácter, se tiene que hacer una serie de pruebas de laboratorio que apenas el año pasado (2015) realizamos. Con los resultados, tenemos material que podría próximamente salir al mercado. Esto con técnica de retrocruza hacia los materiales que nosotros tenemos aquí en la facultad”, explicó.
En virtud de las distintas técnicas de mejoramiento genético lograron tener un maíz con características nutritivas para el consumo humano y, al mismo tiempo, con una gran defensa natural contra las plagas, “esta es una metodología convencional que no altera las características del maíz, lo que se busca es enriquecerla a través de la incorporación del carácter nutritivo con un alto contenido de lisina y triptófano”, recalcó la bioquímica de la FES Cuautitlán.
Y aseguró que el mejoramiento genético no tiene nada que ver con una modificación genética de la variedad del maíz, porque eso significaría atentar contra la diversidad biológica del cereal ya que las variedades transgénicas no resuelven ningún problema porque van a producir lo mismo que las variedades de mejoramiento genético convencional.
La tarea de los investigadores mexicanos que trabajan en este proyecto no solo es agregar los aminoácidos esenciales a los maíces de los valles altos en México, sino que también deben hacer que esa variedad del maíz rinda muy bien para que a los agricultores y productores mexicanos les llame la atención producir este tipo de cereal.
“Si la variedad no produce suficiente, a los agricultores no les va a llamar la calidad nutritiva del maíz y sí la cantidad que este tipo de maíz mejorado genéticamente produzca”.
La doctora de la UNAM manifestó que para que haya una mejor aplicación de este tipo de maíces para el consumo en la población mexicana, se necesitan más políticas públicas que promuevan el uso de esta variedad de maíz y pueda así ser consumido por un mayor número de gente que goce de sus bondades proteínicas.
Por otra parte, la investigadora mexicana comentó otras líneas de investigación de la FES Cuautitlán en torno al maíz: “Tenemos otras variedades de maíz dirigidas hacia la industria, además de variedades blancas que ya están en el mercado que no tienen la característica de alta calidad proteínica pero que pueden ser utilizadas por los productores, es un híbrido de maíz blanco que se llama chiripuma”, concluyó.