Es una valiosa herramienta para múltiples aplicaciones que incluyen pruebas de metabolismo de fármacos sobre órganos humanos, ensayos de toxicidad y modelado de enfermedades.
Lansbiodyt es un laboratorio transdisciplinario de la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), que obtuvo ayer la certificación ISO 9001, una norma internacional que se aplica a los sistemas de gestión de calidad con los que una empresa debe contar para tener un sistema efectivo que le permita administrar y mejorar la calidad de sus productos o servicios.
El control de calidad en la investigación científica se ha vuelto crucial en los últimos años para garantizar un producto de calidad desarrollado en los institutos universitarios, es por ello, que el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACyT) y la UNAM se unieron para garantizar estándares de calidad en investigación, docencia y servicio, comentó Mathieu Hautefeuille, responsable técnico del laboratorio nacional de la Máxima Casa de Estudios, primero en obtener esta calificación.
“Esta certificación indica que tienes lo necesario para trabajar con altos índices de calidad avalados a nivel internacional y trabajamos bajo todas las normas, desde la resolución de una solicitud hasta una entrega. Es una garantía de calidad en el equipo y en el proceso”, dijo en entrevista para el Foro Consultivo Científico y Tecnológico.
Al mezclar las diferentes áreas de la ciencia como física, matemáticas o biología, Lansbiodyt brinda soluciones a problemas nacionales y a las necesidades del cliente. “Esperamos diseñar cosas que cambien las formas de investigación en el sector salud y que potencialicen cambios sociales y económicos. Comúnmente, los médicos nos piden cosas específicas y aquí se las hacemos bajo diseño”, comentó el doctor en ciencias.
Uno de estos productos hechos bajo diseño son los biochip, plataformas tridimensionales que imitan la estructura y las propiedades mecánicas y fisicoquímicas de un órgano para estudiar ahí el comportamiento de las células frente a un nuevo medicamento, lo que simboliza un cambio en la forma que se hace investigación dentro de las universidades, ya que no se probaría ni en ratones ni en tejidos aislados de su ambiente. La fidelidad que se seguiría mediante este proceso permitiría obtener resultados más fidedignos.
“Para imitar el ambiente de la célula necesitamos utilizar técnicas de micro y nanotecnología, ya que su entorno es muy pequeño -de apenas unas micras- y usamos procesos de microfabricación láser de litografía. Una vez que lo imitamos, sembramos ahí las células para estudiar su comportamiento. Estos biochips mejorarían las plataformas de diagnóstico y terapia”, explicó el doctor Hautefeuille.
Dentro de las principales metas del laboratorio es aplicar la micro y nanotecnología con la biología y la medicina para crear sistemas biomiméticos, cuyo objetivo es imitar el microambiente natural para lograr el cumplimiento de las funciones fisiológicas y estados patológicos de órganos in vitro.
“Es una valiosa herramienta para múltiples aplicaciones que incluyen pruebas de metabolismo de fármacos sobre órganos humanos, ensayos de toxicidad y modelado de enfermedades. Se espera tener influencia a mediano plazo en la prueba preclínica de fármacos por organismos de regulación como la FDA (Food and Drug Administration) en Estados Unidos”, concluyó.
Pie de foto: La certificación indica que se tiene lo necesario para trabajar con altos índices de calidad avalados a nivel internacional, dijo Mathieu Hautefeuille (izquierda). Al centro de la imagen William Lee, coordinador de la Investigación Científica y Rosaura Ruiz, directora de la Facultad de Ciencias, ambas de la UNAM. (Foto: Mariana Dolores).