Autor: Ruth Pedroza, Dir. Depto. de Ingeniería y Ciencias Químicas, Universidad Iberoamericana
Fuente: Mónica Bretón, [email protected], Deyanira Santillán, Burson-Marsteller [email protected], Instituto de Bebidas para la Salud y Bienestar (IBSB)
La incorporación de los edulcorantes no calóricos como sustitutos de azúcar en la dieta no es un tema reciente. Fue la sacarina, descubierta en 1879, la que por primera vez se utilizó con ese propósito, ganando gran popularidad de consumo en épocas de guerra, debido a la escasez de azúcar. Después se comenzó a utilizar para el control de consumo de calorías.
Posterior al descubrimiento de la sacarina, se dieron a conocer otros edulcorantes como el ciclamato en 1937 y más recientes son el aspartame, el acesulfame K y la sucralosa. La lista de nuevos sustitutos de azúcar ha venido creciendo y lo que todos tienen en común, además de no aportar calorías y ser mucho más dulces que el azúcar de mesa, es que para ser incorporados en los alimentos, deben primero demostrar su inocuidad y lograr con ello la aprobación de las agencias regulatorias para su uso por toda la población, es decir, niños, adultos, mujeres embarazadas e incluso en periodo de lactancia.
Aunque ya se encuentren aprobados para su uso, la evaluación sobre la seguridad de su consumo es revisada constantemente por el comité de expertos en aditivos de la FAO/OMS (JEFCA) y la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA). En México es la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (COFEPRIS) la encargada de autorizar y regular los aditivos.
Los organismos regulatorios, son los comisionados para determinar la cantidad de edulcorantes que se puede consumir por día por kilogramo de peso corporal, durante toda la vida sin riesgo alguno. Esta cantidad se conoce como Ingesta Diaria Admisible (IDA). Así que consumir los edulcorantes respetando las recomendaciones, puede hacerse con confianza y seguridad.
Con frecuencia se publican diversos estudios con respecto al uso de los edulcorantes no calóricos, con resultados contradictorios, por ello es importante conocer que la evidencia científica tiene niveles de calidad. La evidencia más robusta proviene de revisiones sistemáticas y de meta-análisis. Basándose en este tipo de evidencias, hoy se corrobora que usar edulcorantes en lugar del azúcar, tanto en niños como en adultos, es una buena herramienta para ayudar a reducir el consumo de energía (calorías) y el peso corporal.
También se ha estudiado el efecto que podrían tener los edulcorantes sobre la microbiota intestinal, sin embargo no hay una evidencia científica de alta calidad que avale algún efecto negativo.
En cuanto a la especulación de que el uso de edulcorantes incrementa la preferencia por el sabor dulce, es ampliamente reconocido que la predilección por este sabor es innata y que el primer sabor al que es expuesto un recién nacido es dulce, por ello no extraña que sea el preferido. Así, el uso de edulcorantes no calóricos, además de su uso como sustitutos del azúcar, ayuda a favorecer la adhesión a las dietas en personas que buscan regular su peso.
Por último, en el caso de los enfermos diabéticos, organizaciones internacionales como la Asociación Americana del Corazón y la Asociación Americana de Diabetes, han considerado que los edulcorantes pueden utilizarse en esta condición de manera segura, con una alimentación adecuada a la situación de salud en un marco de estilo de vida apropiado.
Los edulcorantes de mayor utilización y que están aprobados por los organismos regulatorios de México por ser seguros para el consumo son: sacarina, aspartame, sucralosa, acesulfame-K y glucósidos de esteviol.
Referencias:
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El Instituto de Bebidas para la Salud y Bienestar (IBSB) es parte del compromiso continuo de The Coca-Cola Company por promover el avance del conocimiento científico y del entendimiento sobre: hidratación, estilos de vida activos y saludables, e ingredientes de las bebidas. El IBSB cuenta con artículos e investigaciones que están disponibles para los especialistas y para la población en general. Creado en Atlanta en 2004, el IBSB tiene presencia mundial y se ha convertido en un recurso para profesionales de la salud. En México, es el primer instituto científico especializado en la educación, la gestión, difusión y facilitación de la investigación científica sobre los tres ejes temáticos en los que opera.