Fuente: ANTIMIO CRUZ BUSTAMANTE, Reportero de Ciencia, Tecnología e Innovación, Revista Digital Mi Patente, [email protected], www.mipatente.com
Un proyecto mexicano, que combina la basura orgánica generada en la Ciudad de México con grava fabricada a partir del cascajo que sale de las construcciones, pudo obtener nuevo suelo fértil para sembrar hortalizas y otras plantas. Este proyecto, que realizan científicos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), con apoyo financiero de la Secretaría de Ciencia, Tecnología e Innovación (SECITI), de la Ciudad de México, se puso en marcha a partir del principio de que un centímetro cúbico de suelo fértil tarda 100 años en formarse.
El suelo fértil es una combinación compleja de sustancias orgánicas con carbono, nitrógeno, hidrógeno y diferentes minerales. A lo largo del tiempo, los suelos pueden degradar su calidad nutrimental para las plantas debido a contaminación y a erosión. Este problema se registra con mayor claridad en las ciudades, lo que obliga a comprar tierra fértil de otras regiones, impactando indirectamente a otros ecosistemas.
La alianza de Instituto de Geología de la UNAM y la SECITI busca construir suelos artificiales a partir de cascajo y composta de basura orgánica para atender varias necesidades: 1) como una alternativa para solucionar parcialmente el problema de la disposición de residuos, 2) para mantener el crecimiento vegetal, 3) para funcionar como almacén de carbono, 4) para filtrar agua de lluvia, y 5) para restaurar suelos contaminados.
El proyecto lleva por nombre “Construcción de suelos artificiales a partir de la reutilización de residuos generados por la Ciudad de México como una alternativa urbana sostenible”. La SECITI lo apoya con dos millones 788 mil pesos. Sus impulsores consideran que aportará conocimiento científico y tecnológico, pero también permitirá la recuperación de funciones ecosistémicas de los suelos, las cuales se han perdido con el sellamiento del mismo.
Aprovechar los residuos
En la Ciudad de México hay diversos tipos de residuos de carácter mineral, como las 6 mil 500 toneladas diarias de residuos, producto de excavaciones y demoliciones, así como 2 mil 400 toneladas diarias de residuos orgánicos domiciliarios, a lo que se añade el volumen desconocido de otros residuos orgánicos derivados de procesos industriales, que pueden servir como materia prima para la construcción de suelos artificiales.
El doctor Bruno Manuel Chávez Vergara, investigador del Instituto de Geología de la UNAM y responsable técnico del proyecto de desarrollo de suelos artificiales dijo que sus estudios servirán como base para la construcción de una alternativa urbana sostenible a la disposición de los materiales residuales, el mejoramiento de las áreas verdes y sitios en abandono.
El científico mexicano detalló que, a pesar de que la extracción de tierra se encuentra regulada en la Ley Ambiental del Distrito Federal (ALDF, 2000) no contempla que solo 1 centímetro cúbico de suelo puede tardar más de 100 años en generarse y eso lo hace un recurso no renovable (FAO, 2015), y especialmente sensible al manejo en los bosques templados que rodean la Ciudad de México.
Con los resultados del proyecto, será posible tener áreas verdes, sin detener la extracción de suelo de zonas de conservación con fines de sustrato, la producción de productos de autoconsumo, por medio de huertos urbanos, y como sustrato para la construcción de azoteas verdes, indicó.
Explicó que actualmente el desarrollo del proyecto se encuentra en fase de invernadero a pequeña escala, en donde se trabaja con parcelas de 1.50 metros por 1.50 metros, en las cuales se utiliza cascajo y composta compuesta de residuos de jardinería y residuos orgánicos provenientes del Bordo Poniente.
A su vez Bernardino Rosas Flores, Director de Desarrollo Científico y Tecnológico, de la SECITI detalló que uno de los objetivos de este esfuerzo es que el uso de residuos minerales y orgánicos producidos en la ciudad de México en la construcción de suelos artificiales sirva como soporte de plantas y como una alternativa para el desarrollo sostenible de la Ciudad de México.
Agregó que este proyecto contempla la formación de recursos humanos con una visión de atención a problemas urbanos y que este conocimiento sirva como base para la construcción de una alternativa urbana, ya que el proyecto tiene contemplado utilizar tres sitios o áreas verdes perturbadas, donde se puedan probar y monitorear los suelos artificiales.
Lo anterior debido a que los suelos urbanos cada vez pierden más sus propiedades para ayudar a mitigar el impacto de las actividades humanas sobre el ambiente y se convierten en sostén de edificaciones y caminos.
CRÉDITO DE LAS FOTOS: SECITI
FOTO 1: En su etapa de pruebas, el suelo artificial ha sido usado para cultivar pastos, hortalizas y algunos árboles pequeños
FOTO 2: El suelo artificial fértil puede ser usado en la agricultura urbana, por ejemplo en la elaboración de huertos familiares
FOTO 3: La UNAM cuenta con instalaciones donde se realizan experimentos para combinar el cascajo con la composta orgánica