Por medio de polielectrolitos obtenidos a partir de productos naturales, investigadores de la Universidad Autónoma de Nuevo León logran remover metales pesados del agua.
Por: José Juan Zapata Pacheco / Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL)
En la actualidad, los métodos para remover metales pesados como el zinc, plomo y cadmio, de los afluentes del agua implica el uso de polímeros sintéticos. Muchos de ellos son derivados del petróleo, una fuente no sustentable que a su vez puede generar contaminación.
La doctora Katiushka Arévalo Niño encabeza el equipo de trabajo que recibió hace algunas semanas el registro de patente de un proceso que realiza esta remoción por medio de polielectrolitos, que pueden ser obtenidos de productos naturales.
Arevalo Niño pertenece al Instituto de Biotecnología de la Universidad Autónoma de Nuevo León y su equipo, que incluye a los doctores Luis J. Galán Wong, Carlos Eduardo Hernández Luna y a la maestra en ciencias Ruby Yarisol Salazar Alpuche, consiguió la patente llamada “Procedimiento para remover metales pesados y sólidos, mediante el acomplejamiento de polielectrolitos biodegradables (pectina y quitosan)”. Dicho registro cuenta con una vigencia de 20 años.
Este equipo ha invertido un tiempo considerable de trabajo con la línea de los biopolímeros, buscando procesos sustentables que involucren un equilibrio entre el lado ecológico, económico y social.
“Los métodos que hay actualmente son métodos también químicos o físico-químicos de acomplejamiento, pero muchos se basan el polímeros sintéticos, de origen químico”, explica en entrevista la doctora Arévalo “Esto causa una problemática, ya que muchos de ellos son obtenidos a partir de petróleo, un recurso no renovable; varios de ellos pueden causar contaminación y son costosos. La idea era presentar un método alternativo a los métodos que ya existen”.
Según datos de la investigadora, el nuevo método que proponen es competitivo frente a otros que existen en el mercado. En el caso del plomo, se puede remover cerca del 98 por ciento. En otros como el cadmio y el zinc, se trabaja con valores de 70 a 80 por ciento. Sin embargo, es un método que se puede mejorar.
“El proceso le puede interesar a empresas que se dedican a tratamiento de afluentes, para que tengan una alternativa de un producto más en su cartera. El método es competitivo, pero como cualquier proceso, no se puede adaptar a todos. Más que nada nuestro interés es que tengan otro método que ofrecer, sobre todo a empresas que están buscando trabajar bajo esquemas de sustentabilidad”, explica.
Esta patente, más allá del beneficio económico, representa un indicador de calidad en el ejercicio de la investigación.
“Hacemos biotecnología aplicada y la idea es generar productos que beneficien a la sociedad. Hacemos investigación; generamos formación de recursos humanos, conocimiento pero, lo más importante de esto, es que el producto o los procesos que generemos puedan salir al mercado, porque finalmente van a llegar a un usuario”.
La doctora Katiushka Arévalo Niño explicó que continúan la investigación sobre biopolímeros, ahora buscando enfocarse en el campo de las aplicaciones farmacéuticas o alimenticias.
Finalmente, lo que destaca de este trabajo es su enfoque sustentable, un aspecto importante a nivel global que comienza a formar parte de la agenda de investigadores y de la sociedad.
“Es una concientización a todos los niveles, de que las actividades que nosotros hagamos estén pensadas en un equilibro entre el aspecto social, económico y ecológico, para que las actividades que nosotros realicemos permitan que nosotros les dejemos a nuestros hijos y familias un mundo mejor”, dijo.