Ambos han comprobado su efectividad en comunidades tarahumaras, donde el uso de cloro como desinfectante (descontaminante) no es aceptado
El agua que se bebe prácticamente en todo México se obtiene del subsuelo, lo que implica la ingestión de microorganismos que pueden afectar la salud e, incluso, compuestos tóxicos aún más dañinos, como flúor o arsénico, los cuales se han relacionado con problemas cognitivos, bajo coeficiente intelectual en niños y diabetes, siendo ésta una de las causas de muerte más altas en México.
Esta problemática motivó a científicos del Centro de Investigación en Materiales Avanzados (CIMAV), unidad Durango, a encontrar un método de desinfección del agua y crearon un dispositivo que utiliza energía solar para descontaminarla. El producto ha sido patentado y ha dado pie a un segundo desarrollo también protegido intelectualmente.
La mejora en la calidad microbiológica del agua se puede llevar a cabo por desinfección empleando cloro, aunque tiene un efecto residual, o bien por ozono, pero resulta costoso, expone la doctora María Teresa Alarcón Herrera, investigadora de CIMAV, quien coordina ambos desarrollos y refiere que la radiación es una opción más a través de la luz ultravioleta del Sol.
La especialista en ingeniería ambiental y descontaminación de agua refiere en entrevista que el equipo de CIMAV encontró en la literatura científica un exitoso método de desinfección empleado en comunidades en África: SoDis (Solar Desinfection).
Se trata de botellas de PET que son llenadas de agua de la que dispone la comunidad. El siguiente paso es exponerlas al Sol, dejarlas reposar por la noche y al día siguiente el líquido está libre de microorganismos.
Por el alto índice de radiación solar, México es un país con potencial para que la metodología funcione. “Mejoramos el método y obtuvimos la patente. Para ello diseñamos un concentrador plano que refleja directamente la luz del Sol a la botella. El propósito ha sido que lo pudieran fabricar de forma casera los habitantes de las comunidades, pues emplea madera forrada de papel reflejante como el papel aluminio. Además, se les instruyó para que tuviera un ángulo de acción a fin de incrementar la incidencia de la radiación solar.
“Asimismo, la botella se pintó de negro en la parte inferior porque el color hace que el agua se caliente más rápido y al interior de la botella hay movimiento del agua a través de los cambios de densidad con la temperatura. Entonces, el agua se mueve dentro de la botella (aunque no se vea) y de esa manera los microorganismos circulan y son expuestos a la radiación”, expone la académica de CIMAV.
Se hicieron diversas pruebas en laboratorio antes de ir a comunidades rurales en Chihuahua, en la zona tarahumara, donde no fue de fácil aceptación el método. Tras varias pruebas se comprobó su efectividad y en seguida vino su implementación.
“Es conveniente aclarar que no promovemos dejar de usar cloro, sino que nuestro método se lleve donde no se acepta el químico por su sabor o porque mata a la fauna acuática de los cuerpos de agua, o bien porque no hay otra alternativa”, destaca la investigadora nivel II, del Sistema Nacional de Investigadores.
El equipo científico de CIMAV siguió investigando sobre el empleo del método para tener volúmenes mayores de agua, por ejemplo, para hospitales. Fue así como se desarrolló un sistema bajo los mismos principios, pero operando en flujo semi-continuo, para el cual se hizo el desarrollo innovador de una válvula mecánica que se abre y/o cierra por acción del Sol. El nuevo proceso generó una segunda patente para la institución, pero no ha tenido mayor impulso por instancias públicas ni privadas.
“Dada la gran importancia que tiene la calidad del agua en la salud humana, nos interesa incidir en la percepción de la gente en cuanto a la calidad del agua para beber. Pero sobre todo en la concientización de las autoridades responsables del suministro de agua a las diferentes poblaciones en México”, enfatiza la doctora Alarcón Herrera. (Agencia ID)