M. en C. Roberto Carlos Licea Cejudo, Dr. Gustavo Pedraza Alva y Dra. Leonor Pérez Martínez.
Roberto Carlos Licea obtuvo el título de Maestro en Ciencias Bioquímicas en 2017 en el IBt. Actualmente es estudiante de doctorado del mismo programa y su tutora es la Dra. Leonor Pérez Martínez, del Departamento de Medicina Molecular y Bioprocesos del IBt.
Agradecimientos: Este trabajo fue financiado parcialmente por la DGAPA/UNAM a través de los proyectos IN213316 e IN212316.
La obesidad es una enfermedad crónica y degenerativa (estado en el cual se altera la función y estructura de tejidos y órganos) de origen multifactorial que consiste en una acumulación anormal o excesiva de tejido adiposo (grasa) en el cuerpo, y representa uno de los principales riesgos para la salud en la actualidad. Esta enfermedad se considera desde hace muchos años como la principal epidemia en el mundo, ya que, en 2014, más del 13% de la población mundial adulta era obesa. Más preocupante aún, son los datos que indican que, en el año 2015, aproximadamente el 6.5% de niños menores de cinco años de edad tenían sobrepeso a nivel mundial, una cifra que podría duplicarse en los próximos diez años según algunas proyecciones. Este hecho muestra claramente la relevancia de esta enfermedad en el ser humano, ya que no discrimina entre raza, sexo o edad. La situación en nuestro país es todavía más alarmante. De acuerdo a la organización mundial de la salud, México ocupa el primer lugar de prevalencia mundial de obesidad infantil, ya que en 2016 la prevalencia nacional combinada de sobrepeso y obesidad fue de 33.2% (17.9% y 15.3%, respectivamente). La principal causa para el desarrollo de la obesidad obedece a un desbalance crónico de energía, como consecuencia de una ingesta calórica excesiva, debida al aumento en el consumo de alimentos con alto contenido de grasas y azúcares, y a la disminución o ausencia de actividad física; o peor aún, la combinación de ambas. La obesidad es un importan-te factor de riesgo asociado a numerosas enfermedades crónicas, entre las que se incluyen la diabetes, dislipidemias (condiciones patológicas que consisten en una alteración del metabolismo de los lípidos en la sangre), hipertensión arterial, enfermedades cardiovasculares y algunos tipos de cáncer. Actualmente, el padecimiento suele presentarse como una enfermedad crónica desde la infancia, y de hecho, los niños obesos pueden sufrir de hipertensión, colesterol eleva-do y resistencia a la insulina desde temprana edad, lo cual representa un factor de riesgo común para el aumento de la morbilidad (número de individuos que se enferman en un sitio y tiempo determinado) y la mortalidad (número de defunciones en un tiempo determinado) en la edad adulta. Diversos estudios han asociado la obesidad con afecciones no metabólicas y procesos celulares acelerados similares a los del envejecimiento, como es el caso del acortamiento de una región del cromosoma denominada telómero. Los telómeros son estructuras especializadas de ADN y proteínas localizadas en los extremos de los cromosomas de células que poseen núcleo (eucariotas) y tienen un papel crucial manteniendo la integridad del genoma. Los telómeros se acortan con cada división celular, y se ha demostrado que el acortamiento de los telómeros es exacerbado por el estrés oxidativo y la inflamación (dos factores asociados a la obesidad), debido principalmente al aumento en la producción de especies reactivas de oxígeno y el daño que éstas causan al ADN. El acortamiento de los telómeros forma parte de un fenómeno denominado “senescencia celular”, un fenotipo (rasgos particulares y genéticamente heredados de un organismo) en el cual las células normales detienen su proliferación irreversiblemente y adquieren características morfológicas diferentes, así como también cambios en la expresión génica, que resultan en el deterioro de tejidos y órganos, y que, en conjunto, inician el pro-ceso de envejecimiento. Es decir, el acortamiento de los telómeros es un mecanismo asociado al en-vejecimiento celular prematuro y pérdida de la longevidad.
El acelerado incremento en la prevalencia de la obesidad infantil debe ser una preocupación prioritaria para la sociedad, especialmente por su asociación con un proceso de envejecimiento pre-maturo, evidenciado por el acortamiento de telómeros, lo que hace suponer que cuando alcancen una edad adulta, estos niños podrían padecer enfermedades asociadas con el envejecimiento mismo, como la diabetes tipo dos, el cáncer y enfermedades neurodegenerativas, entre otras. Por esta razón, en el Laboratorio de Neuroinmunobiología del Instituto de Biotecnología de la UNAM, nos propusimos determinar si existe una relación directa entre la longitud de los telómeros y la obesidad en un grupo de niños mexicanos en edad es-colar. Encontramos una asociación entre telómeros significativamente más cortos y un porcentaje de grasa corporal alto en niños del sexo masculino, mientras que este fenómeno no se observó en el sexo femenino. Además, observamos que la actividad física ejerce un efecto protector en la longitud de los telómeros, ya que la longitud telomérica absoluta de niños obesos que realizan actividad física fue significativamente mayor en comparación con aquellos niños que no la realizan. Nuestros datos están de acuerdo con el hecho de que tanto la actividad física como la buena forma física (entendiendo por tal la capacidad para realizar actividad física), disminuyen el riesgo de mortalidad y morbilidad relacionadas con el exceso de peso y la obesidad. En conjunto, nuestros datos indican que la actividad física y un porcentaje de grasa saludable ejercen un efecto protector sinérgico (del vocablo griego synergós, que significa colaborador) sobre la longitud de los telómeros. Conocer la longitud de los telómeros (mediante una prueba relativamente fácil de realizar) durante la infancia, podría ser un criterio de advertencia para los padres de estos niños y una novedosa medida que permita modificar sus hábitos alimenticios y adoptar la actividad física como parte de su estilo de vida, con vista hacia un futuro más saludable para nuestra sociedad.
Fuente: Revista Biotecnología en Movimiento