Por Pablo Miranda Ramírez
San Pedro Tlaquepaque, Jalisco. (Agencia Informativa Conacyt).- La ingesta de bacterias específicas puede ayudar a combatir enfermedades como la obesidad; sin embargo, para lograr la supervivencia y funcionamiento se requieren fuentes de glucosa o azúcares simples para que lleguen vivas al intestino. Para lograrlo, es necesario desarrollar alternativas comestibles y sanas que sirvan como “vehículos” para garantizar la vida útil de estos microorganismos.
El doctor Óscar Rojas Rejón, coordinador del Programa Formal de Investigación de Procesos Tecnológicos e Industriales del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO), encabeza un proyecto de investigación en el que se busca cultivar y producir microorganismos que ayuden a disminuir los índices de obesidad en pacientes con enfermedades crónico degenerativas o relacionadas con el síndrome metabólico.
A la par, se investigan los mejores materiales para que las bacterias y levaduras elegidas puedan ser ingeridas por los pacientes, y que resistan el tránsito digestivo para que cumplan su funcionalidad cuando ingresen a los intestinos, donde pasarán a formar parte de la microbiota intestinal, conjunto de microorganismos únicos en cada individuo.
Rojas Rejón enfatiza que el equilibrio de la microbiota intestinal es determinante para la salud física y mental de las personas.
“Teníamos conocimiento sobre cómo hacer probióticos a nivel laboratorio, pero aún estaba la duda sobre si realmente la administración adecuada, tanto en viabilidad como en concentración, tenía un efecto sobre los marcadores de síndrome metabólico o si con el consumo regular había reducción en factores que podrían derivar en disminución de grasa corporal, peso o padecimientos de enfermedades crónico degenerativas”.
El científico relata que trabajó con los investigadores Laura Arellano Gómez, Edgar Mendivil Rangel y Karla Nuño Anguiano, de la licenciatura en nutrición y ciencias de los alimentos del ITESO, para conocer la viabilidad y efecto de los probióticos en pacientes.
Posteriormente, el proyecto planteó elaborar materiales y matrices alimenticias que sirvieran como soporte o vehículo para los probióticos y como alternativa a las formas tradicionales a base de glucosa.
“Trabajamos en producir, generar y estabilizar una cápsula o soporte que contuviera la mezcla de probióticos y que además estos pudieran permanecer vivos por al menos cuatro meses sin necesidad de añadir cantidades considerables de glucosa o azúcares simples para que puedan sobrevivir”.
Pruebas contra la obesidad
Para determinar la efectividad de los probióticos, el equipo del doctor Rojas Rejón experimentó con un grupo de personas que sirvió como prueba para medir la efectividad de estos microorganismos. Los pacientes fueron divididos en distintos subgrupos, con condiciones específicas cada uno, para conocer la reacción de las bacterias y levaduras ingeridas.
“Queríamos medir, a través de factores de inflamación, pruebas de inmunología y análisis dinámico de poblaciones usando técnicas de biología molecular, si con el consumo del simbiótico desarrollado se presentaban cambios en esas variables y si esto podría correlacionarse con el estado de ánimo, talla, peso, grasa corporal, entre otros”.
A los sujetos de investigación se les aplicó una combinación de probióticos, consistente en microorganismos como las bacterias Lactobacillus rhamnosus y Lactobacillus plantarum, y el hongo Saccharomyces boulardii.
En total, experimentaron con 80 personas divididas en cuatro segmentos: a uno se le administró los probióticos; otro más consumió extracto de té verde, una sustancia a la que se le atribuyen propiedades que ayudan a la proliferación de bacterias benéficas en el organismo.
El tercer grupo consumió una mezcla de probióticos y extracto de té verde, y al último grupo se les administró un placebo. El equipo que ingirió la mezcla de las sustancias fue el que presentó una disminución en su colesterol, explica el doctor Rojas Rejón, según un comparativo con el grupo control que no consumió ninguna sustancia estimulante.
“Esto nos da un indicio de que está funcionando, aunque aún falta ver qué tanto. Lo que ahora queremos hacer es sentar un precedente para después generar nuevas metodologías para tratamientos que permitan reducir o combatir la obesidad, todo a base de estas bacterias y su dinámica poblacional controlada por la ingesta”.
Construyendo el vehículo
El doctor Rojas Rejón explica que formularon una dosis de probióticos con la que se alcanzaban resultados observables; una vez establecida la dosis correcta, iniciaron los trabajos para desarrollar el vehículo para llevar esos microorganismos.
El material se desarrolló a base de alginato de calcio, que facilita el intercambio de gases, materia y soluciones a los microorganismos que se encuentran dentro para que puedan sobrevivir. El investigador resalta que durante la primera semana de experimentación observaron 98 por ciento de viabilidad, por lo que trabajan en garantizar ese factor por meses.
“Desarrollamos una formulación para mantenerlos vivos al menos cuatro semanas con refrigeración, con 98.7 por ciento de viabilidad. Esto nos da pie para que a partir de esta cápsula desarrollemos matrices alimentarias que puedas adquirir en tiendas de conveniencia, con probióticos vivos, sin grandes cantidades de azúcares simples y que aporten efectos positivos”.
Viable dentro del organismo
Después de garantizar la supervivencia de las bacterias en el ambiente, el trabajo que encabeza el investigador continuó con simulaciones para conocer los alcances de la efectividad de los probióticos una vez dentro del organismo. El experimento consistió en aplicar ácidos y soluciones básicas para simular los efectos gástricos.
Rojas Rejón detalla que luego del experimento observó al menos siete por ciento de viabilidad inicial de los probióticos, por lo que una vez más trabajaron en la formulación de nuevas dosis (concentraciones celulares a partir de cultivos en biorreactores) para aumentar la efectividad de los microorganismos.
La información obtenida en todas las fases de este proyecto, añade el investigador del ITESO, servirá de referencia para conocer los costos de elaboración y viabilidad de posibles productos en plantas piloto. Posteriormente, la elaboración de alimento sería parte de una serie de producción sustentable diseñada por esta institución.
“Ya estamos desarrollando el alimento, es un postre similar a la tapioca. Lo bueno es que los probióticos sobreviven al menos una semana en refrigeración, continuaremos con los análisis para conocer cuánto más sobreviven, por ahora tenemos 92 por ciento de viabilidad. ¿Por qué no en lugar de comer tapioca con azúcar, comemos tapioca con probióticos?”.