El formato estereofónico ha sido el estándar en la grabación y reproducción musical por más de 45 años, el cual sólo separa la información acústica en dos canales (izquierdo y derecho), pero no considera la psicoacústica del cuerpo humano. En otras palabras, la percepción de una grabación estereofónica no se equipara con la de un suceso acústico real.
La percepción acústica es, en palabras simples, lo que llamamos escuchar, lo cual a su vez es una mezcla de procesos sonoros, mecánicos, hidráulicos, neuronales y mentales. Esta combinación y su estudio se conocen como psicoacústica.
Existen tres factores principales que nos ayudan a determinar el origen del sonido en el espacio tridimensional:
1. El sonido se propaga como una onda en el espacio y le toma tiempo viajar de un lugar a otro. Nuestro cerebro reconoce la diferencia en el tiempo de arribo del mismo sonido en cada oído. Esto se conoce como Diferencia de Tiempo Interaural, o entre oídos (DTI).
2. El sonido presenta una atenuación en su amplitud o volumen dependiente de la distancia recorrida, con lo cual podemos registrar la diferencia de amplitud que percibimos en cada oído; esto se reconoce como Diferencia de Amplitud Interaural (DAI).
3. Las Funciones Anatómicas de Transferencia (FAT) están relacionadas con la deformación del sonido cuando choca con nuestro cuerpo (cabeza, tórax y hombros principalmente). También estas funciones describen la respuesta en frecuencia de los oídos, que es la manera como éstos reciben los sonidos a diferente frecuencia o tono (el oído es más sensible a ciertas frecuencias).
Nuestro cerebro es capaz de reaccionar a las alertas acústicas en las que nos encontramos cotidianamente. Nuestros oídos funcionan como dos pequeñas antenas que localizan sin error los orígenes de los sonidos, no obstante, la reproducción musical no ha considerado la forma en que nosotros escuchamos realmente, por lo que la imagen acústica percibida hasta el momento no ha logrado una alta definición.
Proporcionar a la reproducción musical los elementos necesarios para que nuestro cerebro ordene la información acústica de la misma manera en la que lo hace en la realidad, será como pasar de la imagen burda a una forma clara y definida en el espacio 3D. Entonces, la reproducción de la música tiene una dimensión extracapaz de usarse por los compositores para transmitir diferentes entornos y situaciones.
En un futuro no muy lejano, se podrá combinar el uso de los parámetros psicoacústicos con la retroalimentación de la posición del espectador en tiempo real. El sistema podría determinar los nuevos coeficientes psicoacústicos para la nueva posición en la que se encuentra, convirtiéndose en una experiencia única, vívida y totalmente innovadora. El espectador podría percibir una misma obra musical desde diferentes lugares (cerca de los violines quizá).
Revista Ciencia y Desarrollo CONACYT
Edicion: Febrero 2007