Por Victor Hermosillo
“Una sociedad que no promueva la creatividad positiva está destinada a la decadencia”
Uno de los rasgos más significativos de las grandes mentes creativas es, sin duda, la curiosidad. La curiosidad es el sano deseo o impulso natural por conocer, descubrir y explorar lo desconocido, lo cual, invariablemente nos conduce a entender mejor al mundo.
Cuando llegamos a esta vida, todos venimos equipados con altas dosis de curiosidad, interés y asombro por todo lo que nos rodea. Los primeros años de vida, nuestras mentes están motivadas por una insaciable sed de conocer. Los sentidos están enfocados hacia la exploración y el aprendizaje continuo, hacia la experimentación.
Cada día todo es nuevo. Somos seres ávidos de conocimiento y aprendizaje.
¿Qué sucede años después? ¿Qué pasa con nuestra curiosidad? ¿Por qué dejamos de interrogar, de observar, de contemplar, de maravillarnos por el milagro de nuestro entorno, de nuestros cuerpos y de nuestras mentes? ¿Por qué decidimos vivir anestesiados, enterrando nuestra capacidad de asombro? ¿Por qué decidimos encender el televisor y apagar nuestra conciencia?
Existen elementos en el entorno que inhiben y ahogan gradualmente la curiosidad innata en el individuo. Pueden ser figuras de autoridad y líderes de opinión (llámese Gobierno, escuela, religión, instituciones o medios de comunicación), que lejos de motivar y alentar a la sociedad a descubrir y crear nuevas cosas, formas e ideas, instauran sutilmente dogmas elaborados, mismos que el individuo pasivamente decide aceptar como verdad, fomentando con ello una cultura de complacencia, obediencia ciega y de supresión de todo cuestionamiento, anulando así inconscientemente su capacidad innata de pensar libremente y por consecuencia, de crear.
“Una sociedad que no promueva la creatividad positiva está destinada a la decadencia”, nos recuerda Kim Woo Chong (CEO de la empresa coreana Daewoo). No es un secreto: Las sociedades cerradas y conservadoras se vuelven gradualmente obsoletas.
Peor aún si consideramos que estamos inmersos en un tejido social ahora no sólo local, ni regional, sino global. Hoy en día los tiempos demandan esquemas de apertura, movimiento, flexibilidad, intercambio de ideas, de gente, inclusión, tolerancia, democratización de la información y mucha creatividad. El reto es convertirnos gradualmente en una sociedad abierta, libre y progresista.
Por eso, vuelvo a la idea inicial, si no somos curiosos, no podemos ser creativos. Despertemos, mantengamos intacta nuestra capacidad de asombro ante la sencillez, nuestra mente fresca día con día, depuremos nuestros pensamientos, mantengamos limpia nuestra visión. Cada día todo puede ser nuevo.
Así que, apreciable lector, cuando vuelva a escuchar la frase que afirma que “la curiosidad mató al gato”, recuerde que no es el gato lo que muere, sino la oportunidad de pensar libremente y de ser más creativos.
…No tengo talentos especiales, sólo soy apasionadamente curioso…
– Albert Einstein