Por Mtro. Luis Fernando Rodríguez Almaráz
La importancia de las denominadas “marcas” en nuestro país es relativamente reciente dado que dichos signos han existido previamente a dichas reflexiones, poseyendo por si mismos una importancia que se ha reconocido y aceptado por diversos estudiosos de forma inequívoca a lo largo de su historia. Desde su origen, la marca ha sido presentada como un signo de propiedad personal y dicha característica no ha cambiado aún a pesar del paso del tiempo.
Con el surgimiento de las USP (del ingles Unique Selling Proposition, “propuesta única para ventas”), que intentaba otorgar a las marcas una ventaja competitiva muy simple; siendo que algunos USP permanecen intactos hoy. Así, Volvo todavía “posee” la idea de seguridad dentro del mercado automovilístico, hasta el punto de que debe trabajar duro siempre que desea transmitir un mensaje distinto”. Lo que consideramos como una figura actual en su carácter comercial de las marcas, las ha acompañado desde su propia concepción, adquiriendo una fuerza notable con el surgimiento de la Revolución Industrial y la llamada “producción en masa”.
Actualmente se vive en una sociedad de consumo en la cual los términos “bienestar” y “desarrollo” se enlazan con la idea de obtener un bien o servicio que se comercializa a través de los signos denominados “marcas”. Esto en razón de que el prestigio y la reputación de una marca representan un factor de seguridad para el consumidor, que se ha ido acentuando con la rápida evolución de las técnicas de promoción y publicidad.
La marca innegablemente se ha convertido en un enlace entre los productos y el consumidor; por lo que los comerciantes registran o adquieren su propia marca e integran procesos de producción y distribución propios para hacer llegar sus productos al público consumidor. Tal es su relevancia que los estados desarrollados como Estados Unidos, se han enfocado en gran medida a promover en diversos países la modificación o fortalecimiento de sus sistemas de protección de propiedad industrial, dado que la denominada “piratería” genera en las economías nacionales e internacionales un impacto negativo sobre todo en las empresas transnacionales. En razón de esto, se ha llegado a un punto en que se propone que los economistas trabajen conjuntamente con los juristas, con miras a la creación de un sistema adecuado de protección no solo de los signos marcarios sino de la propiedad intelectual en general.
Debido a esto, resulta claro que la protección a la propiedad intelectual en nuestro sistema jurídico, es una de las áreas que poseen en su contraparte comercial y mercantil, un constante desarrollo. Sobresale especialmente en nuestro país por la cantidad de solicitudes de registro de marca tramitadas cada año, que en comparación con otros países es 6 seis veces mayor o incluso en comparación con países como Italia hasta más de 10 diez veces mayor. Esta comparación resulta más obvia con la siguiente representación grafica que se sustenta en los datos presentados en el escrito publicado como documento en línea por el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial denominado “IMPI EN CIFRAS ENE-JUN 2010” . Más aun, el valor de marcas a nivel internacional que se establece por el ente denominado INTERBRAND que en su edición de las mejores marcas a nivel mundial estableciendo que la marca con mayor valor a nivel mundial es la conocida marca COCA-COLA con un valor de 71, 861 millones de dólares, resaltando claramente el inmenso valor económico que es capaz de generar un signo distintivo.
Ya que, “con el uso y protección de las marcas se garantiza las actividades económicas de la industria y del comercio contra la competencia deshonesta protegiendo de esta manera la inventiva y la originalidad aplicada para obtener beneficios económicos”. Aun a pesar de lo anterior, dicha materia sufre un considerable menosprecio por parte de nuestros legisladores así como por parte de las correspondientes autoridades jurisdiccionales.