Por José Luis Solleiro/Coordinación de Innovación y Desarrollo de la UNAM
La capacidad de Universidades de México para transferir tecnologías deja de desear cuando se toma como marco de referencia las buenas prácticas identificadas en países desarrollados.
La competencia global nos ha traído retos en las más diversas esferas institucionales. En el caso de universidades y centros de investigación, hoy se vive una transición importante: particularmente, las universidades evolucionan de modelos de enseñanza para formar individuos a la creación de capacidades en organizaciones; la investigación disciplinaria está dejando su lugar a la interinstitucional y transdisciplinaria, con un fuerte componente de formación de redes de colaboración, avanzando hacia lo que hoy se conoce como innovación abierta. Así, estas instituciones generadoras de conocimientos están diversificando su participación para tener un papel más activo en el desarrollo económico y social colaborando con empresas individuales, sectores, regiones, clusters y consorcios.
Burton Clark hablaba del nacimiento de la universidad emprendedora, una institución activa que hace cambios en su estructura y forma de actuar para reaccionar frente a demandas internas y externas, con gran capacidad de adaptación frente a los cambios de una sociedad en evolución, postura proactiva y sentido para transformar el conocimiento generado en valor social, económico y cultural.
En este nuevo contexto, se han creado diversas estructuras dinamizadoras de los procesos de transferencia de conocimiento y tecnología desde el sector académico a las empresas. De acuerdo con la Fundación COTEC de España, “dentro de las estructuras más consolidadas encontramos las Oficinas de Transferencia de los Resultados de la Investigación (OTRI), los Centros de Innovación, los Centros Tecnológicos, los Laboratorios de Homologación y Ensayo y los Parques Tecnológicos.
Como estructuras de intermediación e interrelación menos consolidadas podemos considerar los Servicios de Apoyo a la Investigación e Innovación y las Plataformas Tecnológicas, los Centros de Patentes (centros de valorización de la propiedad intelectual), las Incubadoras de Empresas Innovadoras y los Parques Científicos”.
El concepto de transferencia de tecnología se relaciona con un proceso voluntario y activo para diseminar o adquirir nuevas experiencias o conocimientos con el fin de mejorar productos, servicios y procesos productivos de las empresas. Comúnmente, esta transferencia se realiza mediante acuerdos de naturaleza comercial, por lo que la tecnología es tratada como una mercancía.
De acuerdo con la experiencia de instituciones universitarias y de investigación de países desarrollados, la comercialización de tecnología requiere un proceso complejo de análisis que comprende, entre otros, procesos de evaluación, estudios de patentabilidad y protección, valorización, evaluación tecnológica con especial énfasis en el mercado, en el análisis financiero y su rentabilidad, y en el estudio de las ventajas técnicas comerciales en relación con la tecnología existente.
Las instituciones tienen que hacer cambios organizacionales importantes. En un estudio encargado por la Comisión Europea a Regions for Research en 2007, se concluyó que las condiciones mínimas para aumentar las posibilidades de transferencia de tecnología son la visión compartida, colaboración estrecha, compromiso para estimular el espíritu emprendedor en el ambiente de investigación la voluntad y apertura para cooperar con otras instituciones, la orientación a resultados y la disponibilidad de capital semilla.
Durante los últimos dos años hemos realizado diversos trabajos para evaluar la capacidad de universidades de México para transferir tecnologías. Los resultados no son muy buenos, sobre todo cuando tomamos como marco de referencia las buenas prácticas identificadas en países desarrollados.
– Existe muy poca experiencia en vinculación con clientes externos y no se cuenta con estructuras específicas para vinculación.
– La vinculación se basa en mecanismos académicos tradicionales y se nota una marcada orientación hacia dentro en las instituciones, lo cual denota falta de apertura a la cooperación con la industria.
– Se cuenta con políticas básicas, pero la percepción es que éstas se aplican de manera limitada u ocasional.
– Se le asigna poca importancia a los aspectos económicos de la vinculación, lo cual limita la efectividad de este tipo de incentivos.
– Es notable el bajo nivel que se otorga a la oferta de servicios y la concentración en proyectos de investigación de fuentes tradicionales.
– Se busca estar bien informado, pero no se manejan técnicas estructuradas de vigilancia tecnológica.
– Los proyectos de investigación parten de iniciativas de académicos y se da muy poca importancia a relaciones con sector privado.
– Se da muy poca importancia a las colaboraciones internacionales más allá de los mecanismos de intercambio académico.
– Hay sistemas de estímulos, pero no tienen una relación directa con la transferencia de tecnología.
– Se da muy poca atención a asuntos de propiedad intelectual: generación, protección y licenciamiento de tecnología.
Ante esta situación, hemos comenzado un programa piloto de capacitación, en colaboración con la Secretaría de Educación y el Instituto de Profesionalización de los Servidores Públicos del Estado de México, a fin ampliar la visión institucional y fortalecer las capacidades de instituciones de educación superior para basar su vinculación con el sector productivo en la transferencia de tecnología. En un primer diplomado impartido en 2010 se formaron más de 60 funcionarios de vinculación, que ahora manejan técnicas para identificar su oferta de servicios, asistencia técnica y tecnología; fundamentos de propiedad intelectual; negociación y elaboración de contratos de transferencia tecnológica; políticas institucionales para incentivar la vinculación; mercadotecnia de servicios y tecnología; e indicadores de desempeño en las actividades de transferencia tecnológica.
Se trata de un primer esfuerzo que complementa actividades de capacitación de instituciones como ANUIES y ADIAT en estas mismas materias. El reto es muy grande y hay mucho por recorrer para poder hablar del uso de buenas prácticas, pero es importante sembrar la semilla de la gestión tecnológica, pues seguramente impulsará la vinculación profesional.