Por Gustavo Villar
Es importante generar patentes, pero igual de importante es aprender de ellas para crear mejores tecnologías que permitan competir y aspirar a liderazgos a escala nacional e internacional.
La investigación científica, el desarrollo tecnológico y la innovación han sustentado el crecimiento de las naciones en el entorno global y contribuido a hacerlas más competitivas. Durante los últimos años, en México se ha fortalecido la infraestructura tecnológica e impulsado esquemas que facilitan a las empresas incorporar y generar productos y procesos innovadores.
En este contexto, se está generando una cultura de la protección de la Propiedad Industrial en las empresas mexicanas para evitar que los usuarios o sus mismos competidores, nacionales e internacionales, copien y vendan a precios menores los productos y/o procesos que tantos años tardaron en desarrollar, obtener y madurar, amén de la inversión económica que ello significó.
Así nace la necesidad de proteger los productos, de conservar los derechos sobre los procesos desarrollados y de invertir para generar innovaciones que le permitan al empresariado competir en el escenario mundial sin los riesgos mencionados. Las patentes aparecen en el entorno económico con el fin de potenciar e incentivar la innovación; constituyen un arma de defensa y un derecho exclusivo de explotación durante un período extensible hasta 20 años, como compensación por el esfuerzo innovador realizado. También hay que estar conscientes que es un derecho que cuesta mantener y que después de ese periodo, se incorpora a un fondo de conocimiento público.
Los datos de patentes constituyen un activo increíblemente valioso. Contienen la información sobre tecnologías, mercados, competidores y clientes potenciales. Es importante generar patentes, pero igual de importante es aprender de ellas para crear mejores tecnologías que permitan competir y aspirar a liderazgos a escala nacional e internacional.
Las empresas disponen de toda esta información para conocer oportunidades comerciales, diseñar programas de I+D, localizar nuevos mercados y buscar socios o titulares de licencias, con lo que sus inversiones y costos de desarrollo disminuyen y no se duplican. Asimismo, reducen el tiempo de mejora de los productos y les permite enfocarse de manera estratégica. Por otro lado, la información contenida en las patentes también permite a los investigadores conocer el estado de la técnica en su especialidad, ponerse en contacto con colegas y socios industriales, focalizar sus aportaciones y generar tecnologías y conocimientos complementarios.
Sin embargo, hay que anotar que las empresas mexicanas difícilmente piensan en participar en mercados de alto valor agregado con productos únicos. Con respecto a otros países de primer mundo, México tiene un reducido número de patentes anuales, de manera que las patentes solicitadas por mexicanos en el país son menores a las solicitadas por extranjeros.
Aún así, consideramos que se está apostando por este camino, pues las empresas tienen que competir en mercados cada vez más cambiantes y globales. México cuenta para ello con el apoyo del Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI), entidad responsable de la reglamentación de patentes; con el CONACYT, el COMECYT y otras entidades gubernamentales que propician el desarrollo y la explotación de patentes mexicanas.