Por Gabriel Alfonso Rodríguez González
En el mundo moderno la tendencia va enfocada hacia saber administrar los activos intangibles, puesto que servirán de base para que el personal administrativo a cargo de las empresas pueda ser más preciso en la toma de decisiones.
La creación de propiedad intelectual sirve de parámetro para que los directivos tomen las decisiones correctas puesto que también se ve reflejada en los estados contables.
El Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española expone que la palabra “activo” significa conjunto de todos los bienes y derechos con valor monetario que son propiedad de una empresa, institución o individuo, que se reflejan en su contabilidad; y que el vocablo “intangible” significa que no debe o no puede tocarse.
En ese sentido los activos intangibles los podemos definir como el conjunto de bienes inmateriales, representados en derechos, privilegios o ventajas de competencia que son valiosos porque contribuyen a un aumento en ingresos o utilidades por medio de su empleo en el ente económico; estos derechos se compran o se desarrollan en el curso normal de los negocios.
Por lo tanto, los activos intangibles se pueden considerar como parte del inventario total de capital o como el capital social basado en el conocimiento que posee la compañía, pudiendo ser el resultado final de un proceso de transformación del conocimiento, el conocimiento mismo que es transformado en propiedad intelectual, o en activos intelectuales de la empresa.
Este tipo de activos los podemos ver reflejados en nuestro patrimonio a través de las patentes, los modelos de utilidad, los diseños industriales, las marcas, los avisos comerciales, o los derechos de autor, los cuales son considerados como un factor muy importante en el éxito de la mayoría de las empresas nacionales o multinacionales, especialmente en aquellas que utilizan intensivamente el conocimiento como un recurso estratégico de valor significativo.
En el mundo moderno la tendencia va enfocada hacia saber administrar estos activos, puesto que servirán de base para que el personal administrativo a cargo de las empresas pueda ser más preciso en la toma de decisiones, proporcione una respuesta efectiva sobre las necesidades del mercado, y sea más competitivo en este entorno tan cambiante y lleno de incertidumbre.
Sin embargo, las empresas aún no toman plena conciencia de la función de los activos intangibles. En general, las normas de contabilidad no reflejan la importancia de estos activos en las cuentas de una empresa, y a menudo estos derechos son subestimados, mal administrados, o explotados de manera insuficiente.
La primer llamada de atención sobre la importancia de los activos intangibles en la economía surgió en la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), que mediante la utilización de datos agregados, demostró que la inversión en intangibles como la educación, la investigación y desarrollo estaban en aumento más rápido que los recursos tangibles, y sugirió que de continuar dicha tendencia la economía iba a estar cada vez más basada en el conocimiento.
Se podría afirmar que Europa ha liderado la investigación en medición, gestión y difusión de información sobre intangibles, además ahí se encuentran las empresas pioneras en el desarrollo de herramientas para la gestión de capital intelectual, viéndose influenciada nuestra economía por los estudios y criterios del viejo continente.
Pero en la era de la Revolución Industrial lo importante era el capital físico, ahora el capital es una constante que representa una acumulación de la capacidad productiva, pero el capital financiero y físico ahora funcionan junto con el capital intelectual, que representa lo más importante de la productividad: conocimiento, talento y experiencia. Por lo tanto, se requiere medir el capital intelectual como se mide la capacidad productiva, es decir como un flujo, no como un inventario, ya que su valor debe de cambiar de estático a dinámico.
Actualmente la ventaja competitiva internacional es consecuencia de la acumulación y explotación simultánea y global del capital intelectual -activos intangibles-, la diferencia en el mercado permite el paso adelante, sea en más rentabilidad, menos costes o en la creación de barreras que impidan el acceso de los competidores.
El escenario del hecho global gira en torno a la disposición, posesión de información y conocimiento, puesto que la circulación de la idea o de la innovación en su interior mediante la cesión o concesión a filiales, agencias, sucursales, presencias comerciales en el exterior, carece, en verdad, de un precio cuantificable, es decir, un precio de mercado, pudiéndose obtener infinidad de beneficios de tipo administrativo, contable y financiero.
Por todo lo anterior, en los últimos años ha aumentado el interés por los activos intangibles, al menos en la empresa privada; su identificación, medición y gestión es un tema de actualidad, considerando importante reconocer y valorar estos activos, puesto que agregan información a los tradicionales indicadores financieros que sirven de parámetro por parte de los dueños o directivos de las empresas para mejorar la toma de decisiones, puesto que sirven como un instrumento de especulación para demostrar a los posibles usuarios externos su potencialidad, su magnitud económica, reflejándose como un valor agregado por parte de la empresa.
El autor es Licenciado en Derecho por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla y Maestro en Derecho Fiscal por la misma casa de estudios. Ha sido catedrático y consultoren diversas empresas.