Edna J. Gómez Benítez/mipatente
La protección de este instrumento legal ampara tanto a consumidores como a productores asociados a un determinado origen: proporciona información sobre el producto respecto a su calidad, y permite diferenciarlo en el mercado para obtener mejores retribuciones.
En este mundo globalizado es muy importante conocer el origen de los productos que compramos; a través de esta información nos garantizan calidad, preparación, envasado y etiquetado -entre otras características-, lo que a su vez nos brinda confianza al consumirlo.
De acuerdo con la Ley de Propiedad Industrial, se entiende por denominación de origen el nombre de una región geográfica del país que sirva para designar a un producto originario de ésta, y cuya calidad o característica se deban exclusivamente al medio geográfico, el cual comprende factores naturales y humanos.
Un ejemplo tradicional y claro de una denominación de origen es el Tequila, relativo a la bebida que al igual que el mezcal se elabora a partir de la fermentación y destilado del jugo extraído del agave. Esta denominación abarca cinco estados: Guanajuato, Michoacán, Tamaulipas, Nayarit y Jalisco. Además de que la denominación Tequila sirve para distinguirse de productos similares, esta bebida quizá sea la más conocida y representativa de México en el mundo.
Para poder llamarse Tequila, la bebida debe estar elaborada en México y contener al menos un 51% de azucares provenientes del agave. Las denominaciones de origen constituyen un mecanismo de defensa para los consumidores y para los productores asociados a un determinado origen: al primero le proporciona información sobre el producto respecto a su calidad, reputación y otras características especiales vinculadas esencialmente a ese origen; mientras que al productor le permite diferenciar su producto en el mercado y obtener mejores retribuciones a sus esfuerzos por incrementar o mantener una alta calidad en su producción.
Los vinos y licores son una buena manera de ejemplificar la denominación de origen.
La denominación “Champagne” se utiliza para indicar que un tipo especial de vino espumoso procede de la región de Francia llamada Champagne. Del mismo modo, Jerez se utiliza para el vino fino producido en la región española que circunda a Jerez de la Frontera.
No obstante, las indicaciones geográficas se utilizan además para otros productos distintos de los vinos y los licores, como el Tabaco de Cuba, o para quesos como el de Roquefort. De igual forma pueden utilizarse para productos industriales, como en el caso del acero de Sheffield. Champagne puede ser utilizada por todos los viticultores de las regiones de Burdeos y de Champagne, pero únicamente la empresa Moët et Chandon puede llamar a su champaña “Moët et Chandon Champagne”: este tipo de signos distintivos son especiales porque a diferencia de una marca, la cual tiene como finalidad distinguir productos o servicios entre genéricos, las denominaciones de origen otorgan protección a los genéricos mismos.
En nuestro país además del Tequila también existen otras denominaciones de origen: la Cajeta elaborada con leche de cabra de Celaya, el Café de Veracruz, Chile Habanero de Yucatán, Sotol de Chihuahua, Coahuila y Durango, Café Chiapas, el Ámbar de Chiapas, Vainilla de Papantla, Café Pluma de Oaxaca, Tehuacán, la Charanda de Michoacán. “Champagne”, “Cognac”, “Roquefort”, “Chianti”, “Porto”, “Havana”, y “Tequila” son conocidos ejemplos de nombres que están asociados en el mundo a productos de cierta naturaleza y cualidad.
Estos rubros existen para proteger legalmente ciertos productos que se elaboran en una zona específica, contra productores que se quisieran aprovechar del reconocimiento que tienen estos. Uno de los objetivos de su utilización consiste en promover el comercio informando al usuario acerca del origen de los productos, que implica con frecuencia cierta calidad preciada para el usuario.
Al igual que otros signos distintivos la denominación de origen se ve afectada por prácticas de competencia desleal cuando la utilizan para un producto que no proviene de la región en cuestión.
En conclusión, las denominaciones de origen son de gran importancia porque constituyen un valioso instrumento jurídico para el desarrollo de una economía , ya que tienen por objeto la “promoción colectiva” garantizando calidad, procedencia y, en muchos casos, tradición e historia de productos que son fruto del íntimo vínculo entre grupos humanos y la tierra de donde provienen.