Su uso evita que personal tenga contacto directo con compuestos tóxicos que pueden afectar su salud; además, emplea un sistema de sensores que evita chocar con plantas u objetos
A fin de eliminar la fauna nociva o plagas de sembradíos o plantaciones, los agricultores comúnmente hacen uso de la fumigación para la cual emplean insecticidas, herbicidas y/o fungicidas, algunos de los cuales resultan dañinos al ser humano y al ambiente en general.
Tal situación despertó el interés de José Caleb de la Vara Navidad, estudiante de la Carrera de ingeniería mecánica del Instituto Tecnológico de Culiacán, de desarrollar un robot capaz de realizar la fumigación para evitar el contacto humano con compuestos tóxicos. El desarrollo, que se encuentra en vía de protección industrial, ha obtenido reconocimientos de innovación tecnológica, así como de emprendimiento a nivel nacional.
Samuel López Armenta
Lo que inició como proyecto escolar en el Tecnológico de Culiacán por un grupo de estudiantes que aportaron el financiamiento del primer prototipo, al paso del tiempo se ha ido concretando en una incipiente empresa, Fumigación Agrícola Móvil, a cargo del mismo Caleb de la Vara y del ingeniero Samuel López Armenta, la cual ha llamado el interés de agrícolas e inversionistas en los estados de Sinaloa y Jalisco.
El robot de 120 centímetros de alto funciona con una motobomba pulverizadora, dos motores eléctricos de 12 voltios, una batería que almacena energía y una computadora que sirve como cerebro; el tronco de su cuerpo tiene aspersores que “riegan” el producto fumigador; se dirige a distancia para una conducción en línea recta. Emplea sensores ultrasónicos que detectan la proximidad de las plantas u objetos, y que de hacer contacto con éstos aplica reversa, por orden de un sensor de pulso, hasta donde el observador de su operación lo detiene y lo coloca en el siguiente surco.
El equipo ha realizado pruebas satisfactorias con fumigadores orgánicos, menos tóxicos que los sintéticos, en invernaderos de la empresa Agricola Divemex, en los cuales se han liberado de la presencia de insectos, hongos y ratas. “El aparato es adaptable a las condiciones de un sembradío cubierto, aunque ya hacemos pruebas para parcelas al aire libre y en el empleo de productos sintéticos más tóxicos.
El robot utiliza como combustible gasolina y por cada litro es capaz de fumigar una hectárea. Dentro de los planes de perfeccionamiento se considera “alimentarlo” con energía solar y de trabajar por aproximadamente cinco horas.
“En la agricultura protegida se requiere de la automatización de procesos para mejorar la productividad de los invernaderos, lograr reducción en los tiempos de actividad de la mano de obra, así como de costos, además de la racionalización de los químicos, lo cual contribuye a alcanzar un mayor nivel de eficiencia”, explica el ingeniero López Armenta.
Agrega que con el empleo del robot habrá mayor precisión en el cálculo y empleo de los químicos utilizados en el espacio de cultivo, lo que permite ahorro por parte del empresario. Asimismo, al realizar funciones de ocho fumigadores, permite una reasignación de éstos para realizar actividades de mayor valor agregado.
Como parte de los desarrollos a futuro se trabajará con el Centro de Investigaciones Biológicas del Noroeste, bajo la conducción del doctor Joaquín Gutiérrez Jagüey, especialista en inteligencia artificial y vehículos autónomos. Es así que se realizarán mejoras en sensores, en los sistemas de tracción y de aspersión, en rendimiento de batería, resistencia de temperatura y humedad, entre otros.
“Próximamente presentaremos el prototipo de versión más reciente al Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, institución a la que haremos planteamientos para financiamiento y/o apoyo para incrementar nuestra empresa. No estanos cerrados a establecer comunicación con posibles inversionistas de la iniciativa privada, pues se trata de un desarrollo que es más económico que los equipo de protección para los fumigadores”, concluye el joven científico sinaloense. (Agencia ID)