Por Karla Navarro
Ensenada, Baja California. (Agencia Informativa Conacyt).- En los últimos 40 años, en la región que conforman el noroeste de México y el suroeste de Estados Unidos, se incrementó la temperatura promedio un grado Celsius y las proyecciones de cambio climático indican que la tendencia es que siga en aumento.
Además del incremento en la temperatura, los especialistas señalan que la variabilidad climática también podría intensificarse, es decir, podría haber periodos de lluvias intensas y después sequías prolongadas, así como calor y frío intensos.
La doctora María Tereza Cavazos Pérez, especialista en climatología del Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada (CICESE), explica que el aumento de la temperatura promedio representa también un posible aumento en las temperaturas de los extremos correspondientes a los periodos de calor y frío, debido a que la distribución de temperatura cambia.
“Cuando nosotros analizamos mes por mes los últimos 40 años, hemos visto cómo se han movido hacia la derecha de la distribución las temperaturas, es decir, hacia el lado más caliente, especialmente en el noroeste de México y en verano, que es cuando hay más probabilidades de que ocurran las ondas de calor”.
Debido a que cuatro décadas es un registro considerado como corto, la doctora Cavazos y sus colaboradores hicieron una revisión de artículos científicos dedicados al análisis del clima del siglo pasado, a escala global y de América del Norte.
Como resultado, encontraron que el noroeste de México y el suroeste de Estados Unidos es una región que continuamente muestra la tendencia actual: un aumento en su temperatura promedio y, en consecuencia, la intensificación de los extremos de frío y calor, pero especialmente los cálidos.
Aunque las ondas de calor, definidas como un incremento de la temperatura promedio que se prolonga por varios días, se sitúan en los extremos del clima, son estudiadas por los climatólogos como un tema aparte.
No obstante, la doctora Cavazos apunta que “al moverse la curva de la distribución hacia la derecha, estamos suponiendo que ha habido un incremento en las ondas de calor, porque la evidencia muestra que las temperaturas en esta región han aumentado significativamente en las últimas décadas”.
Sin registros históricos
Al igual que la temperatura, el registro de las precipitaciones es uno de los factores principales que los expertos toman en cuenta para elaborar pronósticos climatológicos.
El doctor Edgar Pavía López, investigador del Departamento de Oceanografía Física del CICESE y director de la División de Oceanología, expuso que la complejidad del estudio del clima radica en su alta variabilidad, a diferencia de lo que ocurre con el día y la noche o las estaciones del año, que tienen una frecuencia definida.
Aunado a ello, la región en que se encuentra Baja California dispone de un registro climático confiable de apenas 67 años, lo que dificulta la elaboración de pronósticos climatológicos, ya que los especialistas todavía no cuentan ni siquiera con los datos correspondientes a variaciones de baja frecuencia.
Con estas reservas, los climatólogos comienzan a dibujar un patrón: de 1951 a 1975 se registró un periodo de lluvias promedio; de 1975 a 2000 fue un periodo anómalamente lluvioso, y el ciclo actual está por debajo del nivel promedio de precipitaciones.
El doctor Pavía enfatizó que, por la ausencia de datos históricos y la variabilidad climática, este panorama no implica que a partir de 2025 empiece una temporada lluviosa en la región.
Temporada de sequía
Mientras que en estados del sur del país las lluvias promedio se miden en metros, en Baja California el promedio anual de precipitaciones es de aproximadamente 250 milímetros, con variaciones de alrededor de 100 milímetros de un año a otro.
Sin embargo, en los últimos años las lluvias de la región han sido inferiores al promedio y este año, en particular, es considerado el año más seco desde 1951, con un nivel promedio de precipitaciones de apenas 60 milímetros.
El doctor Pavía mencionó que en cuanto a precipitaciones, disponen de datos —del CICESE y la Conagua— en la región que forman San Quintín, Ensenada, Valle de Guadalupe y los municipios de Playas de Rosarito, Tijuana y Tecate.
Las precipitaciones en Baja California están estrechamente ligadas al fenómeno de El Niño, cuya presencia regularmente se asocia a lluvias abundantes, mientras que La Niña se relaciona con lluvias por debajo del promedio.
De acuerdo con el artículo Changes in the ENSO-rainfall relationship in the Mediterranean California border region, publicado el año pasado por el doctor Edgar Pavía en la revista Atmospheric Science Letters, en temporadas de sequía como la que atraviesa actualmente la región, la relación de las precipitaciones con el fenómeno de El Niño se debilita.
Es por ello que a pesar de que se pronostica —con 70 por ciento de probabilidad— que el próximo año habrá fenómeno de El Niño, los climatólogos no pueden afirmar que habrá lluvias en abundancia.
“El pasado fenómeno El Niño fue seco, sería muy raro que el del siguiente año sea seco, pero no podemos descartarlo. Creemos que va a llover arriba de la media, más de 250 milímetros”, adelantó el investigador del CICESE.
Variabilidad intensa
En los resultados preliminares de estudios a largo plazo que abarcan hasta el año 2100, los climatólogos del CICESE detectaron que la lluvia aumentará su variabilidad en la región, es decir, que habrá años muy lluviosos y años muy secos, en relación a las precipitaciones promedio.
Estos pronósticos se obtienen con modelos numéricos elaborados por investigadores altamente especializados; sin embargo, el doctor Edgar Pavía subrayó que se deben tomar los estudios con cautela, puesto que es necesario continuar las investigaciones para reducir el grado de incertidumbre.
Esta variabilidad no es exclusiva de las precipitaciones. La doctora Tereza Cavazos mencionó que en los escenarios de la temperatura también se ven reflejados altibajos extremos: años muy calientes y años muy fríos.
“Al estar la atmósfera más caliente, eso la dota de capacidad de cambiar más rápidamente”, advirtió.
Humano, ¿el culpable?
Como causas de estos escenarios climatológicos que se describen por los investigadores, se consideran principalmente dos: los factores naturales y las actividades antropogénicas.
La doctora Cavazos explicó que los factores naturales que afectan la región son los fenómenos de El Niño y La Niña, la oscilación decadal del Pacífico (PDO, por sus siglas en inglés) y la oscilación multidecadal del Atlántico (AMO, en inglés).
“Hicimos un análisis para ver qué tanto contribuían esas oscilaciones naturales en el aumento de la temperatura del noroeste de México y vimos que no era tanto, por lo tanto estamos concluyendo que la tendencia que vemos en el noroeste de México y suroeste de Estados Unidos podría estar asociada con el cambio climático antropogénico. Sin embargo, hay incertidumbre porque los datos son de pocas décadas”.
Al encontrar que los factores naturales no tienen una influencia determinante en los cambios del clima de la región, se deduce que la influencia antropogénica es la responsable; no obstante, la doctora Cavazos precisó que para comprobarlo es necesario realizar un análisis específico denominado atribución al cambio climático.
“Es importante tomar en cuenta que los escenarios de cambio climático puede que ocurran y puede que no, pero es importante tomar medidas de prevención. Lo que vemos con la temperatura es que ya está ocurriendo el aumento de la temperatura en esta región, nos lo dicen los datos observados, que ya tenemos un aumento de un grado Celsius y podría seguir aumentando”.
Ante ello, consideró imprescindible que se tomen en cuenta las evidencias actuales y estos escenarios en medidas preventivas como el uso eficiente del agua, los tipos de agricultura que se promueven, el diseño de casas habitación, y en los programas de desarrollo urbano, entre otros.