AUTOR: Tania Robles
FUENTE: AGENCIA INFORMATIVA CONACYT
Ciudad de México. 15 de junio de 2016 (Agencia Informativa Conacyt).- Para cumplir con misiones y objetivos que involucran contacto entre agentes biológicos, es necesario cumplir con ciertas normas o restricciones para evitar situaciones de peligro biológico. Incluso en el espacio existen precauciones para evitar peligros de este tipo. Durante el Tercer Foro Hacia Nuevos Horizontes de la Medicina, organizado por la Agencia Espacial Mexicana (AEM), se trataron temas sobre esta área.
Para esto, la especialista en el tema, la doctora en ciencias Klintsy J. Torres Hernández, del Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (INER) y miembro fundador de la Asociación Mexicana de Bioseguridad, platicó sobre estos aspectos.
Seguridad espacial
Las grandes obras de la ingeniería espacial, como la Estación Espacial Internacional (EEI), no han estado exentas de situaciones de riesgo biológico. Y para esto existen diversos aspectos primordiales que se deben cuidar al tratarse de seguridad biológica en el espacio, pues se debe considerar que las naves espaciales pueden contener dentro de ellas algunos microorganismos dañinos para sus habitantes e instalaciones. “La Estación Espacial Internacional ha sufrido el crecimiento de hongos dentro de ella, un problema ambiental muy fuerte porque puede dañar estructuras y causar problemas mayores”, explicó la doctora.
Si la EEI o cualquier otra nave tuvieran una invasión de hongos mayor, se ocasionaría un grave problema por ejemplo con las conexiones eléctricas o fuentes de agua potable que pudieran contaminarse, pues en este último ejemplo a los astronautas les sería imposible beber esta agua.
Ha habido casos en que la NASA retarda lanzamientos de cargas a la EEI debido al crecimiento de hongos dentro de las mismas. La multiplicación de estos organismos se debe a que una nave espacial es un espacio confinado y cerrado, “si hay ciertos niveles de humedad, los hogos crecen ahí. Y esto pasa porque los microorganismos y hongos no se quedan en la Tierra, sino que viajan con nosotros en nuestra piel, heces, boca y cualquier parte de nuestro cuerpo, aunque se manden objetos esterilizados”, añadió.
Según un estudio publicado en la plataforma Microbiome, en instalaciones similares, los microorganismos de la piel tienen mayor presencia en este ambiente al compararse con el ambiente terrestre.
Dentro de la EEI, con fines de investigación, se hace el cultivo de muestras de microorganismos para conocer los efectos de la radiación, microgravedad y ambiente sobre estos. Se han realizado estudios en donde se compara el crecimiento de diversos organismos en la Tierra y en la EEI. Para realizar esto se consideraron condiciones de habitabilidad, en donde en el laboratorio en Tierra había 50 personas y en la EEI solo tres o cuatro. “La cantidad y diversidad de microorganismos que se encuentra en la EEI y en la Tierra es diferente. Una de las preguntas que se hacen es si la microgravedad ayuda a su crecimiento para ser más o menos rápido o si la radiación espacial los afecta”, añadió.
Elementos a considerar por los investigadores son los niveles de oxígeno en la nave, de radiación espacial y microgravedad, y todo afecta en el crecimiento de ellos. “Si exponemos directamente a la radiación espacial un microorganismo, obtendremos cambios directos en su ADN y en sus moléculas, por ejemplo en la función de sus enzimas, y al final obtendremos mutaciones del microorganismo. Es decir, lo que hoy tenemos en la Tierra, después de un año en el espacio podría ser distinto”, comentó.
Un aspecto importante es el monitoreo constante de la presencia de microorganismos dentro de las naves con el uso de distintos métodos. Para conocer esto, se crearon y colocaron placas de distintos materiales dentro de la nave para evaluar en cuál se daba un mayor crecimiento y de qué tipo de bacterias se trataba. Dentro de la EEI se han encontrado muestras de estafilococos, micrococos, estreptococos, hongos, entre otras. Por ejemplo, para evaluar el efecto del oxígeno dentro del lugar y para conocer qué organismos habitan las naves, se toman muestras con diversos métodos y son enviadas a la Tierra donde se analizan.
Un efecto negativo de estos organismos dentro de la EEI es en los cultivos de vegetales como lechugas, donde con el exceso de humedad crecerían inmediatamente hongos, lo que ocasionaría un gran problema de seguridad biológica y pérdida de cultivos para la producción de alimentos. Para evitar esto se modifican las condiciones de crecimiento para reducir la aparición de estos.
Existen formas de desinfección dentro de la EEI con el uso de sustancias no dañinas para limpiar, misma situación que obliga a que todos los elementos de la nave sean resistentes a estos desinfectantes.
Además, al enviar a los astronautas al espacio se les realizan previamente pruebas sobre su estado de salud y conocer así si no viajarán con ellos algunos entes infecciosos que pudieran generar una epidemia dentro de la estación.
Para que un astronauta pueda viajar al espacio es necesario que cuente con la salud suficiente, para esto, debe además contar con todas sus vacunas. Antes de viajar se le realizan estudios médicos para conocer perfectamente su situación de salud. Actualmente, solo los microorganismos nivel de riesgo biológico 1 y 2 son permitidos dentro de la Estación Espacial Internacional. Los microorganismos siempre acompañarán a los astronautas, a donde quiera que vayan.