Guadalajara, Jalisco. (Agencia Informativa Conacyt).-Las ciencias médicas han avanzado de tal manera que permiten imaginar, en un futuro no muy lejano, corazones artificiales completamente autónomos, prótesis controladas mediante circuitos remotos y arterias formadas por polímeros biodegradables. Pero durante la XXX Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL), el investigador Daniel Cohn dejó en claro que la enorme gama de dispositivos biomédicos ya existentes permite ver los corazones y las arterias artificiales como desarrollos del presente.
El trabajo conjunto de disciplinas como la química, la biología molecular y la ingeniería genética permitió hacer realidad esta cantidad de dispositivos biomédicos que ha posibilitado a los médicos cirujanos reemplazar órganos que han fallado y, en la última década, reconstruirlos incluso sin sacarlos del cuerpo humano.
En la conferencia Construyendo al hombre biónico: ciencia al servicio del cuerpo humano, el experto en biopolímeros expuso los avances en la implantación de artefactos biomédicos en el cuerpo humano, habló de sus proyecciones a futuro y de las implicaciones éticas que conlleva este nuevo camino que conduce hacia la construcción del hombre biónico.
La historia del hombre biónico
Las modificaciones al cuerpo humano, que hoy nos hacen pensar en prótesis y órganos artificiales, en realidad se remontan a la era Neolítica o Mesolítica. Estas operaciones han existido desde que el ser humano tuvo la capacidad de construir herramientas, pues desde entonces comenzó a utilizarlas en su propio cuerpo, comentó Daniel Cohn.
Para ilustrar su comentario, el investigador expuso el ejemplo de dientes de madera, encontrados en el antiguo Egipto; de una momia con dedos del pie construidos con madera y cuero; y desde luego, remontándose al Neolítico, las trepanaciones, las primeras cirugías de la historia que consistían en ocasionar un agujero en el cráneo, operación a la que sorprendentemente sobrevivía hasta 65 por ciento de los sometidos.
En aquellos tiempos, la mayoría de las modificaciones al cuerpo humano respondía a necesidades externas. En cuanto a las necesidades internas, como las intervenciones cardiacas, aunque han sido un problema desde la antigüedad, comenzaron a tratarse de manera exitosa apenas en los últimos siglos.
Daniel Cohen explicó que uno de los grandes eventos en el campo de la biomedicina se dio en el año de 1982, cuando por primera vez se le implantó a un hombre un corazón artificial con el fin de alargar su vida hasta conseguir un donante del órgano. Esta persona logró mantenerse con vida por 112 días después del injerto y finalmente falleció.
Desde entonces, el diseño y construcción de corazones artificiales ha ido mejorando, aunque su desarrollo aún no ha sido completado.
¿Cómo se construye el hombre biónico en el presente?
Mediante la utilización de polímeros biodegradables desarrollados en Israel, en este momento se están buscando procedimientos que permitan crear órganos o tejidos dentro del cuerpo del paciente.
“Creemos humildemente que estamos tratando de crear el hombre biónico dentro del hombre, crear la arteria artificial no en el laboratorio, no en la fábrica, sino en el hombre mismo”, planteó el investigador durante la charla.
Las estrategias que el diseño de dispositivos biomédicos está tomando van encaminadas en lograr una medicina quirúrgica especializada que, además, utilice procedimientos mínimamente invasivos.
Una de las técnicas que ya está siendo desarrollada es la “soldadura in situ”, que permitirá construir el órgano o tejido a implantar en pequeñas partes para después introducirlos uno por uno y soldarlos dentro del cuerpo.
Para ello, explicó Daniel Cohn, es necesaria la creación de polímeros especiales que permitan una “soldadura” rápida y duradera, además de condiciones de operación civilizadas, que no involucren el uso de temperaturas extremas o de sustancias que puedan perjudicar al paciente.
Polímeros inteligentes para crear al hombre biónico
Otra de las estrategias que se están desarrollando es el uso de los denominados polímeros inteligentes. Estos compuestos tienen una baja viscosidad a bajas temperaturas, su consistencia es parecida a la del agua, pero al alcanzar los 37 grados Celsius se convierten en geles de alta resistencia.
El uso de estos polímeros permitiría inyectar un líquido a baja temperatura que, al contacto con el tejido dañado, adopte la conformación anatómica específica del paciente y solidifique para reparar el daño.
“Con este método hemos logrado crear arterias artificiales, con sus tres capas de tejido especializado, sin la necesidad de abrir al paciente, logrando una medicina personalizada, pues el líquido emula la anatomía de la persona, ocasionando menos sufrimiento, menos dolor, menor exposición a infecciones y un rápido tiempo de recuperación”, detalló el químico sintético.
Pero para cada estrategia expuesta hay dos kilos de problemas, comentó el investigador, quien considera que se necesita de una nueva generación de pioneros, de jóvenes que trabajen con una mezcla de ingenio y humanidad; y estimula a sus estudiantes expresándoles que la posibilidad de ayudar a alguien en algún momento, de alguna forma, en cualquier lugar del mundo, es una experiencia muy gratificante.
Problemas éticos del hombre biónico
“Hay una diferencia muy grande entre la velocidad a la que avanzan estas ciencias y la manera en que la sociedad logra incorporarlas a la cultura, ajustar sus escalas de valores y se va dando una brecha muy grande entre estos dos aspectos de la vida”.
Esto plantea preguntas de toda índole, desde la posibilidad o imposibilidad de patentar tejidos humanos; el cómo asegurar que los estudios en animales y seres humanos sean hechos con responsabilidad y respeto; y las cuestiones filosóficas que nos harán preguntarnos cada vez más ¿hasta dónde sigue siendo humana una persona cuyo cuerpo es en su mayoría artificial?, presentó el científico.
“En los últimos 20 años, nos han enseñado a estar muy alertas por los químicos que están presentes en el ambiente y luego vienen estos científicos de nanomateriales que implantan estas sustancias que estarán en contacto directo con nuestra sangre, con nuestros órganos reproductivos, con nuestro cerebro. Estamos muy preocupados de que se agreguen químicos a nuestra comida, a nuestra agua, a nuestros jabones, ¿y los químicos que se implantan a nuestros huesos?”.
Pero el investigador puntualizó que las evaluaciones a las que son sometidos estos dispositivos buscan siempre asegurar la salud humana, y agrega que estos sistemas han sido implantados en seres humanos sin ningún daño aparente, logrando mejorar la calidad de vida y reduciendo el sufrimiento de las personas enfermas y sus familias.
El futuro del hombre biónico
El investigador comentó que existen campos en los que las ciencias biomédicas aún no logran penetrar, y hablar del hígado o del cerebro es hablar de “palabra mayores”.
Pero aunque se necesitará del paso de varias generaciones de científicos para poder hablar de avances en estas áreas, hay muchos otros desarrollos que son una realidad, productos que tienen que ver con la piel, las córneas, incluso el corazón.
“Yo no creo en un hombre inmortal y discrepo con esa idea que plantea que los ricos puedan acceder a la tecnología para vivir por siempre. En mi modesta opinión, eso no puede ser llamado científico. Pero sí creo en que vamos a poder prolongar significativamente la vida humana, mejorar la calidad de vida de las personas y lograr una vejez linda y disfrutable, eso sí es posible”, concluyó Daniel Cohn.
AUTOR: Amapola Nava
FUENTE: AGENCIA INFORMATIVA CONACYT
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