Por Pablo Miranda Ramírez
Guadalajara, Jalisco. (Agencia Informativa Conacyt).- Orientados por su vocación científica, Yazmín Ramiro Cortés y Fatuel Tecuapetla cruzaron el océano Atlántico para aprender más. Con ayuda de la Fundación Champalimaud, estos mexicanos llegaron a Portugal con la intención de profundizar en la neurociencia y, una vez adquiridos los conocimientos, regresar a tierra azteca para compartir las novedades y hallazgos.
Acompañados por su bebé, la doctora Ramiro y el doctor Tecuapetla, investigadores del Instituto de Fisiología Celular de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), participaron en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL) con la conferencia Dos neurocientíficos mexicanos en Portugal.
Dentro de esta actividad, que forma parte del programa “La FIL también es ciencia”, ambos científicos compartieron sus experiencias con la Fundación Champalimaud y las líneas de investigación que abordaron en el país luego de su estadía posdoctoral, donde trabajaron aspectos en torno a las neurociencias y cómo reacciona el cerebro.
El doctor Tecuapetla, quien cursó una estancia posdoctoral en el Instituto Gulbenkian de Ciencia de la Fundación Champalimaud, explicó que su línea de investigación aborda las neurociencias y el uso de la optogenética para entender de qué forma trabaja el cerebro ante impulsos y reacciones aplicadas.
El investigador explicó que el cerebro está conformado por millones de neuronas y cada movimiento en un ser vivo es consecuencia de una actividad cerebral, y esas acciones pueden ser observadas en el cerebro para ser identificadas y estudiadas a fondo, representando microcircuitos neuronales que trabajan según una función específica.
“Dentro del cerebro hay diferentes tipos de neuronas, hay grandes, pequeñas y una cantidad impresionante que definimos principalmente por identificación anatómica, por sus tamaños y procesos, pero ahora lo hacemos con marcadores moleculares, si una célula expresa un resultado específico, entonces decimos que es de ese tipo”.
Para entender cómo funcionan estos circuitos neuronales en humanos, podrían usarse métodos invasivos, mencionó el investigador; sin embargo, ya existen otros procedimientos para entender la función cerebral, como los encefalogramas, que ofrecen un registro superficial sobre qué está pasando dentro del cerebro.
No obstante, esta es una técnica que aporta conocimiento superficial, consideró el investigador, por lo que existen otras formas de conocer a fondo el funcionamiento neuronal, mostrando con colores y otros marcadores el comportamiento del cerebro para que los científicos puedan inferir el comportamiento de los circuitos neuronales.
¿Ratones a control remoto?
Identificar y detectar los circuitos neuronales puede ser posible gracias a técnicas científicas, como la aplicación de sustancias en individuos y así condicionar el comportamiento de los sujetos experimentales: “Lo que queremos aprender, a través de estas técnicas, es cómo los circuitos neuronales contribuyen a la generación de conductas”.
El doctor Tecuapetla explicó que hay antecedentes sobre el uso de sustancias o proteínas en sujetos experimentales para identificar, con base en la luminosidad, el trabajo de ciertas funciones cerebrales de mamíferos. Estos conocimientos fueron aprendidos por el científico mexicano, quien posteriormente utilizó la optogenética en sus investigaciones.
La optogenética es una técnica científica que combina métodos visuales para poder observar la función cerebral en organismos, esto a través de la aplicación de proteínas que iluminan ciertas partes del cerebro.
Plasticidad sináptica
Al igual que el doctor Tecuapetla, la investigadora Yazmín Ramiro Cortés realizó una estancia posdoctoral en Portugal. Durante su estadía, la científica trabajó de cerca con especialistas en neurociencias, siempre con el objetivo de volver a México a compartir el conocimiento adquirido en aquel país europeo.
“En mi caso fue una oportunidad muy buena, porque el laboratorio en el que me incorporé me permitió aprender nuevas técnicas e incluso aprender desde cero”.
La investigadora mencionó que su aprendizaje se centró en las espinas, pero no aquellas de los árboles o arbustos, sino las que se observan en las neuronas. Explicó que estas estructuras son responsables de las comunicaciones entre las neuronas y es ahí donde ocurre la mayoría de la sinapsis del cerebro.
Las espinas se encuentran en las dendritas de las neuronas, y agregó que al nacer, la cantidad de espinas en nuestras neuronas es alta; sin embargo, el número desciende y se afinan conforme crecen los individuos y mejora su aprendizaje y memoria. Estas estructuras también cambian si el sujeto presenta algún tipo de enfermedad, como autismo o síndrome de Down.
Ramiro Cortés mencionó que gracias a la Fundación Champalimaud tuvo la oportunidad de estudiar a fondo la forma de estas espinas; no obstante, pese a que ya se conoce la estructura y el comportamiento de estas estructuras, es necesario estudiar a fondo cómo se comporta el cerebro según anomalías que presente.