Fuente: ANTIMIO CRUZ BUSTAMANTE, Reportero de Ciencia, Tecnología e Innovación, Revista Digital Mi Patente, [email protected], www.mipatente.com
El Consejo Consultivo de Ciencias (CCC), de la Presidencia de la República presentó el micrositio de internet llamado “Investigadores con vocación empresarial. Se terminó la espera” http://www.ccciencias.mx/es/ebt , en el que se difundirán las historias de empresas mexicanas de base tecnológica y se explicará el marco legal que fomenta y estimula el convertir el nuevo conocimiento en innovaciones patentables y aprovechables.
En la conferencia, el físico Arturo Menchaca, coordinador general del Consejo advirtió que si México no fomenta el nacimiento de más empresas de base tecnológica, seguirá cayendo en los índices internacionales de competitividad como ocurrió en el último año, en el que descendió tres lugares en el Reporte Anual de Competitividad Mundial.
El también investigador de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), dijo que, durante décadas, en México ha habido una limitación conceptual que frenaba la participación de los científicos en la transferencia de tecnología y la formación de empresas de base tecnológica. Este freno se debía a una prohibición expresa que existía en la Ley de Ciencia y en la Ley de Responsabilidades de los Servidores Públicos, que impedía hacer negocios con los conocimientos generados en instituciones que recibían dinero público.
Esta limitante buscó ser cambiada con la reforma a las dos leyes federales mencionadas, que se aprobó el 8 de diciembre de 2015, para eliminar el supuesto conflicto de intereses entre ser investigador y ser emprendedor. Desafortunadamente, la reforma legal no ha cambiado la mentalidad de la mayoría de las instituciones y de los investigadores.
En el mismo evento, Enrique Galindo, investigador del Instituto de Biotecnología de la UNAM, dijo que, un año y medio después de que se aprobó la reforma de dos leyes federales que permite a los científicos formar empresas de base tecnológica y estimular la generación de más patentes, pocos centros públicos de investigación han generado las herramientas para instrumentar la reforma.
Galindo explicó que tras las reformas se estableció un plazo de 180 días para que las instituciones públicas adoptaran lineamientos internos con el fin de cumplir con la ley. Este plazo venció el 7 de junio de 2016 y la mayoría de las instituciones no han establecido normatividades que fomentan la creación de empresas o la trasferencia de tecnología.
Economía del conocimiento
En contraste con el panorama que se describió para México, en la conferencia se dieron datos de lo que ocurre en universidades de otros países, por ejemplo, la Universidad de Oxford, Inglaterra, recibe cada año el equivalente a mil millones de pesos mexicanos, por cobro de patentes generadas en sus laboratorios. Por su parte el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT por sus siglas en inglés) recibe cada año el equivalente a 37 mil millones de pesos, por la tecnología que ha creado y transferido.
“Nosotros queremos hacer un llamado a los investigadores que tengan vocación emprendedora para que aprovechen el nuevo marco legal y también llamar a las instituciones de investigación para que establezcan lo antes posible los lineamiento internos que se requieren para que se acelere esta transferencia de tecnología”, dijo Galindo antes de señalar que se necesita dar nuevas opciones de empleo a los mexicanos que cuentan con maestrías y doctorados pues no todos pueden ser absorbido por la Academia y, según el INEGI, el 48% de los mexicanos con mayor nivel de estudios no tiene un empleo en el campo para el cual se preparó.
“La transferencia de tecnología puede generar empleos mejor pagados en industrias que adoptan nuevas tecnologías o en empresas formadas por los investigadores. Esto es algo que debemos para no desaprovechar el bono demográfico del país, es decir, el talento con el que ya contamos”, indicó el universitario.
La doctora Mayra de la Torre, investigadora del Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo (CIAD) y una de las científicas que ha colaborado en más transferencias tecnológicas en México, participó en este conferencia, procedente de Chihuahua, y explicó que en el noreste de México la agricultura se ha robustecido gracias a una apropiación rápida del conocimiento en biotecnología. Habló de la existencia de más de 30 empresas fuertes de base tecnológica en la región noroeste, que demuestran que no es ficción la posibilidad de generar más ingresos con base en la transferencia tecnológica.
La doctora De la Torre dijo que algunos de los campos que en futuro pueden generar ingresos de mejor calidad para los investigadores y para las comunidades es la aplicación del conocimiento en campos como el microbioma y las empresas innovadoras formadas por comunidades indígenas innovadoras.
Desde otra región de la República, el doctor Alfonso Larque, investigador del Centro de Investigación Científica de Yucatán (CICY), dijo que la ciencia mexicana no ha podido demostrar a la sociedad su capacidad para transformar el conocimiento en bienestar social y que esta es una oportunidad que no se debe desaprovechar.
“Recordemos que el conocimiento para el bienestar de la población tiene una larga tradición en lo que hoy es México; durante la colonia, el segundo producto más exportado a Europa, después de la plata, eran los pigmentos, que revolucionaron la industria textil; mientras que siglos antes, los mayas, ya aprovechaban para diferentes usos a la papaína, que es una enzima que hoy conocemos como un buen ablandador de carne”, explicó el investigador que realiza sus labores en Mérida
“El llamado que estamos haciendo hoy es en favor de que se reactive rápidamente el proceso para que los centros públicos de investigación concluyan los lineamientos internos para permitir a los investigadores generar y transferir patentes o formar empresas de base tecnológica. Un atraso más sería inconcebible”, concluyó.