Por Alejandra Morales Paredes
A 200 años de su nacimiento, cabe recordar el legado que el Inglés Carlos Darwin (1809-1882) dejó en su obra fundamental “El origen de las especies” (1859), en la que se postuló que todas las especies de seres vivos han evolucionado con el tiempo a partir de un antepasado común mediante un proceso denominado selección natural. Asimismo comenzaba a hablar de la herencia genética.
Sus posteriores obras se centraron en la evolución humana, y en este sentido puedo referirme a los increíbles fenómenos de la plasticidad neuronal y adaptación del cerebro, que han llevado a los hombres a tener la capacidad de satisfacer sus necesidades mediante la transformación de la materia y la energía (base para la definición de “invención” en el artículo 15 de la Ley de la Propiedad Industrial) y por ende se han producido cambios en la morfología de su cuerpo y del medio ambiente de la Tierra.
Dichos cambios son tratados también por la Ecología, ciencia que estudia las relaciones de los seres vivos entre sí y con su entorno.
El término Ecología fue acuñado por el evolucionista Ernst Haeckel (1834-1919), quien a su vez popularizó el trabajo de Darwin en Alemania. En este sentido ecológico, cabe mencionar que México ocupa el cuarto lugar a nivel mundial en Biodiversidad, ya que cuenta con una gran variedad de suelos, climas, flora y fauna, volviéndose así, centro de atención para la Biotecnología, herramienta relativamente nueva para la creación tecnológica a partir de organismos vivos, lo cual ha generado efectos positivos en la economía de países que la han implementado.
Esta nueva rama de la ciencia, parte del descubrimiento de la estructura del material genético, llevando a J. Watson y a F. Crick, a ganar el Premio Nobel en 1962.
La teoría darwiniana ha impactado a diversos círculos socio- culturales, impacto que también se ve reflejado en el medio ambiente de nuestro planeta. Un ejemplo cercano lo tenemos en la saturación del relleno sanitario del bordo poniente en el Valle de México, debido al inadecuado manejo de desechos que están contaminando suelos y aguas.
La solución podría estar en la invención de un sistema para el manejo biotecnológico de desechos con el fin de transformarlos en energía, y producir así un potencial económico para México, comenzando desde nuestros hogares a reutilizar los desechos sólidos y a separar la basura, buscando de esta manera, una adaptación mutua entre especie humana y naturaleza.