Mérida, Yucatán. (Agencia Informativa Conacyt).- La captura de langosta (Panulirus argus) en la península de Yucatán data de principios de la década de los cincuenta, estableciéndose la pesquería de manera formal en el estado de Yucatán hacia el año 1970. A más de tres décadas, las condiciones ambientales adversas han mermado los hábitats de las langostas, afectando la disponibilidad de este recurso para el comercio pesquero.
Con el objetivo de aumentar la disponibilidad de langostas y mejorar la cadena productiva pesquera de la región, investigadores de la unidad Mérida del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav) del Instituto Politécnico Nacional (IPN) desarrollaron un programa regional de implementación de cuatro mil 200 refugios artificiales en cuatro comunidades de la costa de Yucatán, con el financiamiento de la Comisión Nacional de Acuacultura y Pesca (Conapesca) y la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa), donde se obtuvo una colonización exitosa.
Entrevistada por la Agencia Informativa Conacyt, Silvia Salas Márquez, investigadora del Departamento de Recursos del Mar de la unidad Mérida del Cinvestav, señaló que el proyecto surgió a partir de la iniciativa de pescadores langosteros de San Felipe, Río Lagartos, El Cuyo y Celestún. A pesar del fracaso de los intentos previos, el éxito obtenido entre 2005 y 2006 ha motivado a los participantes a plantearse la posibilidad de replicarlo en la actualidad.
“Los refugios artificiales (conocidos también como “casitas cubanas”) se han usado ampliamente en las regiones del Caribe, pero el primer intento de implementación en nuestro país por parte del gobierno (poco más de dos décadas atrás) no tuvo la aceptación de los pescadores. En este caso, fueron ellos quienes se acercaron a nosotros y me parece gratificante poder hacer el trabajo en conjunto con ellos, ya que ellos conocen su medio y te dicen qué funciona y qué no”, señaló.
Con la finalidad de mejorar las condiciones de la pesquería en una forma integral, la implementación del proyecto abarcó la caracterización de los tipos de fondo marino en las principales áreas de pesca; la construcción e inducción de casitas cubanas; la promoción de cursos y charlas entre los pescadores con el propósito de mejorar sus habilidades de pesca selectiva por medio de los refugios artificiales; y el mejoramiento de la infraestructura de las cooperativas para promover la certificación de sus plantas de recepción.
Casitas cubanas especiales para langostas
De acuerdo con Salas Márquez, quien pertenece al Sistema Nacional de Investigadores (SNI) con nivel I, la implementación de las casitas cubanas se llevó a cabo en conjunto con más de 500 pescadores de seis cooperativas de la costa de Yucatán, con la finalidad resolver las problemáticas que presentaban los refugios anteriores, como el hundimiento y la poca durabilidad del material.
De esta forma, se diseñaron refugios con patines para evitar su hundimiento. Debido a que la altura de los refugios anteriores permitía que entraran diversos depredadores marinos —incluidos tiburones—, su tamaño se disminuyó para que correspondiera a las proporciones de una langosta.
“También hicimos un mapeo del fondo mediante buceo para buscar los lugares idóneos para colocar los refugios. No solo fue hacer el diseño, sino saber dónde colocarlo para que tenga la mejor oportunidad de operar eficientemente”, comentó la investigadora.
El ferrocemento marino fue el principal material empleado para que los refugios tuvieran mayor durabilidad en el fondo. Después de elaborar varios prototipos, se construyeron cuatro mil dispositivos que se distribuyeron en la zona oriente y 100 en la zona poniente de la costa yucateca. Posteriormente, los sitios fueron visitados para registrar los procesos de colonización, donde se observó una ocupación de langostas casi inmediata al término del primer mes.
“Los pescadores dicen que sí funciona; trabajamos para darle seguimiento durante un tiempo y ahora vemos que ya han sido totalmente colonizados por organismos sésiles (que no se mueven y se incrustan), por lo que los mismos pescadores han tenido el interés en buscar recursos para replicar el proyecto y trabajar nuevamente con nosotros para hacer más refugios y reponer los que se perdieron en la zona, pues ellos han encontrado que mejoró su producción”, comentó la investigadora.
Salas Márquez publicó algunos resultados de la investigación en la revista Proceedings of the 60th Gulf and Caribbean Fisheries Institute, en su edición de noviembre de 2007, con el título “¿Son los refugios artificiales una opción para mejorar la pesquería de langosta? El caso de la pesquería de Yucatán”.
AUTOR: Marytere Narváez
FUENTE: AGENCIA INFORMATIVA CONACYT