FUENTE: I.Q. OMAR ARCINIEGA SÁNCHEZ. Coordinador de Patentes y Diseños Industriales, EC Empowerment Consulting S.C., Hermosillo, Sonora. [email protected]
Este concepto, que parecer ser novedoso en su conjunto: “ecosistemas de innovación”, es sin duda una frase que identifica todas las partes que componen un sistema enfocado en actividades encaminadas a un mismo propósito el cual vendría siendo la mejora para nuestro entorno social, económico, político, industrial, cultural, educativo, entre otros, tomando como motor principal a la innovación.
Me pareció importante platicar sobre este concepto de ecosistema de innovación, ya que como bien dijo el Dr. Ramón Sánchez (Harvard) en una plática en Hermosillo, Sonora el pasado 28 de marzo del año en curso: en una sociedad, la innovación debería comportarse como un ecosistema, en donde cada una de las partes que habitan en él juega un papel importante para impulsarlo y sacar el mejor provecho del mismo para hacerlo crecer de manera sostenible. Este tipo de ecosistemas se viven ya en Estados Unidos (Sillicon Valley, en el MIT, Boston), Finlandia, Noruega, Singapur, Israel, y otros lugares de alto impacto en relación a la innovación.
Ahora bien, tomando como en cuenta a los ecosistemas de innovación ya existentes, podemos asegurar que comparándolos con México tenemos ciertas ventajas, tales como:
1. Apoyos económicos por parte del gobierno federal y estatal;
2. Cantidad enorme de problemas por resolver;
3. Poco número de empresas tecnológicas mexicanas;
4. Competitividad baja en territorio mexicano; y
5. Falta de interés de otros países en patentar su productos, procesos o servicios en México, lo que facilita la explotación de tecnología extranjera en nuestro país sin tener que incurrir a licenciamiento de patentes, investigación o desarrollo de tecnología ya llevada a cabo en otros países.
Pero a su vez, se encuentran las siguientes desventajas en cuanto a países ya desarrollados:
1. Falta de capital de riesgo o ángeles;
2. Falta de una cultura innovadora o ecosistema de innovación;
3. Poca vinculación entre sector público y privado;
4. Leyes no tan flexibles, dificultades legales;
5. Dificultades para manejar nuevas empresas.
A lo que voy es que en México aún tenemos un camino largo por recorrer, sin embargo tenemos todas las herramientas para poder llevar a cabo proyectos de alto impacto, así como la experiencia de países desarrollados, sus manuales, técnicas y procedimientos para llevar a cabo las mejores prácticas de innovación, creación y desarrollo de empresas, entre otros, lo que nos coloca en una posición favorable debido a que no estaríamos experimentando (de momento) con nuevos modelos para conseguir las mejores prácticas como ya mencionaba.
Según un sitio de internet llamado INNOVAticias, un ecosistema de innovación tiene varios componentes, los cuales me resultan importantes mencionar: recursos humanos, espacio físico, información, legislación, financiamiento y sostenibilidad. En cuanto a la sostenibilidad, entendemos que los nuevos negocios o empresas que se formen deberán ser sostenibles en el tiempo, dando resultados económicos positivos principalmente, de lo contrario no podrían ser denominadas como tal. Es lógico que si se forman 100 nuevas empresas, no todas serán sostenibles en el tiempo, sin embargo podría ser que entre un 10% o 30% sí lo sean y además algunas de ellas se conviertan en empresas de alto impacto lo que generaría riqueza multiplicada por mucho su inversión inicial y otros beneficios en el entorno en el que se desarrollan. Por lo que apostarle a la innovación y a los ecosistemas de innovación en masa resulta realmente benéfico.
Es importante mencionar que para que lo anterior se cumpla, se debe tener toda una red de consultores, incubadoras, financieras, inversionistas, gobierno, recursos humanos capacitados, vinculación, legislación suave para nuevas empresas, y otras cuestiones -que podría estar omitiendo- para que trabajen de manera organizada ofreciendo lo mejor de sí para que cualquier tipo de proyecto sea detonador de muchos otros, y así sucesivamente.
Es probable que se requieran adecuar ciertas cuestiones basadas en nuestras costumbres, en nuestro sistema político, para poder llegar a las mejores prácticas para los mexicanos, o bien, podría ser que lleguemos a ser los próximos pioneros para establecer criterios que impulsen la innovación a nivel mundial. Pero lo que sí sabemos y podemos asegurar es que entre más cultura innovadora exista, más proyectos irán surgiendo.
Podríamos seguir hablando sobre patentes, sectores estratégicos de innovación en México, apoyos económicos federales, competitividad, detalles de los problemas actuales de ciertas leyes mexicanas y procedimientos, entre otros temas relacionados a los ecosistemas de innovación, sin embargo son tan extensos cada uno de ellos que será mejor dejar por ahora en claro este nuevo concepto para nosotros: ecosistemas de innovación.
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