AUTOR: Violeta Amapola
FUENTE: AGENCIA INFORMATIVA CONACYT
Ciudad de México. (Agencia Informativa Conacyt).- Mantener la calidad del aire de las áreas de operación es un tema crítico para ciertos procesos productivos o de investigación. Al fabricar productos inyectables, al realizar investigaciones con virus peligrosos o al trabajar con procesos de pasteurización, evitar la contaminación por partículas en el ambiente es esencial.
Para regular la presencia de partículas contaminantes en procesos críticos existen diferentes normativas dirigidas a la industria o a las prácticas de salud. Por ejemplo, en la industria farmacéutica se tiene la Norma Oficial Mexicana (NOM) NOM-059-SSA1-2015, que especifica las buenas prácticas de fabricación de medicamentos.
En esta norma se establece que en áreas críticas donde se trabajan medicamentos estériles, como los inyectables, es necesaria la utilización de un sistema de filtros de aire de alta eficiencia, conocidos como HEPA por sus siglas en inglés (High Efficiency Particulate Air).
En México, 70 por ciento de los filtros utilizados para la industria son importados. Los principales proveedores de estos sistemas de alta eficiencia son empresas alemanas y estadounidenses. Pero desde 2012, la empresa mexicana Alta Tecnología en Filtración de Aire (Atfil) comenzó la fabricación de filtros absolutos que pudieran competir en calidad y precio con los productos extranjeros.
Los inicios de Atfil
Atfil surgió de una inquietud de su fundador, José Antonio Altamirano Toledo. Mientras Antonio realizaba sus prácticas profesionales en una empresa farmacéutica, sucedió que no se podía arrancar una línea de producción debido a que los filtros de aire de la empresa ya no cumplían con los requerimientos de la norma oficial.
“Ahí me di cuenta que había un problema de suministro del equipo. Como estos filtros venían de Europa o de Estados Unidos, además de que son productos muy especializados y los pedidos son de bajo volumen, las entregas llegan a tardar entre seis y ocho semanas”.
Cuando un sistema de filtrado no cumple con los estrictos requerimientos, operaciones críticas deben pararse, ocasionando pérdidas importantes para las empresas. Antonio Altamirano visualizó este problema como una oportunidad de negocio y junto con su padre, quien es ingeniero mecánico industrial, decidió trabajar en desarrollar un sistema de filtrado de alta eficiencia.
Al ser egresado de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Antonio Altamirano tuvo la oportunidad de participar en la convocatoria de proyectos de incubación de empresas de la propia universidad, donde el proyecto fue aceptado.
Adquiriendo los conocimientos para arrancar un nuevo proyecto
El éxito del proyecto se ha dado a partir del trabajo arduo, comenta el ingeniero. “El proceso de adquisición de conocimiento, el know how, ha sido largo y duro. Todas las máquinas de la planta fueron diseñadas por nosotros y su fabricación es mexicana, por lo que la labor fue grande”.
Estos filtros deben ser capaces de retener partículas sub-micrométricas, de un diámetro aerodinámico mayor o igual a 0.3 micras (µm) o mayor o igual a 0.12 micras (µm), explica el fundador de la empresa.
Muchas de estas partículas pueden ser química, biológica o radioactivamente tóxicas, o también contaminantes peligrosos que se encuentran en el aire en forma de partículas, como la mayoría de los metales.
Como indica la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos (EPA), estos filtros no deben ser limpiados sino reemplazados y desechados al final de su vida útil. Por ello se utilizan para procesos en donde se requiere una alta eficiencia en recolección, donde no se puede limpiar la partícula tóxica peligrosa del filtro o cuando es difícil limpiar.
Esto los vuelve adecuados para su utilización en incineradores de residuos de hospitales, residuos nucleares de bajo nivel y mezclas de residuos, en sistemas de ventilación y de seguridad nuclear, en cuartos limpios, laboratorios, en la industria alimenticia, en la farmacéutica y en la de microelectrónicos.
Innovación mexicana
Por la delicadeza de su función, los filtros y la maquinaria para la filtración de alta eficiencia requirieron de un desarrollo concienzudo, que se realizó entre ingenieros de la UNAM e ingenieros socios internos de la empresa.
Para Edgar Acosta Trejo, socio en Atfil y egresado de la Facultad de Ingeniería de la UNAM, el tipo de máquinas que permiten generar filtros de diferentes medidas y de diferentes eficiencias es una de las innovaciones que ha llevado a conseguir una buena aceptación en el mercado.
Cuando Atfil entró al mercado, la estrategia de las cuatro empresas líderes en el mercado era modificar las entradas donde se empotran los filtros de aire, quitándoles o aumentándoles una pulgada se lograba que los únicos filtros que podían entrar eran los de su marca.
“Pero lo que para muchos era una barrera de entrada, para nosotros fue una gran ventaja porque llegamos con una máquina que podía hacer cualquier tipo de filtro sin tener que modificar las instalaciones del cliente. Ellos creían que ya estaban muy bien posicionados con un precio muy alto, pero nosotros podíamos dar el mismo filtro más barato”, comenta Edgar Acosta.
Setenta por ciento de los filtros en México son importados y de una medida estándar. Si se requiere de un filtro especializado, el precio será mucho más alto, al igual que el tiempo de entrega. “Por ello seguimos buscando reemplazar las importaciones con producto nacional”, detalla el socio fundador.
Comprobando la calidad del producto
Los filtros desarrollados por Atfil han logrado cumplir los requerimientos de las empresas y las verificaciones requeridas por la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris).
Cada filtro de alta eficiencia debe ser evaluado y se debe emitir un certificado individual de calidad. Para ello, en la empresa han desarrollado un laboratorio de pruebas totalmente automatizado que permite revisar las variables críticas de un filtro: eficiencia, caída de presión, volumen de aire y la integridad del producto, que no contenga fugas.
Esta verificación, aunada a las pruebas in situ, asegura que cada filtro absoluto cumpla con las especificaciones cuando se instale en el lugar de trabajo.
Empresa familiar
Edgar Acosta narra que cuando Antonio Altamirano le presentó el borrador del plan de negocios, este todavía no estaba terminado. Pero al ir conociéndolo, logró ver en Antonio una persona disciplinada que trabaja hasta que sus proyectos se concluyen.
“Muchas veces uno como inversionista es muy ortodoxo y solo piensa en números. Uno evalúa que el proyecto tenga el valor presente adecuado, evalúa el mercado, la capacidad de producción, la rentabilidad, en fin, todo lo que dice la teoría. Pero conocer a fondo a la persona que lidera el proyecto es trascendental, el papel o los números podrán parecer muy buenos, pero si la persona que está liderando el proyecto no tiene las capacidades o el entusiasmo para poder llevarlo al límite, el proyecto se queda en papel”.
Otro de los valores que Edgar Acosta encontró en Atfil fue el componente familiar de la empresa. A pesar de que se necesita mucha disciplina para institucionalizar una empresa familiar y que no se soslaye el trabajo, la familia Altamirano es un ejemplo de que cuando esto se logra la empresa se vuelve mucho más sólida.
Los retos para una nueva empresa
Tanto para Antonio como para Edgar uno de los retos más grandes al venir de familias que vivían en condiciones de pobreza fue perder el miedo a emprender. Al no haber sido formados en una cultura empresarial, el temor a los riesgos de inversión fue un verdadero paradigma a cambiar. Y a pesar de que 100 por ciento de la inversión inicial se realizó con deuda, Atfil ha ido creciendo y ganando lugar en el mercado.
“La UNAM fue un gran apoyo para nosotros. Su interés por desarrollar incubadoras de empresas, aceleradoras de negocios y, en general, de promover el emprendimiento a nivel nacional es muy loable. Las universidades y el gobierno han puesto su granito de arena para apoyar a los emprendedores”, comenta Edgar Acosta.
Una vez que la empresa comenzó a operar, se enfrentó a otro reto igual de grande: romper el paradigma de que un producto nacional no puede tener la calidad de un producto de importación proveniente de Alemania o Estados Unidos.
Edgar Acosta declara que pasaron por todas las experiencias, desde las empresas donde sí se les daba la oportunidad de probar los filtros, hasta los lugares donde no confiaban que un producto mexicano igualara a los extranjeros. “Una vez que logramos que instalaran nuestros filtros, casi nos poníamos a rezar para que no fallaran”, bromea.
Para los fundadores de Atfil, la reticencia por parte de los clientes a probar un producto nuevo es entendible, pues los procesos que se manejan son tan críticos que una falla puede afectar su proceso; procesos tan críticos como mantener libres de virus laboratorios, hospitales y fármacos o mantener libres de partículas las cabinas de pintura de la industria automotriz.
El crecimiento de la empresa
Hoy en día, en Atfil se producen diferentes filtros absolutos de alta eficiencia, y aunque el mercado los fue llevando a desarrollar también sistemas de mediana y baja eficiencia, se especializan en filtros HEPA y ULPA (de Ultra Low Particulate Air).
Como clientes tienen importantes laboratorios farmacéuticos, hospitales de gobierno y privados, empresas de la industria de autopartes, de telecomunicaciones y semiconductores, la industria alimenticia y diferentes corporativos.
A cuatro años de la salida al mercado de Atfil ya se tienen sucursales en Hermosillo, Mexicali, Aguascalientes y la planta en la Ciudad de México. De contar con tres empleados al inicio de las operaciones, actualmente laboran 50 personas en la empresa.
Los fundadores y socios de Atfil se encuentran optimistas respecto al futuro. Comprenden que ahora vienen retos de inversión y de tomar decisiones de expansión. De lo que sí están seguros, es de su compromiso de mejorar la calidad de sus productos y la responsabilidad que tienen hacia sus empleados y clientes.