AUTOR: Janneth Aldecoa
FUENTE: CONACYT, AGENCIA INFORMATIVA CONACYT
Culiacán, Sinaloa. (Agencia Informativa Conacyt).- Los jóvenes César Landeros López, de 21 años de edad, y Sthefanny Guadalupe Gaspar Ochoa, de 20 años, ganaron recientemente el segundo lugar en la Olimpiada Internacional de Proyectos Científicos en Turquía.
Los sinaloenses sorprendieron en Turquía con el proyecto ecológico Lombricachaza, alternativa orgánica para fertilización de suelo. Se trata de estudiantes de la Facultad de Ciencias Químico Biológicas y de la Escuela de Optometría, ambas de la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS). César Landeros integra además el programa de Apoyo a Sobresalientes en el Estado de Sinaloa (ASES).
Los jóvenes representaron no solo a México, también a América Latina en el INSPO Turkey(International Science Project Olympiad), que se desarrolló del 18 al 22 de mayo, y en el que participaron 60 proyectos de igual número de participantes de 15 países. “Fue un honor haber representado a Sinaloa, a México y a Latinoamérica en lugar tan lejano como Turquía”, señaló Sthefanny Gaspar.
El proyecto, comentó César Landeros, comenzó hace poco más de cinco años, para tratar de reducir los niveles de contaminación en su región, Eldorado, sindicatura de Culiacán. Explicó que después de una serie de experimentos lograron emprender el proyecto con el apoyo del programa ASES.
En sus inicios, el proyecto consistía en el trabajo con la cachaza, un derivado del aprovechamiento industrial de la caña de azúcar, que es considerado un desecho para los ingenieros azucareros. Los jóvenes lo convirtieron en un fertilizante orgánico.
Durante los primeros años del proyecto, los jóvenes contaron con la asesoría del doctor Rogelio Sosa Pérez, adscrito al Centro de Ciencias de Sinaloa (CCS).
César Landeros explicó que la composta es un compuesto de la transformación de la materia orgánica que otorga grandes ventajas en el desarrollo de las plantas, debido a que mejora la estructura del suelo, aumenta la capacidad de retención de agua y aporta elementos minerales como el nitrógeno, fósforo y potasio, así como también aumenta la capacidad de intercambio catiónico y ayuda a la solubilización de algunos minerales del suelo.
“La cachaza es un derivado del filtrado del jugo de la caña, previo a que la caña sea molida. Cuando viene del campo, viene con todas las hojas y raíces, se muele con todo eso. Una vez que pasa un proceso de tratamiento de la caña, pasa a un proceso final que es el filtrado para la clasificación de la caña. Ahí se separa la cachaza, que son todos esos residuos, lo que queda se separa y se trata. Nosotros lo usamos como materia prima”, detalló.
“Antes la cachaza era considerada un desecho de los ingenios. Ahora se ha demostrado que la cachaza es un subproducto más, como la melaza de la caña de azúcar que se obtiene en el proceso de clarificación del jugo de la caña, uno de los últimos residuos que quedan de la sedimentación del jugo de la caña”, dijo.
Después de esos procesos, indicó, se pasteuriza la caña y se hace la cristalización del azúcar.
“Ahí queda un residuo en forma de torta que trae muchos componentes, entre ellos nutrientes que ayudan a las propiedades físicas, químicas y microbiológicas del suelo. Dentro de las propiedades físicas, ayuda a la permeabilidad, la retención de humedad, entre otras cosas, y en las microbiológicas, aporta bacterias y hongos benéficos para la tierra, que ayudan al desdoblamiento de los nutrientes”, comentó.
Los jóvenes se informaron más acerca de las compostas con ayuda de sus asesores Rogelio Sosa Pérez, del CCS, Marco Antonio Parra, de la Universidad Autónoma de Sinaloa, Rosalío Ramos Payán, del Laboratorio de Genética de la UAS.
“Decidimos hacer una composta de ese desecho que se tenía en el ingenio, que era la cachaza, mejorando muchas propiedades, tanto físicas como químicas y también microbiológicas. Entonces creamos lo que llamamos ‘lombricachaza’, que es una composta de lombriz de la misma cachaza, de la cual se obtienen varios productos: los lixiviados, que se obtienen en el proceso de la producción de la composta, y la materia orgánica, ya procesada por la lombriz, que es lo que utilizamos en dos ámbitos diferentes”, dijo Sthefanny Gaspar.
La investigación tomó varios años y ganó diversos concursos de ciencias nacionales e internacionales. La innovación en esta ocasión consiste en la ampliación del proceso.
“Hacemos harina de la misma lombriz que usamos para la producción de la composta. Esta harina la hicimos porque investigamos un poco la lombriz, la variedad roja californiana (Eisenia fetida), que para hacer composta es la mejor en su género porque tiene la capacidad de convertir en composta 200 veces su peso al día”. También, añadió César Landeros, tiene una capacidad de reproducción muy grande.
“Entonces, tenemos una gran cantidad de lombriz y una gran cantidad de fertilizante. Como esta se reproduce muy rápido, no sabíamos qué hacer con ella. Decidimos hacer la harina de lombriz, haciendo diferentes tratamientos”, explicó.
Dicha harina, añadió, es muy rica en proteínas. Tiene la misma cantidad de proteína que la soya y puede adicionarse a productos con altos contenidos calóricos, como los panes, la repostería, entre otros, para que, además de aportar esos carbohidratos, proporcione también una gran cantidad de proteínas y sean benéficos para las personas que los consumen.
“Si bien no bajamos el contenido de calorías del producto, sí añadimos un plus para las personas que no dejarán de consumirlo y que también necesitan otro tipo de nutrientes para subsistir. Esa es la innovación que tenemos para el proyecto, que es un poco diferente a lo que hemos estado viendo, que era un fertilizante orgánico, el enriquecimiento de las tierras y el mejoramiento de los cultivos, tanto como meternos ahora a lo que son temas de productos comestibles”, dijo César Landeros.