* Un microbiólogo de origen oaxaqueño dirige tres estudios en cardiología molecular en Singapur, Alemania y Rusia. Recibe importante galardón internacional.
El primer indicio de un infarto es intenso dolor en el pecho, que de ser atendido en las siguientes seis a diez horas con el método desarrollado por el mexicano Héctor Alejandro Cabrera Fuentes reduciría el tamaño del daño desde tres ángulos: la disminución de un proceso inflamatorio, activación vascular y la muerte celular del corazón.
El procedimiento médico del microbiólogo originario de El Espinal, Oaxaca, se implementó en las Islas Mauricio (en África oriental) en pacientes crónico-degenerativos con hipertensión y diabetes que sufrieron un infarto, previo dolor de pecho, con lo que redujo en 17 por ciento la muerte celular frente a métodos convencionales de tratamiento. En el 2015 en Malasia y Corea del Sur se inició el estudio poblacional para determinar el número de muertes que pueden disminuirse con la aplicación de este nuevo método.
Por la innovación científica, Cabrera Fuentes ha sido reconocido por sociedades de cardiología de Estados Unidos y Rusia, nominado por la británica y también premiado por la alemana de arterioesclerosis. En abril de este año será igualmente distinguido por la Sociedad Internacional de Investigación del Corazón, en Argentina, con el premio ISHR-Servier 2016 que reconoce la labor científicos menores de 35 años de edad.
“Mi primer trabajo doctoral fue encontrar bacterias que al inducirles estrés pudieran producir de manera natural ribonucleasas, que son como tijeras que cortan el ARN de las células y que proliferan en la presencia de cáncer, y que ellas fueran selectivas para determinados tipos de afecciones de este tipo, por ejemplo, de pulmón. Fueron mis primeras publicaciones en la comunidad científica”, explica el doctor Cabrera Fuentes, de 30 años de edad.
Bajo ese esquema, descubrió el mecanismo de acción de los inhibidores de este tipo de tijeras, y por ello dio pie a que lo invitaran a realizar otro doctorado en Alemania; entonces, realizaba dos posgrados de manera prácticamente simultánea.
Al estudiar al ARN en el cáncer se dio cuenta que se producía inflamación y muerte celular; el siguiente paso fue reconocer otras afecciones en las que estaban involucrados los daños celulares, como arterioesclerosis o infarto que empiezan por muerte celular por falta de oxígeno.
“Junto a mi grupo de trabajo vi que es ese momento cuando se libera el ARN y aplicamos diferentes ribonucleasas de bacterias y de otras células humanas activas, y descubrimos que este mecanismo es activando en los órganos del cuerpo por medio de un baumanómetro; es decir, podemos inducir la liberación de estas ribonucleasas activas y disminuir el tamaño de un infarto al aplicar el instrumento por cinco minutos a 200 milímetros de mercurio, luego se relaja y se vuelve a aplicar, de esta manera las ribonucleasas ayudan disminuir el daño por isquemia (falta de oxígeno) y su repercusión”.
Las células son inteligentes: cuando se forma el trombo (coágulo) habrá un porcentaje de ellas que muere inmediatamente y otras que se adaptarán a vivir sin oxígeno. En ese lapso, de entre 6 a 10 horas en el que sucede el infarto, el cardiólogo de forma tradicional abre y aplica enzimas a la circulación, con lo que consigue reabrir la arteria y se destruye el trombo, pero las células que se han adaptado se mueren al abrir el flujo.
“Cuando se procede de esta manera, 30 por ciento de los pacientes muere y en el resto existe el riesgo de que el trombo se vaya a otra parte del cuerpo o haya derrame cerebral”, explica a detalle el científico orgullosamente oaxaqueño que trabaja actualmente en Universidad Nacional de Singapur y el instituto nacional de cardiología de esa entidad.
“Siempre soñé en ser microbiólogo y ello me llevó a Rusia, y desde ese sistema científico pude abrir los panoramas de la ciencia. Mis primeros trabajos se enfocaron a cómo reactivar los suelos e inducir la inmunidad en plantas para que se protegieran contra el frío. Obtuve varios premios por inducir el crecimiento de plantas estimuladas por microorganismos cuando el suelo estaba cubierto de nieve.
“Después me interesó encontrarle salidas a la quimioterapia desde la microbiología y estudié los procesos selectivos para entender por qué se mueren algunas células pero no todas.
En nuestros días, Alejandro Cabrera Fuentes es jefe de grupo de tres investigaciones, en Rusia, en Alemania y en Singapur. Desde 2008 apoya en conjunto con la Facultad de Ciencias Químicas y la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca un programa que impulsa a oaxaqueños a que estudien fuera de México otorgando dos becas para Alemania o Rusia; recientemente se ha incorporado a la iniciativa el Consejo Oaxaqueño de Ciencia y Tecnología y el Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca y buscan fundaciones que se incorporen a fin de llevar jóvenes de otros estados fuera de México a hacer posgrados. (Agencia ID)