Culiacán, Sinaloa. (Agencia Informativa Conacyt).- Gelacio Atondo Rubio es formador de niños y jóvenes en física. Solo los mejores reciben su asesoría para posteriormente acudir a competencias nacionales e internacionales. No importa el país al que se enfrenten sus pupilos, con seguridad obtendrán una medalla para Sinaloa o el país.
Sin embargo, el panorama no siempre fue así. Fue necesario vencer temores, uno de ellos, la timidez. El miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) se define como una persona introvertida. Fue difícil para sus profesores convencerlo de dedicarse a la docencia y la formación de talentos, pues le resultaba muy difícil hablar en público.
Creció en un pequeño pueblo, el campo El Soyal, en Guasave, Sinaloa, donde aún viven sus padres.
“Tenía poca interacción con el exterior, por eso me causaba terror hablar en público. Aún me causa, pero un poco menos, he aprendido a sobrellevar esa parte”, comentó.
En primaria y secundaria, Atondo Rubio fue cada vez más destacado en las asignaturas relacionadas con la ciencia, con los números. Sus padres intentaron persuadirlo de convertirse en contador público.
“No me interesó estudiar esa carrera y menos al ver las referencias: el número de estudiantes que cada año cursaba esas carreras, era mucha la competencia. Yo lo que buscaba era estar aislado, por mi forma de ser”, recordó.
Fue al cursar el segundo grado de preparatoria cuando se enteró que la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS) fundaría la Facultad de Ciencias Físico-Matemáticas (FCFM), en Culiacán. La noticia marcaría el destino de su carrera profesional.
La docencia, recordó, llegó de manera fortuita. Había postulado a la maestría en físico matemáticas, pero no logró cursar debido a un problema de salud.
“Me ofrecieron unas horas para generar instrumentos de laboratorio para bachillerato en la UAS. Así me incorporé a fabricar instrumentos. Ahí, el profesor Velarde me invitó a que los apoyara con un curso porque no había muchos profesores de física, habilitados en física”, comentó.
La idea de impartir clases no era de mucho agrado para Atondo Rubio; sin embargo, luego de una ardua labor de convencimiento por parte de sus superiores, se incorporó solo a un curso. Después ingresó al Taller de Instrumentación de la facultad, y un año más tarde como docente.
“En un principio no era algo que me agradara porque era muy tímido, todavía lo soy, pero he aprendido a sobrellevar esos miedos y llegó un momento en que comencé a sentir esa necesidad de querer compartir con los jóvenes el mundo que nos apasiona”, dijo.
En 1993, el investigador Rafael Espinosa Luna impulsó la realización de olimpiadas de física en Sinaloa. Fue en 2004 cuando se incorporó el doctor Gelacio Atondo Rubio, y un año más tarde recibió el cargo de delegado de la Olimpiada Nacional de Física en Sinaloa.
Desde entonces tiene como objetivo encontrar a los estudiantes más destacados en física y prepararlos para competencias nacionales e internacionales. En el examen estatal son preseleccionados 20 estudiantes de todo el estado, a quienes ofrece asesoría todos los sábados, después de Semana Santa. La tercera semana de noviembre se realiza la olimpiada nacional, y solamente cuatro logran llegar.
“Es complicada la selección. Salvo uno o dos que despuntan en los exámenes, queda el resto muy pobre. Ahí buscas seleccionar y es difícil. Siempre lo he dicho: los sinaloenses somos personas inteligentes. De los 20 preseleccionados, con 50 por ciento que quiera trabajar, que tenga disciplina, se puede avanzar bastante”, dijo.
Las primeras tres ediciones a su cargo, recordó, fueron catastróficas. De 26 entidades del país en la competencia nacional, Sinaloa se ubicaba en el 24.
“Cuando retomé la olimpiada, sí me tocó sufrimiento. De 26 estados que participábamos, quedábamos 24. Era un trauma, una frustración; pero creo que sirvió. Me motivó a trabajar más y a buscar la motivación de los muchachos”, dijo.
Comenzó una ardua tarea de depuración de asesores. Platicaba con los estudiantes sobre los métodos de cada profesor, hasta que prácticamente optó por quedarse solo con la formación de 20 jóvenes.
“Nos costó mucho trabajo, pero a partir de 2008 para acá, nos ha ido muy bien de manera ininterrumpida. Había estudiantes de primaria, secundaria, preparatoria; no pueden ser tratados de la misma forma, un principiante que un avanzado”, recordó.
La primera medalla fue en 2008. Fue una medalla de bronce y una mención honorífica. En 2009, la delegación logró medalla de plata, y de 2010 a la fecha las medallas de oro, plata y bronce son una constante.
“Metemos a 75 por ciento de la delegación de la preselección que representará a México en las competencias, en la Iberoamericana y en la Internacional. Del 2010 para acá siempre hemos estado en el top ten”, enfatizó.
El doctor Gelacio Atondo Rubio es mentor de jóvenes destacados, entre ellos el Premio Nacional de la Juventud 2013, Leonel Medina Varela, así como Francisco Cervando Aguirre Tostado, actualmente jefe de investigaciones de estudios avanzados en la unidad de Monterrey.
AUTOR: Janneth Aldecoa
FUENTE: AGENCIA INFORMATIVA CONACYT