Si bien la fruta tiene alto valor calórico, las hojas del árbol regulan la glucosa en sangre, por lo que se propone obtener un fitofármaco
La chirimoya es una fruta tropical de invierno, cuya mejor época de cosecha va de diciembre a febrero. Más del 80 por ciento de su composición es agua, pero se recomienda consumirla con moderación debido su elevado valor calórico, derivado de la gran cantidad de azúcares que contiene: por cada 100 gramos de fruto hay casi 13 gramos de azúcar.
Sin embargo, investigadores de los institutos Politécnico Nacional (IPN) y Mexicano del Seguro Social (IMSS) llevaron a cabo un estudio científico de las hojas del árbol de chirimoya (Annona cherimola) y comprobaron sus efectos como regulador de los niveles de glucosa en la sangre.
Tras dos años de experimentación en ratones y ratas, los científicos Ivonne Olivares Corichi, de la Escuela Superior de Medicina (ESM); Fernando Calzada Bermejo, de la unidad de Investigación Médica en Farmacología del Centro Médico Nacional Siglo XXI, y Jesús Iván Solares Pascasio, validaron el uso tradicional de las hojas de chirimoya y consideran la posibilidad de obtener, a mediano plazo, un fitofármaco sin efectos secundarios que complemente los tratamientos orales.
Los investigadores señalaron que cinco de las seis especies de anonas tienen efectos toxicológicos, pero el tipo cherimola es inocuo, con el cual desarrollaron el estudio. Como parte del mismo suministraron el extracto de las hojas a los roedores diabéticos durante 28 días y valoraron que una semana después de suspender el tratamiento, el efecto antidiabético continuó. El mismo experimento lo realizaron con un grupo de animales sanos y comprobaron que no registraron niveles por debajo del índice normal.
Igualmente corroboraron que aun cuando administraron altas dosis del extracto a los modelos animales, no les afectaron los órganos internos. Antes de realizar estudios clínicos en humanos, los investigadores corroborarán dichos efectos en cerdos, porque es la especie que más se asemeja al hombre en la producción de insulina.
Esos experimentos les permitieron estandarizar la dosis adecuada para que el compuesto activo tenga efecto antidiabético las cuatro primeras horas después de su administración.
Los expertos del IPN y el IMSS señalan que tomando en cuenta los efectos del extracto de hojas de chirimoya, el compuesto activo podrían ser un buen complemento de fármacos como metformina, glibenclamida y acarbosa, pues los estudios de combinación confirmaron que la especie vegetal no interactúa con éstos.
Añadieron que otra razón para elaborar un fitofármaco es que, a diferencia del fruto (chirimoya), las hojas no tienen uso comercial, por lo que este recurso es abundante y no se pondría en peligro. (Agencia ID)