FUENTE: Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior, ANUIES, www.anuies.mx
Esta mejora genética está patrocinada por el proyecto de la FAO/OIEA/ ARCAL/RLA, en el que colaboran 11 países latinoamericanos
La contaminación parasitaria es uno de los principales problemas de la producción ganadera en la región de América Latina y el Caribe. Esta situación se origina por la ingesta de pastos contaminados y hacinamiento de animales en corrales pequeños. Actualmente, se controla con la aplicación de desparasitantes, pero estos producen daños a los productos y subproductos de origen animal, así también al medio ambiente.
En la búsqueda de desarrollar ganado ovino resistente a parásitos gastrointestinales, el doctor Ricardo E. Caicedo Rivas, investigador de la Facultad de Ciencias Biológicas de la BUAP, obtuvo la representación por parte de México del proyecto regional ARCAL/RLA/5/071, titulado “Disminución de la tasa de parásitos en ovejas” (ARCAL/CXLIV).
Esta investigación forma parte de los programas para la agricultura de las Naciones Unidas, a través de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y la Organización Internacional de Energía Atómica (OIEA), cuyos objetivos son contribuir a erradicar el hambre, mejorar la seguridad alimentaria y disminuir la desnutrición, a la par de producir animales libres de aditivos alimenticios sintéticos y resistentes a cambios ambientales.
Desde 2016 se desarrolla dicho proyecto en México, a través del Laboratorio de Endocrinología de la Reproducción y Malacología de la BUAP, con la colaboración de fincas privadas. Tiene una duración de cuatro años; no obstante, el doctor Caicedo alega que este periodo no es suficiente para generar una raza de animales de ovinos resistente a organismos gastrointestinales.
En este proyecto regional colaboran, además de México, 10 países latinoamericanos: Argentina, Bolivia, Brasil, Cuba, Costa Rica, El Salvador, Perú, República Dominicana, Uruguay y Venezuela. Estas naciones desarrollan la misma metodología y análisis para obtener primeramente las características fenotípicas y finalmente, mediante cruzamiento, animales inoculados contra Strongyloides spp, Trichostrongylus spp, Haemonchus contortus y Fasciola hepatica, entre otros parásitos.
Inmunidad a los microbios
De acuerdo con Ricardo Caicedo Rivas, doctor en Fisiología y Endocrinología de la Reproducción, hoy los ganaderos utilizan una gran cantidad y variedad de desparasitantes, los cuales producen resistencia antihelmíntica y no se degradan totalmente dentro del animal. Por ello, son excretados al medio ambiente alterando las características del suelo, disminuyendo las bacterias ligadas a la degradación de material orgánico y matando insectos que utilizan estiércol para producir hongos.
Como parte de esta investigación, se determinan varios parámetros fenotípicos, como la técnica de FAMACHA, condición corporal, peso, el hematocrito y perfil metabólico de cada animal (genes ligados a la formación y regulación de metabolitos). Con estos datos se obtendrán las alteraciones metabólicas producidas por cada parásito, estos a su vez se relacionan con la raza y el medio ambiente donde se desarrollan.
Un hallazgo del estudio en el que se testaron mil 500 cabezas de ganado, (pequeños rumiantes), comentó el académico, fue descubrir que la técnica de FAMACHA -exclusiva para detectar el parásito Haemonchus contortus- también brinda información sobre la presencia de anemia producida por otro parásito llamado Fasciola hepatica (fascioliasis), que incluso mata a ovinos y caprinos.
El grupo del doctor Caicedo y su asistente Mariana Paz Calderón, pasante de la Maestría de Biotecnología Productiva, han controlado esta parasitosis de fascioliasis en ovinos, únicamente con la recapacitación inmunológica, a través de multivitamínicos y sin administrar desparasitante.
Igualmente, en la labor de disminuir la parasitosis en ovinos se realizan cruzamientos reproductivos para obtener una especie con resistencia a estos organismos. “Hasta la tercera generación debemos tener un animal resistente a parásitos gastrointestinales. Esa resistencia se determinará por medio de una prueba de ADN, en la que se buscará el gen que establece dicha adaptación”.
Para determinar la metodología genómica de cada animal, Caicedo Rivas enviará a dos de sus integrantes del grupo de investigación a Seiberdorf-Austria, para capacitarse en la metodología de análisis y uso de la instrumentación, con el fin de determinar el genoma de cada animal con base en su resistencia y tipo de parásitos que poseen o de los que han sido tratados.
El proyecto deberá terminar en diciembre de 2019, pero debido a las dificultades encontradas en los países participantes, incluyendo México, se pretende concluir hasta diciembre del 2021. “Para ese año se tendrán especies resistentes a Haemonchus contortus, Trichostrongylus spp, Strongyloides papillosus y Fasciola hepatica, los cuatro parásitos de mayor prevalencia en ovinos y caprinos en los estados de Puebla, Tlaxcala, Morelos, Oaxaca y Veracruz”.
En este trabajo participa también el Instituto Politécnico Nacional, a través del Centro de Investigación en Biotecnología Aplicada, con la pasante de la Maestría en Biotecnología Productiva, Mariana Paz Calderón Nieto, y la maestra Angélica Ruiz Font; la fundación FUNDECO, con el doctor Héctor Peláez Valdez, y productores de 24 fincas privadas; así como los estudiantes de la Facultad de Ciencias Biológicas, Karla Leticia Ortega Ruiz, Juan Carlos Millán, Francisco Mondragón Alonso, Mariana Estrada Poblano y Julio César Cruz López.
Una especie rentable
La producción de ovinos y caprinos se desarrolla en sistemas de pastoreo relativamente económicos, incluso de traspatio, razón por la cual son especies rentables para fines comerciales. Además, contaminan menos ya que una oveja emite 7 kilogramos de metano y dióxido de carbono por año, mientras que una vaca, en el mismo tiempo, 114 kilogramos.
Con datos del 2015, México ocupa el quinto lugar a nivel regional en América, en población de ovinos y caprinos, con 8.7 millones. En cambio, Uruguay, con una extensión geográfica similar al estado de Oaxaca, tiene la misma población de estos animales y está entre las 10 primeras potencias del mundo en producción de lana, carne y leche ovina.
Uno de los principales problemas de esta producción ganadera es la aparición de diversas enfermedades, principalmente de origen parasitario, generadas por el pastoreo o la ingesta de pastos contaminados con alta carga parasitaria, lo que ocasiona severas pérdidas económicas al disminuir la producción de carne, lana, leche y número de partos; en casos extremos, el animal muere.
El investigador de la Facultad de Ciencias Biológicas enfatizó que para promover una mayor producción de este tipo de ganadería es necesaria una estrecha colaboración entre el gobierno, empresas privadas e instituciones de educación superior, con el fin de mantener proyectos a largo plazo, a través del desarrollo de investigación y aplicación de tecnología en cada región geográfica del país. Así se lograrían inocuidad y seguridad alimentaria, además de reducir malnutrición y contaminación ambiental.