AUTOR: Montserrat Muñoz
FUENTE: AGENCIA INFORMATIVA CONACYT
Guadalajara, Jalisco. (Agencia Informativa Conacyt).- Un grupo de científicos del Centro de Investigación y Asistencia en Tecnología y Diseño del Estado de Jalisco (Ciatej) desarrolló un biofertilizante a base de bacterias benéficas para las plantas, que mejora el rendimiento de los cultivos en más de 20 por ciento.
Este inoculante incluye siete rizobacterias promotoras del crecimiento en plantas que mejoran la disposición de nutrientes del suelo.
La doctora Silvia Maribel Contreras Ramos, investigadora adscrita al área de biotecnología ambiental de la institución, compartió en entrevista para la Agencia Informativa Conacyt los resultados de este proyecto, financiados con dos millones 500 mil pesos provenientes tanto del Programa de Estímulos a la Innovación (PEI) 2013 como de la iniciativa privada.
Este proyecto surgió como respuesta a las necesidades actuales de la agricultura, de buscar reemplazar o aminorar el uso de insumos agrícolas de origen químico como pesticidas, herbicidas y fertilizantes, a insumos biológicos que consigan los mismos e incluso mejores resultados, con los costos económicos y ambientales que ello significa.
Microorganismos fitobenéficos
Los investigadores eligieron los microorganismos tras una caracterización molecular, donde se probó que estos no eran dañinos para plantas, animales ni humanos, dado que el consumo sería el propósito de los cultivos.
Acorde con la doctora Contreras Ramos, estos siete microorganismos tienen características que permiten solubilizar el fósforo y hacerlo más disponible para las plantas, así como ayudar a suministrar algunas fitohormonas, con lo que la planta tiene mayor crecimiento y rendimiento, gracias a que sus procesos fisiológicos se ven acelerados.
“También producen algunos compuestos llamados sideróforos que lo que hacen es atrapar metales, como son los micronutrientes. Esto ayuda a que excluyan a la competencia de estos micronutrientes y le dan ventajas a la planta”, comentó la investigadora.
El producto se absorbe a través de la raíz de la planta. “La ventaja al utilizar estos organismos es que vas a aprovechar más los nutrientes que apliques a la planta y si eso sucede, no tienes que aplicar en exceso, por lo que se podría reducir el uso y por tanto el costo de ciertos insumos, como fertilizantes o nutrientes”.
La también miembro nivel II del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) señaló que el inoculante se probó con pepino, cultivo que registró una mejora de rendimiento de 26 por ciento. Asimismo se hicieron pruebas con arándano, cebolla, frijol, rábano, pimiento morrón, tomate y aguacate, todos con resultados positivos.
“Son microorganismos que ya están en la naturaleza. La ventaja es que uno los cultiva y los crece en alta población. Lo que hace este grupo de microorganismos es que hacen más disponible los nutrientes y potencian el que la planta los absorba”.
Dado que el agricultor busca un valor agregado para sus cultivos, eso fue lo que buscó el equipo de investigadores con la mezcla de microorganismos. “Nos enfocamos más en evaluar el rendimiento. Hemos visto desde mayor altura de la planta, mayor follaje y hacen que la planta esté más sana que un testigo absoluto, es decir, sin aplicarse los microorganismos”, compartió la doctora.
En el proyecto colaboró un equipo multidisciplinario de investigadores del Ciatej, conformado por la doctora Erika Nahomy Marino Marmolejo, el doctor Gustavo Dávila Vázquez, la maestra Flor Yohana Flores Hernández y el ingeniero Roberto Emmanuel Bolaños Rosales, además de la doctora Contreras Ramos.
Vinculación con la iniciativa privada
Este proyecto se trabajó en alianza con la empresa local Organik Bolluk, dedicada al cultivo y exportación de pepino orgánico. El maestro Héctor Dávalos Tinajero, dueño de este corporativo, compartió en entrevista para la Agencia Informativa Conacyt los alcances de este producto, con el cual se logra un mayor rendimiento, es decir, mayor cantidad de fruto medido en kilogramo por metro cuadrado.
En consonancia con Dávalos Tinajero, este proyecto hizo que las prioridades tanto de Ciatej como de su empresa coincidieran, ya que Organik Bolluk buscaba innovar, luego de haber desarrollado ellos mismos un biofertilizante.
“Como empresa siempre hemos estado interesados en innovar y nos acercamos a un despacho de consultores que nos refirió a Ciatej. La doctora Contreras Ramos se contactó conmigo, ella estaba tratando de involucrar a la iniciativa privada para hacer algún tipo de investigación. Fue un interés mutuo”, acotó.
El directivo cuestionó que productores busquen la hidroponía como una solución para evitar el daño por patógenos, “pero también se limitan a no tener organismos benéficos que les ayuden y les aporten. Por cuidarse de los microorganismos dejan de recibir sus beneficios; la intención de nosotros es abundar en los beneficios pero también que nos ayuden a contrarrestar a los patógenos”, aseguró.
Asimismo, adelantó que en próximas fechas se podría buscar una nueva colaboración con el centro de investigación para ahondar en soluciones a los patógenos que atacan los cultivos, como bacterias y hongos.
Paquete tecnológico
El objetivo del proyecto fue crear un paquete tecnológico, así como plantear un sistema del proceso a nivel planta piloto. Al momento, se está buscando licenciar esta tecnología, a fin de que pueda ser explotado por la industria.
Sin embargo, la académica señaló que se continúa con algunas pruebas de concepto y efectividad, probando la mezcla de microorganismos en hectáreas de cultivos. Cabe señalar que las primeras pruebas se hicieron en una muestra de 25 a 50 plantas, en condiciones de producción comercial.
“La agricultura está cambiando y el consumo de fertilizantes y productos químicos va en aumento y las restricciones para la agricultura son cada vez más, en cuanto a aranceles para importación y exportación y, sobre todo, por el proceso de inocuidad. Se están buscando nuevas alternativas de insumos. Que sean bio, limpias y no dañinas”, concluyó la doctora.
La patente para este biofertilizante ya está en trámite, bajo el expediente MX/a/2015/015919. Asimismo se registró ante el American Type Culture Collection (ATTC, por sus siglas en inglés), el cual es un banco internacional de cepas y microorganismos.