Las personas con mayor edad manifiestan menos ira y hostilidad; es decir, tienen un mejor manejo de sus emociones, con respecto a lo jóvenes. Las personas con diabetes son más propensas a la ira y la hostilidad , en comparación con aquellos que padecen hipertensión.
La ira y la hostilidad son emociones que, según investigadores de la Facultad de Psicología-UNAM, representan un factor de riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, por lo cual, han iniciado una investigación con la finalidad de desarrollar un instrumento que mida en las personas estas emociones, lo cual permitirá regular su aparición, duración e intensidad.
La teoría de las emociones plantea que éstas son complejos formados por cuatro dimensiones (fisiológica, subjetiva, cognoscitiva y expresiva o conductual). Con base en lo anterior, la doctora Dolores Mercado Corona, líder de esta investigación, desarrolló un Cuestionario de ira y hostilidad con 64 reactivos, que fueron sometidos a un proceso de prueba y error “…es un proceso empírico que lleva varias etapas de desarrollo en el que se construyeron nuevos criterios y reactivos, los cuales fueron aplicados a personas de entre 17 y 94 años de edad, pertenecientes a distintos niveles socioeconómicos del Distrito Federal, Hidalgo y San Luis Potosí, principalmente.
La doctora Mercado afirma haber detectado siete factores entre las personas que se enojan de forma intensa y frecuente, y las que no lo hacen tanto: 1) intensidad de la ira, 2) respuesta fisiológica o corporal, 3) creencias cognitivas relacionadas con las causas o resultados de la ira, 4) surgimiento de ideas de venganza, 5) consecuencias depresivas (las personas se reprimen después de los estallidos de ira, los cuales les provocan sentimientos de culpa –ya que, según ellos mismos, actuaron de forma incorrecta–, 6) victimización –una de las razones conducentes al enojo es que las personas tienen una percepción, correcta o incorrecta, de qué les está haciendo daño, y tienden a sentirse víctimas–, 7) intolerancia –el enojo, en muchas personas se debe a que no son tolerantes ante situaciones fuera de su control–, y poder –la mayoría de los arranques de ira son motivados por el poder, lo que conduce a la agresión como instrumento para el logro de sus objetivos–, comenta.
Para la doctora Mercado Corona, ésta última –poder–, es de suma importancia; al respecto menciona: “…la mayoría de las veces, la agresión es motivada por el poder, ya sea por su búsqueda o por la frustración de no satisfacer la necesidad de poder. Además, detectamos dos tipos de agresión: la emocional –o proveniente de la ira– y la instrumental, la que es utilizada como una herramienta para alcanzar objetivos”.
Por otro lado, algunos datos interesantes que arrojó la aplicación de este cuestionario advierten que, “contrario a lo que podría haberse esperado, las personas con mayor edad manifiestan menos ira y hostilidad; es decir, tienen un mejor manejo de sus emociones, con respecto a los jóvenes. Las personas con diabetes son más propensas a la ira y la hostilidad, en comparación con aquellos que padecen hipertensión. También encontramos que las víctimas de delito tienen niveles de ira más altos que los agresores; sin embargo, en éstos últimos, el factor más alto es la victimización, un motivo que utilizan para justificar su agresión, basados en la idea de que el mundo es injusto conmigo, porque las personas me hacen cosas”.
Este instrumento de medición ayuda a entender qué sucede en una persona cuando presenta altos niveles de ira y hostilidad; por ejemplo, si es intolerante o tiene una fuerte ideología de poder, se le puede ayudar a reducir sus niveles excesivos de reacción. “Es una herramienta útil para la medicina conductual, como prueba diagnóstica, para determinar un tratamiento más eficaz que ayude a las personas a regular la aparición, duración e intensidad de sus emociones”, concluye.
Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología CONACYT
Edición Mayo-Junio 2012
“Ciencia en México”