Por Dalia Patiño González
Puebla, Puebla. (Agencia Informativa Conacyt).- Moisés Flores Andrew ha creado en tres años la primera planta de producción y comercialización de biodiesel en Puebla, apoyado primero en su curiosidad, emprendimiento y, finalmente, en el método de transesterificación, un proceso ya existente que consiste en separar el glicerol de los aceites y sustituirlo por un alcohol mediante la acción de un catalizador.
Moisés Flores, quien estudió mecatrónica en la Facultad de Electrónica de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), vende diariamente unos siete mil litros de biocombustible hecho a base del aceite que desechan los restaurantes y comercios que manejan frituras, compitiendo de manera incipiente con grandes empresas como Petróleos Mexicanos (Pemex).
Su planta está instalada cerca de la zona industrial del parque Finsa, a la salida de Puebla con dirección a la Ciudad de México, un lugar en el que ya opera una maquinaria más grande, de la línea Solben y manufactura mexicana, con la que puede producir hasta 10 mil litros diarios de biodiesel.
En entrevista para la Agencia Informativa Conacyt, Moisés Flores recordó que su inquietud inició hace cuatro años, pero la venta como tal la concretó desde hace tres años. Todo empezó cuando escuchó sobre la reforma energética y los nuevos lineamientos para comercializar con energías, su curiosidad lo llevó a investigar más, llamando su atención la generación y venta de biocombustibles.
Dedicado junto con su padre al negocio de reciclaje de algunos desechos industriales como cartón, plástico y fierro, Moisés Flores se dio a la tarea de investigar con sus compañeros y en la biblioteca de la universidad acerca de los procesos para crear biocombustible.
De manera autodidacta creó su primer reactor con un par de tinacos y otros aditamentos, logrando producir 400 litros y comenzar sus primeras ventas. Posteriormente, creó otra máquina para generar mil 500 litros, hasta obtener ahora, gracias a créditos e inversiones privadas, una maquinaria de línea Solben de manufactura nacional, creada por el ingeniero químico Daniel Gómez Íñiguez.
“Fabriqué mi primer reactor pequeño para producir 400 litros diarios, lo hice yo a partir de lo que aprendí en la escuela y lo que investigué en Internet. Empecé a buscar clientes hasta que logré comercializar y ahora llegamos a esta planta de 10 mil litros diarios”, relata Moisés Flores.
Los componentes químicos
Para obtener biodiesel, Moisés Flores recurrió a un proceso conocido como transesterificación y para llevarlo a cabo es necesario verificar el grado de humedad y acidez de los aceites que se utilizan, para determinar así la cantidad de catalizador que se ocupará para lograr las reacciones químicas que faciliten el proceso de creación del biodiesel.
“Nosotros consideramos que un aceite ideal para combustible debe estar por el rango de acidez entre el dos y cinco por ciento, y de humedad debe tener máximo uno por ciento para tener un estándar adecuado de calidad”.
Señaló que en el caso de los aceites que desechan los establecimientos de comida, y que son la base para crear biodiesel, en su mayoría tienen parecida su composición química porque en promedio todos pasan el mismo tiempo en la freidora.
Otros de los componentes usados para este procedimiento son los catalizadores, que en este caso son la sal y el alcohol. Moisés Flores Andrew utiliza alcohol con una pureza de 99.9 por ciento, lo que implica que no debe traer agua para la completa atracción de este compuesto. Se trata de un alcohol especial de grado industrial que se consigue con permisos, siendo el principal proveedor Pemex, aunque Moisés lo compra con distribuidores de Monterrey.
Otro de los compuestos empleados es la sal catalizadora que debe también contar con una alta pureza, de 99 por ciento. Indicó que en el caso de la sal es muy fácil que esta absorba la humedad del medio ambiente y se endurezca y quede inutilizable, por eso se guarda en bolsas herméticas, además de que no se compra en grandes cantidades para evitar su posible descomposición.
“También el alcohol jala muy fácilmente la humedad del ambiente sin que se vea y si los utilizas provocan una mala reacción química, por eso hay que ser cuidadosos con el almacenamiento y utilización de estos compuestos”.
La fórmula del éxito
Moisés Flores explicó que el proceso consiste en elevar las temperaturas a 80 grados para eliminar la humedad que podría haber en el aceite recolectado, a esta temperatura el aceite se vuelve más líquido y se hace más fácil su manipulación para filtrarlo y limpiarlo. Una vez realizado este procedimiento, se manda a un mezclador especial donde se añade el alcohol y se coloca la mezcla a 60 grados de temperatura, porque a 68 y 70 grados se evaporaría el alcohol.
“Lo mezclamos durante una hora y ahí se produce precisamente la reacción de transesterificación. Posteriormente, esta mezcla se deja reposar durante una hora para después ser enviada a una máquina centrífuga para que mediante esta acción separe lo que consideramos el desperdicio o glicerol, dando lugar a la primera etapa del biodiesel casi acabado”.
Una vez que se separan ambos compuestos, se vuelve a introducir la primera muestra de biodiesel a la mezcladora para realizar una segunda transesterificación.
“Es como si se tratara de una ecuación, es decir, aceite más catalizador igual a biodiesel y glicerina. Entonces estos compuestos están en constante equilibrio, ya que el catalizador de pronto se quiere convertir en glicerina y de pronto en biodiesel. Para evitar esto y lograr que el equilibrio de estos compuestos se modifique, se saca la glicerina para que solo quede biodiesel”.
La extracción de glicerina se realiza de forma mecánica a través de una de las válvulas de los reactores; una vez afuera, este desecho es ocupado por los ladrilleros de la zona para sus calderas, lo que también evita que utilicen la quema de llantas, cartón y otros contaminantes.
Una vez realizado este procedimiento químico, explica Moisés Flores, se deja de nuevo reposar por una hora la mezcla para separar de nuevo el alcohol de la glicerina que pudiera quedar. Se pasa por la fuerza centrífuga para posteriormente realizar un lavado en seco y dejar el biodiesel en condiciones óptimas de uso.
“Se pasa por un pulidor de dos micrones, lo centrifugamos de nuevo y ya sale un biodiesel de alta calidad sin ocupar una sola gota de agua porque se utiliza una técnica de lavado en seco”.
Los clientes, el mayor reto
Moisés Flores, quien no ha cumplido aún los 30 años, reconoce que los procesos químicos para hacer biodiesel los aprendió de forma autodidacta, enfrentándose a dudas y errores que resolvió solo con la práctica constante.
“Investigué mucho en las bibliotecas de la universidad y otro tanto en Internet, más o menos durante año y medio, la verdad es que hay mucha información al respecto y también hay muchos emprendedores de otros países con blogs a los que también les escribí para que me asesoraran, porque aunque conozcas las fórmulas químicas y las apliques, al final la experiencia es determinante para saber si tu producto es idóneo o tiene las características que debe”.
No obstante, uno de los mayores desafíos de Moisés Flores y su socio mayoritario, su padre, fue la propia comercialización y la reticencia que encontraron en las personas para conocer su producto, a pesar de ser ecológico y más barato que el de Pemex.
“No esperábamos que fuera tan difícil la parte de la comercialización, tocamos muchas puertas para que la gente empezara a confiar en nosotros porque el mayor problema es que temían que se les fueran a descomponer los camiones y con el robo de hidrocarburos también llegaron a cuestionarnos si no era robado, la ventaja es que nuestro combustible es muy distinto al de Pemex, no hay forma de compararlo, físicamente es distinto, así que iniciamos regalando litros para atraer clientes, ahora ya son tres años comercializándolo con las mismas flotillas de transportistas que nos compraron al inicio”.
La certificación y el crecimiento a futuro
La empresa de Moisés Flores, de nombre Smart Recycling, cuenta con los permisos por parte de la Secretaría de Energía para la producción, venta y transportación de biocombustible. Asimismo, para certificar la calidad de su producto, realizan pruebas aleatorias mensualmente para validar los requerimientos de calidad del biocombustible.
Los valores que se miden son viscosidad, densidad y pH, además de partes por millón de glicerina y algunos residuos como glicerina o catalizadores que deben quedar en un rango muy bajo, aproximadamente 0.01 por ciento.
Moisés Flores aclaró que su propia empresa tiene el equipo para medir el pH; mientras la densidad la calculan con una fórmula matemática y solo la viscosidad es analizada en un laboratorio.
En cuanto a su cartera de clientes, asciende a 30 empresas y particulares que manejan flotillas de camiones a diesel. El proyecto a corto plazo es abrir estaciones de abastecimiento y dos plantas más, una en Guanajuato y otra en Campeche, donde ya tienen avanzadas negociaciones con productores de aceite de palma para que pueda ser utilizado como materia prima, a un costo más económico y con una calidad de pureza en el producto final más elevada.
Actualmente, con mil litros de aceite reciclado, a un costo de ocho pesos por litro, Moisés Flores puede producir 920 litros de biodiesel, que ofrece a un costo de 15.30 pesos el litro ya facturado, buscando siempre estar como mínimo un peso por abajo del costo por litro que oferta Pemex.