Por Víctor Manuel Guízar López
Internet se ha convertido en un instrumento que ha venido a rediseñar de manera antes inimaginable la forma en que los seres humanos se comunican, convirtiéndose en la encarnación pura de la globalización.
De la misma forma que Edison no vislumbraría el alcance de su fonógrafo cuando presentó el primer modelo el 7 de diciembre de 1877 -ideado en un inicio para usos tales como el de preservar las últimas palabras de los moribundos, anunciar la hora o enseñar ortografía- los inventores de lo que pueden ser los antecedentes del Internet posiblemente tampoco imaginaron el desarrollo espectacular que sobrevendría a sus primeras redes de comunicación, aquellas desarrolladas en el Massachussets Institute of Technology (MIT) en el año de 1960 o el Arpanet, la primera red nacional de ordenadores patrocinada por la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada del Departamento de Defensa de los Estados Unidos de América en 1969.
Hoy el Internet se ha convertido en un instrumento que ha venido a rediseñar de manera antes inimaginable la forma en que los seres humanos se comunican, convirtiéndose en la encarnación pura de la globalización. A guisa de ejemplo, hoy sitios en la world wide web como las llamadas redes sociales alcanzan ya un público verdaderamente increíble: según algunas estimaciones, Facebook (MR), la red social fundada apenas en 2004 por el entonces estudiante de la Universidad de Harvard Mark Zuckerberg y otros tres cofundadores, alcanza hoy la asombrosa cifra de 500 millones de usuarios1, una población global que rebasa al número de habitantes de cualquier país excepto China e India, al menos hasta ahora.
Como es de imaginarse, semejante alcance de las nuevas formas de comunicación e intercambio de contenidos a través del Internet ha traído aparejado un sinnúmero de tensiones entre diversos tenedores de derechos. En materia de propiedad intelectual, disputas como aquellas que tienen lugar entre titulares de derechos de autor, derechos conexos, marcas, y proveedores de servicio de Internet, proveedores de servicios on-line, y usuarios, han provocado la necesidad de actualizar diversas legislaciones nacionales y regionales2, y han llamado fuertemente la atención en los órganos judiciales y cuasi judiciales de impartición de justicia y resolución de conflictos.
Sin embargo, el Internet al igual que ha generado conflictos derivados de la colisión de diversos derechos, se ha convertido en una oportunidad extraordinaria para el desarrollo de nuevos modelos de negocios. Para muchos, el Internet se ha convertido en una “amenaza” y al mismo tiempo en una “gran oportunidad.”
Esta situación de “amenaza” acompañada de una “gran oportunidad” no es algo nuevo en absoluto. Circunstancias similares han sucedido, bajo otras condiciones, con otras invenciones que han revolucionado el mundo de las comunicaciones y la difusión de obras artísticas y literarias hoy protegidas por la propiedad intelectual, como por ejemplo, el fonógrafo de Edison, la radio de Hertz y Marconi, o las famosas cajas de música fabricadas en Suiza. Estos inventos, si bien es cierto que representaban la “gran oportunidad” de los músicos e intérpretes para ser conocidos y escuchados por un gran público hasta entonces inalcanzable, al poco tiempo, se convirtieron en una verdadera “amenaza” pues ya no se requería la presencia física de los artistas, quienes podían ser ya fácilmente reemplazados por los nuevos inventos; y no sólo eso, dada la novedad de dichos aparatos, la gente llegaba a preferirlos, llenando con fascinación y asombro los cafés, restaurantes, salones de baile y demás lugares de espectáculo donde tuvieran estos aparatos. Los efectos inmediatos de la nueva amenaza fueron contundentes: de acuerdo con una estadística realizada en Viena en el año de 1937, el 90 por ciento de los músicos se encontraba sin empleo, en tanto que otras cifras de la época tampoco son nada alentadoras3. Sin embargo, hoy día nadie dudaría de los beneficios que trajeron, en el caso de la música, los inventos como el fonógrafo y la radio. Desde luego, hubo que pasar tiempo, muchos conflictos tuvieron que dirimirse -y se siguen dirimiendo-, nuevos derechos tuvieron que reconocerse, nuevas leyes tuvieron que crearse4 y otras más actualizarse, para alcanzar una situación de equilibrio, previsibilidad y relativa paz.
Historias similares podrían contarse de otros grandes inventos en el campo de las comunicaciones como la imprenta de tipos móviles por Gutenberg a mediados del siglo XVreconocida como el “antecedente histórico’ del derecho de autor- o el cinematógrafo de los hermanos Lumière, a finales del siglo XIX.
La historia se repite: las “amenazas” y las “grandes oportunidades” que para muchos hoy representa el Internet, lo hermanan con el fonógrafo, la radio y la imprenta. El tiempo hará lo propio con el Internet. Gutenberg, Edison, Hertz, Marconi y los Lumière hoy nos podrían dar cuenta de ello.