Por: Omar Fesh / Fotografía Miguel Badillo
Los creativos e innovadores que han formado pymes, no protegen los frutos de su actividad intelectual; quienes sí lo hacen, en algunos casos, no llevan a cabo el proceso de manera completa y adecuada.
Se estima que en nuestro País hay aproximadamente 658 mil 060 empresas, según el Sistema de Información Empresarial Mexicano, de las cuales aproximadamente el 90% corresponden al sector de las Pequeñas y Medianas Empresas (PyMEs).
Sin embargo, pese a su importancia económica, la mayoría de estas empresas no protege sus derechos intelectuales. E inclusive, valdría la pena analizar la forma en que están protegidos los derechos de las empresas que sí los han considerado como importantes para determinar si están o no debidamente protegidos.
Ante este panorama, nos encontramos en un contexto en el que las PyMEs de nuestro país, y más propiamente hablando, los creativos e innovadores que las han formado y/o que en ellas colaboran no protegen los frutos de su actividad intelectual, y en algunos casos no los protegen completa y adecuadamente.
En mi opinión, la falta de protección de derechos de propiedad intelectual de las PyMEs mexicanas se debe principalmente a dos factores: primero, el desconocimiento del sistema de propiedad intelectual y sus ventajas por parte de los empresarios, sumado a un estigma de que es un sistema complicado, y caro; y segundo, el hecho de que el sistema de propiedad intelectual ha sido hasta hace poco un sistema aprovechado mayormente por empresas grandes, sobre todo extranjeras, asesoradas por despachos de abogados y agentes de propiedad intelectual, que por el perfil propio y el de sus clientes han contribuido a la formación de un sistema elitista.
Considero que esta tendencia debe cambiar de tal forma que las empresas que hay en nuestro país, y sobre todo las PyMEs se den cuenta de cómo pueden verse beneficiadas por el sistema de propiedad intelectual, y logren que sus grandes esfuerzos se vean traducidos en derechos, que se verán reflejados en el valor de las empresas y en su competitividad, pues no olvidemos que los derechos de propiedad intelectual son activos muy importantes de las empresas y no gastos, tal como puede verse en los indicadores que periódicamente se publican sobre el valor de las marcas, en donde resulta sorprendente darse cuenta que hay casos en que las marcas de las empresas llegan a valer más que todos los activos físicos de dichas entidades, o bien, en aquellos casos de empresas exitosas, que basadas en invenciones y otro tipo de innovaciones han logrado convertirse en empresas prosperas y líderes en su ramo.
Finalmente, me parece que es necesario que los empresarios tomen conciencia de esto y protejan todos los activos de propiedad intelectual que se desarrollen en sus empresas para así dotarlas de mayor competitividad y seguridad, y que las autoridades competentes aumenten sus esfuerzos en la difusión de estos temas y en el desarrollo de un sistema de propiedad intelectual ágil y accesible. Por nuestra parte, a los abogados de propiedad intelectual nos corresponde asesorar y defender de una forma ética y responsable a los empresarios, y coadyuvar con las autoridades en el fortalecimiento y mejoramiento del sistema de propiedad intelectual actual.