Por Mariano Castillo
“¡Claro que no somos sólo química! También somos…..somos…. ¡Seguro que debe haber algo mas! ¿O no?” -Pere Estupinyà
Hasta hace apenas un siglo, comenzamos a comprender el papel de la química en nuestro cuerpo. La bioquímica, encargada de estudiar las composiciones químicas de los seres vivos, es relativamente joven en nuestro abanico de las ciencias, pero ha dado grandes avances gracias a la tecnología medica y la neurociencia.
¿Quién iba a pensar que son unas sustancias químicas las responsables de tanto en nosotros y nuestras vidas?. No es fácil aceptar este hecho, a los seres humanos nos ha gustado sentirnos en control de nuestros actos, de nuestras decisiones y comportamientos probablemente por supervivencia. La química nos engaña muchas veces. Es difícil de detectar, de comprender sus síntomas y transcursos en el cuerpo.
William Wolcott relata que murió y subió al cielo. O eso parecía. Asegura haber dado un breve vistazo a la vida después de la muerte. Despertó segundos después de habérsele aplicado el desfibrilador en el hospital. Estas epifanías son muy comunes en los pacientes. La realidad de estos casos es mas simple. Se deben a ciertas sustancias químicas anestésicas que llegan al cerebro como las ketaminas o la atropina que tienen efectos como alucinaciones, la sensación de volar, se acentúan los sentidos y las emociones.
Una persona que sufre de trastorno bipolar, suele oscilar entre la alegría extrema y la tristeza a nivel depresión debido principalmente a un desequilibrio electroquímico en el cerebro. Si administramos la correcta cantidad de un simple químico como el litio, el comportamiento de la persona vuelve a la normalidad y funciona socialmente.
La agresividad en una persona, jerarquía, dominio, territorialidad, deseo sexual, etc. Son también comportamientos resultado de la química en el cuerpo. Los testículos producen testosterona, la responsable de estos gestos. Los humanos hace miles de años comprendían algo de esto al castrar a los guerreros capturados para que no dieran mas problemas. Su comportamiento cambiaba radicalmente, se volvían sumisos, perdían el apetito sexual, eran permisibles con los intrusos, etc.
Al presenciar ira o miedo, segregamos noradrenalina, un químico que nos pone en alerta para luchar o huir hábilmente.
Durante el parto, la mujer segrega grandes cantidades de oxitocina, una sustancia que genera la conducta maternal y apego al bebe.
Nuestro estado de ánimo y emoción dependen de la serotonina, una sustancia básica en el cuerpo que la generamos más en días asoleados. Un defecto de ésta, lleva generalmente a la depresión o conductas coléricas.
Somos parte de una fina maquinaria que funciona con la química. Cuando nos enojamos, cuando tenemos fuertes sentimientos hacia alguien, incluso los alimentos que consumimos, todo lleva una orquesta de sustancias químicas que nos hacen reaccionar, cambiar nuestro ánimo, ser más hábiles y hasta alucinar. Si nos falta o nos sobra una mínima dosis de alguna sustancia química, puede provoca un desbalance de reacciones o comportamientos que generalmente no entendemos y juzgamos con ignorancia.
Con una grande curiosidad en nuestros actos, nos centramos en la química y sus reacciones en el cuerpo humano porque parecen tener una importancia esencial para entender nuestros comportamientos.