Por Dalia Patiño González
Puebla, Puebla. (Agencia Informativa Conacyt).- La eficiencia de los resultados que emite un laboratorio después de realizar un análisis dependerá en gran medida de la calidad de agua que utiliza para sus cultivos o instrumentación, ya que con una ligera impureza que contenga el líquido empleado, se modifican los resultados llegando incluso a no detectar microorganismos, comprometiendo así la calidad de los trabajos realizados.
Para conocer la importancia y el tipo de agua empleada por laboratorios comerciales o por la comunidad científica para sus investigaciones, el doctor José Ignacio Becerra Ponce de León, responsable del Laboratorio de Tecnología del Agua del Instituto de Ciencias de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), explicó en entrevista para la Agencia Informativa Conacyt que, a pesar de ser una exigencia el uso de agua pura, no todos los laboratorios, sobre todo los que ofrecen servicios de análisis clínicos, cumplen con la regulación de utilizarla, de ahí que puedan existir variaciones en los resultados obtenidos.
Creado en julio de 2003 con el objetivo de desarrollar estudios sobre las diferentes metodologías empleadas para el tratamiento de aguas rodadas y residuales, en el Laboratorio de Tecnología del Agua se desarrollan, entre otros proyectos, la producción de agua destilada y de alta pureza que abastece a los diferentes laboratorios de la BUAP, generando diariamente un promedio de 100 litros por día, equivalentes a 60 galones de agua tipo I, conocida también como de alta pureza o ultrapura.
El agua tipo I es aquella que requiere de máxima exactitud y precisión para aplicaciones en espectroscopía atómica, fotometría de llama, enzimología, gas en sangre, soluciones buffer de referencia y la reconstitución de materiales liofilizados tipo estándar; en esencia tiene un nivel mínimo de componentes ionizados para preparar soluciones para análisis de rastreo de microorganismos, con criterio estándar ASTM 1193:2001, NCCLS y CAP con una resistividad de 10 a 18 mega ohms (MΩ) (grado semiconductor), término utilizado también como ultra alta pureza.
“Los laboratorios de investigación requieren generalmente de agua de alta pureza que antes se compraba de manera externa hasta que aquí en el laboratorio empezamos a producirla a bajo costo, recuperando ese gasto para la institución. Nosotros lo que hacemos es adaptar un sistema de producción de alta pureza para los laboratorios y obtenemos agua de tipo I”, refiere el doctor Becerra.
Cómo se obtiene agua ultrapura
Para lograr estos grados de pureza, el coordinador del laboratorio de tecnología del agua señaló que manejan un sistema de medición que va de entre 10 a 18 MΩ-cm, conocido como resistividad, contrario a la conductividad.
“Cuando las aguas tienen muchas sales, simplemente con un sistema de electrodos se puede medir la conductividad del agua, pero cuando nosotros eliminamos ese tipo de residuos existe una transformación en la medición, entonces ya no se mide la conductividad sino la resistividad. Eso significa pureza de agua”.
En cuanto al proceso de obtención, el doctor Becerra explicó que la primera etapa consiste en eliminar impurezas del líquido, recordando que las aguas de Puebla suelen ser muy salitrosas. Ese salitre se mide en mil 200 partes por millón y cuando es tratado el líquido, se obtiene un rango de 100 partes por millón para eliminar la mayor parte de impurezas minerales, logrando aguas con diferentes aplicaciones, como el agua tipo II utilizada para pruebas analíticas y clínicas en análisis hematológicos, serológicos y microbiológicos. El agua tipo II es conocida como agua bidestilada (desmineralizada) y libre de impurezas orgánicas, en el rango de dos a cuatro MΩ.
Para el caso del agua ultrapura, en una segunda etapa se realiza la desionización para que las impurezas se reduzcan un 60 por ciento. Posteriormente se recurre al sistema de ósmosis inversa, utilizando membranas de microporo. Después del proceso de ósmosis inversa ya no es conductiva sino resistiva y viene en un orden de seis a ocho MΩ.
“Este tipo de agua tiene eliminados por completo los minerales, excepto sílice que es muy difícil de eliminar. Por ejemplo, en el área de farmacia no hay tanto problema con el agua que aún contiene sílice, pero en los laboratorios de microelectrónica no se puede usar así, aún se requiere de ultrapureza, pues en la electrónica la mayor parte de los dispositivos está hecha a base de silicio y si hay sílice, entonces contamina, por eso hay que eliminarlo para que no haya afectaciones en la manufactura de obleas de silicio”, añadió el doctor Becerra.
Asimismo, refirió que el agua tipo I también es utilizada en procedimientos de refrigeración o para cultivos de bacterias y análisis clínicos, por eso la importancia de que cumpla con las condiciones indicadas, pues de lo contrario cambian las variables de las muestras y, por lo tanto, los resultados.
Uso inmediato
El doctor Becerra Ponce de León indicó que el agua tipo I, a la que se le considera desionizada, tiene como principal inconveniente que no puede permanecer almacenada, se requiere su uso inmediato, pues de lo contrario, si se mantiene en reposo, disminuye su resistividad e incrementa el nivel de minerales.
“El agua tipo I debe manejarse en sistemas cerrados para evitar la contaminación. La mala manipulación del agua baja su calidad y muchas veces quien no conoce su naturaleza provoca un mal funcionamiento del equipo de laboratorio y, por ende, compromete la calidad de los resultados. Eso es algo muy común, sobre todo en donde se realizan análisis clínicos, ya que generalmente no existe un manejo cuidadoso con el líquido”.
Costos y producción
En el Laboratorio de Tecnología del Agua se generan 100 litros al día de agua ultrapura y solo sobre pedido, ya que no puede mantenerse en reposo o almacenada; pero también se produce agua destilada, usada en su mayoría para lavar material.
Esta producción genera un ahorro considerable para la universidad, ya que el precio de un garrafón de 20 litros de agua destilada oscila entre los 150 y 200 pesos; mientras que el costo de un garrafón, también de 20 litros, de agua desionizada tiene un valor de 300 pesos o más.
“Los costos que nosotros generamos por esa producción de agua son simbólicos y sí representan un ahorro para la institución, además de que garantizamos que el agua que llega a los laboratorios tiene la calidad y los grados de pureza óptimos para que la comunidad científica trabaje acorde a los estándares exigidos”.