AUTOR: Marytere Narváez
FUENTE: AGENCIA INFORMATIVA CONACYT
Mérida, Yucatán. (Agencia Informativa Conacyt).- Realizado a finales del mes de mayo, el MakeDay se constituyó como la primera experiencia que se realiza en Mérida en torno al concepto de City Makers Lab de la Organización de las Naciones Unidas, en el marco del programa ONU Hábitat. El reto para los 10 equipos participantes consistió en desarrollar un prototipo funcional a lo largo de casi tres días que respondiera al reto “Yucatán para más prosperidad”, enfocado en cuatro áreas principales: agricultura, ciudad urbana, medio ambiente, salud y nutrición.
El propósito, indicó Teresa Tello Correa, encargada de la Coordinación de Incubación e Innovación de la Universidad Tecnológica Metropolitana (Incubadora NEOS UTM), fue detonar la innovación con el apoyo de las adecuadas herramientas, el espacio, los conocimientos, los especialistas y los colaboradores voluntarios que compartieran las inquietudes de generar un cambio en materia de emprendimiento.
“Aquí se encuentra gente de todas las vertientes de la sociedad que se ponen a trabajar juntos durante 24 horas y sale algo fantástico. Son inventos nuevos que son de utilidad para los vecinos, para la comunidad. El reto que tuvieron fue hacer un producto que implemente la prosperidad mejorando la calidad de vida de las personas de su entorno construido y en el medio ambiente, y se establecieron conexiones en tradición con tecnología, con humanidad, cultura y con salud”, expresó Erik Vittrup Christensen, representante para México del Programa de las Naciones Unidades para los Asentamientos Humanos, ONU Hábitat.
El encuentro fue convocado por ONU Hábitat, la Universidad Modelo, la Universidad Tecnológica Metropolitana, la Universidad Tecnológica del Poniente de Maxcanú y el Instituto Yucateco del Emprendedor (Iyem). El premio consistió en una incubación de alto impacto con valor de 130 mil pesos, además de que el Iyem patrocinó el registro de marca para todos los participantes.
Preparación del MakeDay
La coordinación de ONU Hábitat se encargó de hacer el contacto con la Universidad Tecnológica Metropolitana para dotar de acceso a los participantes a laboratorios especializados como el de ingeniería de alimentos y carpintería. Durante tres meses, el comité organizador integrado por representantes de las instituciones organizadoras desarrollaron la logística, dando como resultado seis talleres en áreas de modelado de madera, internet de las cosas, robótica, electrónica, metales, aceros e ingeniería de alimentos.
“El MakeDay es un evento complejo. No es lo mismo que desarrollar apps, pues se trata de generar un prototipo desde los materiales hasta el personal técnico”, apuntó Tello Correa.
Cómo hacer un prototipo en un fin de semana
El primer día se realizó un curso de inducción en el que se discutió sobre el movimiento maker. Alfonso Govela Thomae, consultor de ONU Hábitat y responsable de la iniciativa Digital Civix, expuso una dinámica de integración de equipos en los que debía haber un experto en comunicación y mercadotecnia, un emprendedor y un maker (alguien que sepa hacer, un experto en tecnología, artesanos, carpinteros o herreros) y a partir de esa combinación de perfiles se conformaron los 10 grupos finalistas.
El sábado por la mañana se lanzó el reto, y durante las siguientes 36 horas los equipos debían hacer un prototipo funcional para transportarse y ser colocado frente a un jurado.
“Primero nos dieron un reto y nos metieron a un taller de madera, nosotros nos juntábamos con personas de diferentes carreras que no conocíamos; en nuestro caso, estuvieron artesanos, desarrolladores de tecnología y evaluadores de proyectos. Empezamos con ideas generales, pero aprovechamos la conjunción de la artesanía de tallado de madera y la instalación de tecnología”, indicaron los integrantes del equipo Talladores.
De acuerdo con Emilio Martínez de Velasco, director del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) Sureste y jurado del MakeDay, se registraron más de 200 personas, de las que se presentaron alrededor de 60 que conformaron los equipos, y que provenían de distintos municipios de Yucatán. “Nosotros como jurado estuvimos viendo varios aspectos, el de innovación; el impacto social, es decir, entendemos que estos fueron prototipos pero una vez que se logre, qué impacto podría tener; la factibilidad, pues hay ideas que pueden ser muy buenas pero muy difíciles de realizar; y, finalmente, la calidad del prototipo.
Según Martínez de Velasco, se analizaron las propuestas de manera individual y de forma comparativa para otorgar una calificación. Aunque en términos generales todos los prototipos eran propuestas interesantes, se revaloraron los casos de aquellos que podían destacarse entre todos.
El tercer lugar fue una iniciativa sencilla pero ingeniosa: el carrito recolector de fruta, del equipo Talladores. “En un principio era difícil percibir el grado de innovación que puede tener comparado con otros proyectos que tenían más aplicación tecnológica. Pero sorprendió el hecho de que es un proyecto que identifica una necesidad en las zonas rurales, logran ver una oportunidad donde casi nadie está mirando, y, sin embargo, puede tener un impacto potencial muy grande en todos los trabajadores que están en el campo. Además, es una innovación hecha por personas del campo para el campo, lo que nos pareció interesante y, aunque está en una fase de desarrollo, es factible para realizarse a corto plazo”, destacó Martínez de Velasco.
De acuerdo con Vittrup Christensen, el segundo premio fue para una invención sencilla y práctica que demostraba que se había planteado pensando en todas las dimensiones de las preguntas: el jardín vertical, del equipo MadeMakers. En palabras de Martínez de Velasco, este proyecto atiende una problemática social clara, con un balance adecuado de la tecnología, la simplicidad y la economía.
El jurado acordó con mucha unidad el premio ganador, que demostraba la creatividad de conjugar lo local con lo global, lo tradicional con lo moderno, de conectar profesiones, pensamientos y culturas de una manera ingeniosa, según Vittrup Christensen: el bastón iluminador, también llamado Xol té. “No solo es la propuesta que hacen, sino es todo un concepto que provoca e invita a ser replicado en muchas nuevas conexiones entre la gente”, indicó.
“El tema de los artesanos aplicado en tecnología es un área de potencial muy grande, normalmente concebimos estas dos actividades como opuestas, pero vemos que hay una gran oportunidad de desarrollo, pues más allá del prototipo presentado está lo que este proyecto puede llegar a representar”, indicó Martínez de Velasco.
Xol Té, artesanía y tecnología
De acuerdo con los integrantes del equipo Talladores, Xol té tiene por objetivo rescatar la artesanía en madera y agregarle tecnología innovadora, con el fin de que no se quede únicamente como un objeto decorativo sino que sea de utilidad para jóvenes, adultos y adultos mayores. Además del bastón desarrollado como prototipo, se buscan desarrollar diversos objetos a partir del conocimiento de los artesanos de Chemax que formaron parte del equipo.
A partir del diagnóstico sobre la situación de trabajo informal y abaratamiento de productos de los artesanos, el prototipo pretende impactar de manera positiva este sector de la sociedad abriendo nuevas posibilidades de mercado de exportación.
El bastón iluminador tiene un uso potencial orientado a gente de la tercera edad para zonas rurales, pues hay muchos lugares donde no se cuenta con luz eléctrica y solo caminar de un punto a otro en el propio domicilio puede tener como consecuencia lesiones menores o graves.
La instalación de las luces LED funciona con un circuito sencillo, con un interruptor y una batería, y el diseño contó con la ayuda de un carpintero. Próximamente, se pretende desarrollar un sistema autosuficiente y ecológico.
Polenio Castillo, artesano oriundo de Chemax, llegó al MakeDay a través de la Casa de las Artesanías. Aunque al principio no sabía qué debía hacer, lo animaron para entrar al mundo de la tecnología y aceptó el reto, que tuvo como resultado una mezcla de los distintos conocimientos del equipo del que formó parte. “A veces he fabricado bastones, pero no de esta forma y estilo, con estos muchachos tuve la experiencia de tener más ideas y conocimiento en otras áreas. Yo aprendí a través de mis papás y de mis tíos, y desde que dejé mi escuela (no teníamos los recursos para seguir estudiando) me metí a trabajar con ellos y empecé a tallar hasta ahorita”, indicó.
Premio: proceso de incubación de UTM
El proceso de incubación de alto impacto consiste en la elaboración de un proyecto de negocio a partir del bastón iluminador, un proyecto innovador, tecnológico y altamente replicable. De acuerdo con Tello Correa, se iniciará con un trabajo fuerte de formación de habilidades empresariales, seguido por un primer modelo de negocio orientado por un diagnóstico de necesidades.
Posteriormente, tendrán inicio las consultorías para acompañar la construcción del prototipo comercial, de manera que el equipo terminará en febrero listo para recibir inyección de inversionistas o para generar acuerdos de comercialización.
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