Por Joel Cosío
La Paz, Baja California Sur. (Agencia Informativa Conacyt).- De acuerdo con el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), alrededor de 19 por ciento de la población de Baja California Sur —aproximadamente 152 mil personas— sufrió carencia por acceso a la alimentación en 2016.
Si bien se desconoce el panorama completo de la pobreza alimentaria en la entidad, la desnutrición tiene una característica inequívoca, es especialmente perjudicial en los niños, en quienes su principal síntoma es el retraso en el desarrollo fisiológico.
Por lo tanto, garantizar parcialmente la alimentación de los infantes es una de las acciones que han emprendido diversas organizaciones en sus competencias. Desde instituciones que tienen la finalidad de proveer asistencia social a comunidades vulnerables, hasta centros de investigación científica y tecnológica, para el desarrollo de soluciones para la producción de alimentos que garanticen la seguridad alimentaria en la región.
Este es el caso de la exploración de los litorales de la península de Baja California, para detectar especies marinas potencialmente comerciales para su aprovechamiento sustentable.
Ciencia y tecnología para impulsar nuevas pesquerías
Desde 2010, un equipo multidisciplinario de científicos del Centro de Investigaciones Biológicas del Noroeste (Cibnor) y el Instituto Nacional de Pesca (Inapesca), a través del Fondo Sectorial Sagarpa-Conacyt, comenzó a explorar áreas marítimas en busca de especies comerciales no aprovechadas en el Pacífico mexicano, con el objetivo de encontrar pesquerías alternativas para el sector productivo.
El resultado de las exploraciones arrojó considerables poblaciones de merluza, un pez con altos niveles de proteína de origen marino.
“Esta convocatoria nos permitió explorar más allá de los 150 metros, hasta los 300 metros de profundidad, a todo lo largo de la costa occidental de la península de Baja California, desde Ensenada hasta Cabo San Lucas. Los resultados nos arrojaron la existencia de poblaciones importantes de merluza y langostilla en las profundidades antes mencionadas”, señaló el doctor César Augusto Salinas Zavala, investigador titular del Cibnor y miembro del Sistema Nacional de investigadores (SNI) del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt).
Las exploraciones duraron alrededor de tres años, durante 2010, 2011 y 2012. Estudiaron la densidad, biomasa y comportamiento de los peces con el método de hidroacústica.
Esta técnica utiliza el sonido y sus propiedades en el estudio de las masas de agua, mediante un aparato llamado ecosonda, que funciona como transmisor y receptor de señales sonoras. Las ondas sonoras viajan en el agua chocando con todos los organismos y partículas que encuentra a su paso, cada uno de los cuerpos con que tropiezan las ondas sonoras emite, a su vez, un eco de vuelta. Estos ecos son recibidos por el receptor y el programa de procesamiento de datos los traduce en una imagen llamada ecograma que representa el ecosistema subacuático.
Posteriormente, con financiamiento de otro Fondo Sectorial Sagarpa-Conacyt, identificaron y definieron plenamente tres áreas de pesca, con grandes concentraciones de merluza, ubicadas en la costa occidental de la península de Baja California.
En 2014, realizaron un estudio para determinar la información nutricional de la merluza, obteniendo que cada porción de 100 gramos de carne de merluza contiene 0.3 gramos de grasa, cero gramos de azúcares, 53 kilocalorías de energía y 10 gramos de proteínas. Asimismo, comenzaron estudios pertinentes para conocer el comportamiento y biología de la especie en los litorales de Baja California Sur.
“En 2014, obtuvimos un apoyo para obtener los valores nutrimentales de la merluza y empezar los estudios de biología pesquera, la época de reproducción, las tallas, la madurez, todo lo que se requiere para proponer el aprovechamiento de un recurso pesquero. De esta manera, pudimos llegar a 2015, cuando propusimos el proyecto actual para obtener información precomercial de la actividad”, señaló Salinas Zavala.
Colaboración interinstitucional para garantizar la alimentación en niños sudcalifornianos
En la actualidad, el Centro de Investigaciones Biológicas del Noroeste, en conjunto con el Sistema Estatal para el Desarrollo Integral de la Familia de Baja California Sur (SEDIF-BCS) y la delegación del Consejo Nacional de Fomento Educativo (Conafe), a través del Programa de Desayunos Escolares, combate la desnutrición de niños en situación de vulnerabilidad con dotaciones enlatadas de merluza.
El suministro de alimentos es posible con financiamiento de la Convocatoria de Proyectos de Desarrollo Científico para Atender Problemas Nacionales 2015, en materia de seguridad alimentaria, que consiste en proveer recursos para la pesca, procesamiento, enlatado y distribución de la merluza, con la finalidad de realizar un estudio de prefactibilidad para la comercialización del alimento.
Contribuir a abatir la desnutrición de niños en situación de vulnerabilidad alimentaria e impulsar una nueva pesquería en el norte del estado, en los litorales de bahía Magdalena, en el municipio de Comondú, en Baja California Sur, son el principal interés de los involucrados.
“Estamos intentando llevar —a las comunidades con vulnerabilidad alimentaria— proteína de origen marino, proveniente de la merluza, un pez que es altamente consumido en Europa, Asia y Sudamérica, pero que en México no se consume de manera regular”, mencionó Salinas Zavala.
“La finalidad, por una parte, es fomentar la producción del sector pesquero, con la apertura de una pesquería alternativa, porque este producto se encuentra en sitios en donde normalmente no se pesca, a profundidades de 150 a 300 metros. Es una pesquería que puede traer muchos beneficios a la región Pacífico Norte del estado de Baja California Sur, dando empleo a pescadores y procesadores del producto. Por otra parte, es llevar la proteína de animal marino a las comunidades más vulnerables en términos de pobreza alimentaria en el estado, a través del SEDIF de Baja California Sur”, detalló.
La primera entrega de dotaciones de merluza enlatada, para el periodo de enero a abril de 2018, fue de alrededor de seis mil 200 unidades. Este alimento es proporcionado a aproximadamente mil 400 niños sudcalifornianos una vez por semana.
“En esta dirección nosotros coordinamos el Programa Desayunos Escolares, en el que los directivos del Cibnor se interesaron para incluir el proyecto de la merluza. El SEDIF BCS trabaja el Programa de Desayunos Escolares, en conjunto con los DIF municipales; tenemos distribuidos 30 desayunadores en los cinco municipios del estado”, mencionó Karla Camacho Garciglia, directora de Atención a Población Vulnerable del SEDIF-BCS.
“El programa está dividido en desayunos fríos, integrado por fruta deshidratada, barras de avena, granola y leche líquida; y desayunos calientes, que se entregan en los desayunadores comunitarios”, continuó.
Los desayunadores son operados por comités de padres de familia que se encargan de preparar desayunos calientes, con frutas, legumbres, granos y cereales, diferentes tipos de carnes, entre otros alimentos.
“Las primeras veces que nos trajeron la merluza no sabíamos cómo prepararla, la comparábamos con el atún y la sardina, pero su sabor no es tan fuerte. Nos dieron recetas para prepararla y a los niños les ha empezado a gustar”, comentó una de las madres de familia encargada de preparar los desayunos.
Los investigadores, con este tipo de estrategias de colaboración, proponen fomentar el incremento de la cultura del consumo de pescado en la región y en un futuro en el país, que en promedio consume alrededor de 16 kilogramos de pescado al año, una cifra menor que la media mundial.