La compañía mexicana Asepro Ecología obtuvo dos patentes internacionales y cuenta con 14 secretos industriales para proteger un proceso original que les permitió extraer aceite para producir biodiesel, a partir de micro algas.
El desarrollo mexicano innovó dos eslabones diferentes de la cadena de producción de biodiesel a partir de microalgas: 1) elevó la cantidad de gramos de biomasa de algas que se puede obtener por cada litro de agua, y 2) aumentó la cantidad de aceite para biodiesel que se puede extraer de la biomasa que ya generaron en el paso anterior del proceso.
Con el nuevo proceso es posible obtener, en una planta piloto, 23 veces más cantidad de aceite para biodiesel utilizando microalgas en lugar de otros organismos que también generan ese producto como la palma aceitera o el árbol de Jatropha.
“Algo muy importante es que se utiliza mucho menos terreno que el que se requiere actualmente para fabricar otro tipo de aceites para biocombustibles. El que tiene mayor rendimiento actual, por ejemplo, es la palma africana que llega a tener un rendimiento de entre 5 mil y 5 mil 500 litros de aceite, al año, por hectárea. Nosotros podemos llegar a 400 mil litros, al año, por hectárea y además no necesitamos que la tierra sea fértil. Puede ser una tierra arenosa u arcillosa. Esas tierras nosotros las podemos convertir en productoras de biomasa de microalgas”, informó el ingeniero Alejandro Peralta, Director de Operaciones de Asepro Ecología.
El incremento en la producción de aceite para biodiesel se obtuvo después de 12 años de investigación de un equipo liderado por Antonio Echevarría, en los que se probaron diferentes cepas de microalgas para encontrar la que tuviera las condiciones óptimas para la producción del mayor volumen posible de aceite para biodiesel.
Productos comercializables
El proceso que concibieron los mexicanos genera dos grupos de productos comercializables: 1) el aceite extraído de las microalgas que se puede usar como base para producir turbosina, para aviones; biodiesel, para transporte, calefacción y generación de electricidad; y glicerina, que se puede vender a la industria cosmética, farmacéutica y de producción de jabones. Y 2) la biomasa residual de las microalgas o lo que queda después de retirarle el aceite puede ser usado para forrajes, alimento de acuacultura, suplementos alimenticios, fertilizantes y galletas de alto contenido proteico.
Después de los primeros estudios independientes, la empresa mexicana ha recibido apoyo técnico de diferentes instituciones científicas como la Universidad del Mayab, donde se ubicó el primer laboratorio de Asepro Ecología; y posteriormente de otras instituciones como el Centro de Tecnología Avanzada (CIATEQ); el Centro de Innovación Aplicada en Tecnologías Competitivas (CIATEC); la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEMex) y el Centro de Investigación Científica de Yucatán (CICY). Tanto CIATEQ, CIATEC y CICY son parte de la red de 27 Centros Públicos de Investigación del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt).
También ha recibido apoyo de las autoridades a través del Fondo de Sustentabilidad Energética de la Secretaría de Energía (SE) y del Conacyt, además de un nuevo apoyo del Gobierno de Tabasco que le permitirá abrir una planta piloto en terrenos de esa entidad el primer semestre de 2017.
Una de las claves para que la compañía Asepro Ecología lograra aumentar la producción de aceite para biodiesel, en comparación con otros grupos que también usan microalgas como fuente para generar bioenergéticos, es que el grupo mexicano consiguió ser más eficiente en el rompimiento de la capa dura de las microalgas.
“La microalga tiene una capa dura, que es como si fuera el alpiste, pero a nivel microscópico, entonces se tiene que romper para poder extraer el aceite y luego se aglutina. Este es uno de los procesos que conseguimos y de los secretos industriales que tenemos actualmente. Otro de los secretos es el que tiene que ver con el secado de la biomasa y posteriormente la conversión del aceite en biodiesel. Este último es un proceso relativamente conocido, pero nosotros lo hemos logrado eficientar y hacer más barato”, indica Alejandro Peralta Soto.
Fuente: ANTIMIO CRUZ BUSTAMANTE, Reportero de Ciencia, Tecnología e Innovación, Revista Mi Patente, [email protected], www.mipatente.com