México alberga entre 60 y 70 por ciento de la diversidad conocida en el planeta, y es el país que tiene más especies en peligro de extinción, con escasa inversión en recuperar su capital natural, afirmaron académicos del Instituto de Investigaciones Económicas (IIEc) de la UNAM.
“En 2017 los costos por agotamiento y degradación del ambiente representaron el 4.3 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB), mientras que para su protección se destinó 0.6 por ciento del PIB”, aseveró Citlalin Martínez, de la Unidad de Investigación de Economía y Medio Ambiente del IIEc.
En 2012, los costos por degradación ambiental sumaron 985 mil millones de pesos, mientras que a la protección se invirtieron sólo 143 mil millones, dijo durante el XXV Seminario Economía Mexicana, coordinado por Jorge Basave Kunhardt, del IIEc.
Citlalin Martínez y sus colegas Rosario Pérez, Alonso Aguilar y Veronique Shopie Ávila elaboraron el documento “El papel del capital natural en la economía mexicana”, en el que retoman estudios de organismos nacionales e internacionales, así como indicadores para establecer que 12 estados del país aún pueden generar bienes y servicios sin poner en riesgo su capital natural; nueve tienen una alta probabilidad de alcanzar niveles no sustentables y 11 ya agotaron este capital.
Tala legal
Además, otros indicadores señalan que entre 90 y 95 por ciento de nuestro territorio ya está deforestado, lo que coloca a México en el tercer lugar mundial en deforestación. Los bosques y selvas son los más afectados.
“La principal causa de la deforestación es el cambio de uso de suelo para la agricultura. La Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) estima que sólo ocho por ciento de la tala es ilegal; por tanto, el resto se realiza con la venia de las autoridades”, subrayó Martínez.
De igual forma, comentó que el incremento de la población ha aumentado la generación de residuos, la emisión de contaminantes y descargas de aguas residuales.
Durante la mesa” Recursos naturales y escenario internacional, guerras comerciales y flujos migratorios”, el investigador Alonso Aguilar expuso que en registros nacionales del INEGI sobre agotamiento y degradación, se muestra que ha habido un cambio en los costos ambientales entre 2003 y 2017 por hidrocarburos, aguas subterráneas, afectación a los recursos forestales y el suelo.
El sector de manufacturas ha incrementado el uso y contaminación de agua subterránea, mientras que el agropecuario y de hidrocarburos son los que generan más impacto, dijo.
Al respecto, Rosario Pérez expuso que lo importante es “determinar los costos del deterioro ambiental y su degradación, así como identificar cuáles son los sectores a los que hay que prestar mayor atención para tratar de recuperar y conservar el capital natural. Lo que se pretende es contar con una economía más desacoplada del impacto ambiental, más sustentable, más verde, una bioeconomía”.