Ciudad de México. (Agencia Informativa Conacyt).- Un descuido provocó que la pequeña Karen, de apenas cinco años de edad, sufriera daños en la vista. El derrame de una botella con amoniaco —usado por su madre para la limpieza del cuarto de baño— salpicó sus ojos y le generó al instante pequeñas pero serias lesiones cáusticas en la córnea.
Con un alto poder de refracción óptica, la córnea está formada por un tejido transparente que, además de permitir el paso de la luz a la retina, protege el iris y el cristalino.
Debido a la rápida atención que recibió la menor en el área de urgencias de una clínica local, los médicos evitaron una lesión irreversible al resto de las delicadas estructuras de sus ojos; sin embargo, el daño al tejido corneal afectó la calidad de su vista.
Por las características de la lesión, a su corta edad Karen se convirtió en candidata a un trasplante de córnea —queratoplastia—, intervención quirúrgica donde se sustituye el tejido corneal dañado por tejido corneal sano, procedente de un donante fallecido, de forma totalmente altruista y anónima.
Aunque el trasplante de córnea es una intervención segura y eficaz, no está exenta de riesgos, como infecciones y el rechazo que se genera si el sistema inmunitario del paciente detecta el órgano o tejido trasplantado como extraño o incompatible.
Tecnología en el quirófano
Para minimizar las complicaciones postoperatorias y el riesgo de rechazo asociado a la queratoplastia penetrante —que implica la sustitución de la totalidad del tejido corneal—, el desarrollo de la técnica de trasplante lamelar o laminar es una opción novedosa que sustituye la menor cantidad de este tejido.
“Dependiendo del tipo de lesión y de la profundidad, puede ser que no se necesite cambiar la córnea completa y en su lugar podemos cambiar solo pedacitos de esta que se llaman lamelas”, explica el doctor Fernando Peniche Cano, experto en córnea y cirugía refractiva.
En entrevista para la Agencia Informativa Conacyt, el especialista en reconstrucción de superficie ocular por la Universidad de Miami, y pionero en México en trasplante lamelar, expone las ventajas clínicas de esta técnica quirúrgica en pacientes con determinados tipos de lesiones o enfermedades de la córnea.
En promedio, la córnea tiene un espesor de 550 micras (μ), casi siete veces el diámetro de un cabello humano.
Con los avances tecnológicos en cirugía oftálmica —explica el doctor Peniche Cano—, actualmente es posible trasplantar una lamela anterior, media o posterior, con una profundidad de 50 a 400 micras.
“De la córnea donante tomo el tejido con el diámetro y la profundidad que necesito, siempre dependerá del área o las áreas lesionadas a trasplantar en el paciente”.
Un toma de tejido de tanta precisión es solo posible con el uso del láser de femtosegundos, un equipo de alta tecnología que emplea luz infrarroja —sin producir calor— para separar el delicado tejido corneal mediante la disrupción de sus células, explica el doctor.
El láser de femtosegundos es capaz de efectuar y tomar con precisión micrométrica el tejido corneal que el cirujano oftalmólogo necesita para la reconstrucción de la superficie ocular, con seguridad y en un tiempo en el quirófano muy corto.
Otra de las ventajas del trasplante parcial es que de una sola córnea donante el cirujano puede extraer tejido para varios pacientes receptores.
Recuperar la vista
Peniche Cano resalta las ventajas del trasplante lamelar: menor riesgo de rechazo inmunológico, el procedimiento quirúrgico es menos invasivo, los cuidados postoperatorios son mínimos y el pronóstico de recuperación visual es de bueno a excelente.
“Dependiendo del tipo de lesión podemos ir a una recuperación prácticamente de 99 a 100 por ciento, como recuperaciones de 70 a 80 por ciento, obviamente todo depende del daño, de cómo se nos presente el paciente y con base en eso podemos hablar de un pronóstico”, aclara.
AUTOR: Antonio Trejo
FUENTE: AGENCIA INFORMATIVA CONACYT