Por Hugo Valencia Juliao
Ciudad de México. (Agencia Informativa Conacyt).- El uso y desarrollo de tecnologías para la generación de energía eléctrica a través de fuentes alternativas ha sido un tema en exponencial crecimiento durante el siglo XXI; sin embargo, el panorama todavía no es el ideal pues solo 17.17 por ciento de la energía eléctrica total producida en México proviene de fuentes renovables, detalla el Inventario Nacional de Energías Renovables.
En ese contexto, en la delegación Milpa Alta de la Ciudad de México ya ha comenzado su operación uno de los proyectos locales más ambiciosos para la utilización de residuos sólidos orgánicos y su consecuente transformación en productos como bioabono y biogás que puede ser convertido en energía eléctrica.
Se trata de la Planta para Tratamiento de Residuos Orgánicos del Centro de Acopio Nopal-Verdura en Milpa Alta, proyecto realizado por la empresa Sustentabilidad en Energía y Medio Ambiente (Suema) y cofinanciado por la Secretaría de Ciencia, Tecnología e Innovación (Seciti) de la Ciudad de México.
El proyecto sociotecnológico no tiene precedentes en la Ciudad de México, aseguró el responsable de la planta, el ingeniero Carlos Miguel Apipilhuasco González. “Es un sistema de valorización de los residuos del Centro de Acopio Nopal-Verdura que se basa en tecnología de digestión anaerobia. Su objetivo es aprovechar los residuos en el sitio de generación para producir biogás que se puede utilizar como combustible, o bien ser transformado en energía eléctrica”, expresó.
La planta recién inaugurada promete generar electricidad suficiente para satisfacer los consumos de energía del centro de acopio, además de generar bioabono para ayudar al crecimiento de la agricultura local.
La parte más importante para el funcionamiento de la planta, aseguró el director de Investigación y Desarrollo de Suema, es la participación de la gente, quienes se han hecho parte de la misma. Esto se logró con la concientización sobre la importancia que tiene la separación de los residuos, pues a fin de cuentas, ellos son quienes van a disfrutar de los beneficios, afirmó Apipilhuasco González.
“Este proyecto no solo está generando un beneficio tangible a la comunidad, sino que también estamos ayudando a crear una cultura más sustentable en las personas. Poco a poco están aprendiendo la importancia del cuidado ambiental y la separación de residuos”, mencionó el también socio fundador de Suema.
Suema fue fundada con la convicción de combatir el cambio climático a través del desarrollo de tecnologías sustentables. “El Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) nos apoyó desde un principio para toda la investigación preliminar en estos temas de valorización de residuos con tecnología de digestión anaerobia”, reconoció.
Una de las metas que se pretende es tener las plantas de procesamiento de residuos orgánicos en los sitios donde se generan, para así evitar la transportación ya que contamina más, además de generar un costo extra.
“Queremos que esta sea la primera planta de varias en la Ciudad de México. Las siguientes deberán seguir el modelo de operación estandarizado con el objetivo de que este sea replicado en puntos estratégicos para poder eliminar en su inmensa mayoría los residuos orgánicos”, explicó el director de Investigación y Desarrollo de la empresa mexicana.
En 2015, Suema contactó a la Seciti y fueron apoyados con recursos económicos para poder realizar la planta que se concluyó en este 2017, gracias también al apoyo de la delegación Milpa Alta que donó los terrenos para la construcción.
La cantidad con que fue apoyada la empresa Suema fue de 13 millones 760 mil pesos, de alrededor de los 15 millones que costó la planta. “Fue gracias a ello que se hizo realidad esta planta”, concluyó Apipilhuasco González.
Operación
Esta planta en particular tendrá después de los primeros meses de estabilización, en su operación normal, una capacidad de procesar y transformar alrededor de tres toneladas diarias de desechos de nopal.
El biodigestor, que es el principal elemento de toda la planta, está hecho de acero al carbono, mide ocho metros de alto por cuatro metros y medio de diámetro, lo cual le permite almacenar una cantidad de aproximadamente 100 mil litros de agua.
Para cumplir las necesidades térmicas, después de ser triturados los residuos se calientan en un tubo previo a ingresar al biodigestor, esto mediante energía producida por celdas solares instaladas.
“Esto es porque la mezcla de residuos debe de ingresar a una temperatura alta antes de ingresar al proceso de digestión anaerobia”, comentó uno de los operadores de la planta, Raúl Oreste.
Sus creadores denominan la nueva planta como una prueba piloto que servirá como la prueba más importante para decidir emprender otros retos en el tema de manejo integral de residuos en otros mercados o centros de abasto.
“La digestión anaerobia es cuando un consorcio microbiano opera descomponiendo los desechos dentro de un tanque. Estos microorganismos solo pueden vivir en ambientes controlados en ausencia de oxígeno”, explicó Raúl Oreste.
A partir de este proceso se genera el biogás que posteriormente pasa a un transformador que lo convierte en energía eléctrica. Tras este proceso biológico, la planta diariamente genera alrededor de 170 metros cúbicos de biogás lo que es equivalente a aproximadamente 175 kilowatts hora por día. El desecho sólido se convierte mediante una compresa en casi una tonelada de mejorador de suelos que ayudará a la agricultura local para impactar en su producción.
“El biogás contiene una alto porcentaje de metano por lo que puede servir como un combustible y se puede quemar en un motor de combustión interna que está acoplado a un generador eléctrico para producir energía eléctrica”, explicó el operador de la planta en Milpa Alta.
En México, se generan alrededor de 12 mil toneladas diarias de residuos sólidos y solo 10 por ciento de estos desechos se recolecta de forma selectiva, es decir, separando residuos orgánicos e inorgánicos.
Los residuos que producimos en la Ciudad de México están compuestos de la siguiente manera: 43 por ciento, desperdicios orgánicos (residuos de jardinería y de alimentos) 18 por ciento, papel y cartón 8 por ciento, vidrio 9 por ciento, plástico 7 por ciento, pañales desechables y sanitarios 5 por ciento, aluminio 2 por ciento, ropa vieja 2 por ciento, fierro 1 por ciento, latas 5 por ciento, objetos diversos |