FUENTE: MARIANO CASTILLO, [email protected], https://www.facebook.com/
“De un montón de preguntas interesantes, la ciencia y el conocimiento lo único que hacen es añadir, añadir más emoción, más misterio, más asombro. Solo los aumenta, no entiendo como podría disminuirlos.”
-Richard Feynman
En febrero de 1943, Erwin Schrödinger -Premio Nobel de Física- dio una serie de conferencias en Irlanda. A Schrödinger se le conoce como uno de los fundadores de la física cuántica. En una de esas lecturas preguntó algo muy fundamental que durante el paso de la historia solo se había tratado en filosofía y religión pero que una respuesta objetiva no se había tomado en cuenta con énfasis: ¿Qué es la vida?, y lo llevó a escribir un pequeño libro sobre la pregunta en el cual, justo al comienzo del libro, especifica qué NO es la vida; No es algo místico -explica-, no hay una chispa mágica o sobrenatural que anime la vida.
La vida es un proceso, es la elegante interacción entre materia y energía regida por las leyes de la física y química, las mismas que explican la lluvia, la rotación de la Tierra o el brillo de las estrellas. Entonces, ¿Cómo es posible que surjan organismos tan complejos y elaborados como los animales, una célula o nosotros?, la respuesta radica en cómo todos procesamos la energía. Todo requiere energía, es uno de los pilares de la existencia del universo y por lo tanto de la vida. Hoy en día hemos desviado su significado a algo un poco vago, como algo místico y sobrenatural que poseemos y usamos para nuestro beneficio personal. La energía es palpable y mensurable, su unidad de medida es el joule, a detalle es algo más complejo pero podemos entender el resultado de la energía a grandes rasgos, por ejemplo, el cerebro de un niño en funcionamiento requiere aproximadamente 11 joules por segundo, un perro dormido: 48 joules por segundo, caminar: 115 joules por segundo. Es decir que nuestras acciones, palpitaciones, incluso nuestros pensamientos también se someten con cierta exactitud a leyes físicas rigurosas.
Para vivir y realizar cualquier trabajo tenemos que adquirir energía, digamos que del alimento, ese alimento adquirió su energía de otra fuente, tal vez el sol, y el sol de otra fuente y así sucesivamente. En síntesis, la clave es que la energía es conservada, no es creada ni destruida, es la primera ley de la termodinámica, si lo pensamos a fondo esto tiene un significado profundo: la energía es eterna. Cualquier forma de vida en sí es solo un vehículo que conserva y da paso a algunos de todos esos joules que albergó y esparció el big bang al inicio del universo. La Tierra por ejemplo, recibe la impresionante cantidad de energía proveniente del sol de aproximadamente 32×1030 joules al día (32 seguido de 30 ceros) que hace que todo funcione, el mar, una mariposa, un tractor, una cascada, nosotros.
Paradójicamente, la energía es también responsable de que todo decaiga y tenga un fin, para nosotros la muerte. El estar vivo es una batalla contra el decaimiento inevitable, es parte de un proceso donde la energía busca orden. En nuestros años de vida se podría decir que tomamos prestado ese orden por unos años y eventualmente lo expulsamos en desorden. Es la segunda ley de la termodinámica y en si la razón por la que envejecemos.
Técnicamente no vivimos sino que nuestras células y cuerpos evitan morir.
La vida está lejos de ser considerada aburrida o falta de magia. La ciencia nos ayuda a entender este proceso que solo añade mucho más significado. Nos deja saber todo el trabajo que nuestros cuerpos hacen sólo por el hecho de vivir, como cada célula que tenemos sabe lidiar con las leyes de la física. Esto, para muchos de nosotros, es una respuesta mucho más elegante a ¿Qué es la vida?