“UNA CADENA PRODUCTIVA ES TAN FUERTE COMO EL MÁS FUERTE ESLABÓN QUE INTEGRA ESA CADENA”; LA INDUSTRIA TEQUILERA REQUIERE FORTALECER CADA UNO DE ESOS ESLABONES, Y PARA ESO ESTÁ EL CONSEJO REGULADOR DEL TEQUILA”
Los charros no beben coñac. Tampoco whisky o vodka; si lo hicieran, no serían charros. Para vestir orgulloso una chaqueta corta y pantalón ajustado, camisa blanca y sombrero de ala ancha y alta copa en forma de cono, hay que beber tequila.
Añejo como la independencia de México, el tequila no puede desligarse de la historia e identidad de este país. El destilado de agave no distingue clases sociales: es bebida de ricos y pobres, y está presente prácticamente en todos lados. Pero no todo lo que huele y sabe a tequila, es Tequila. La diferencia, más que la letra “t” en mayúscula, está en la denominación de origen.
Este mecanismo de protección, previsto en la Ley de de Propiedad Industrial, garantiza que cuando un consumidor tenga enfrente una botella con la leyenda “Tequila”, el contenido corresponda al destilado de agave de regiones específicas del país, producido con las más altas normas de calidad y supervisado por un organismo independiente del Gobierno que busca salvaguardar los intereses de la cadena productiva Agave-Tequila. Este organismo es el Consejo Regulador del Tequila (CRT), fundado en mayo de 1994. Ramón González Figueroa, director General del CRT, habló con mipatente sobre la importancia de este organismo no sólo como ente verificador de que la “bebida nacional” se produzca bajo las normas oficiales, sino también como administrador de la denominación de origen Tequila.